El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) acaba de confirmar una sentencia previa de la Audiencia de Pontevedra que condenaba a 13 años de cárcel a un hombre que intentó matar a su pareja, a la que agredió y retuvo, al igual que a la madre de la víctima.
El acusado convivía con su pareja y su madre tras conocerlas porque era trabajador de ayuda a domicilio y le contrataron para cuidar a la mayor.
La Audiencia lo condenó por dos delitos leves de lesiones sobre la mujer; de un delito de homicidio en grado de tentativa, en concurso con uno de detención ilegal; un delito de detención ilegal, y de un delito de lesiones leves en el ámbito de la violencia doméstica.
Tras esa sentencia, el acusado recurrió y el caso llegó a la Sala del Civil y Penal del TSXG. El Alto Tribunal gallego decidió desestimar el recurso de apelación y confirmar el fallo de la sección cuarta de la Audiencia.
El TSXG considera que la sentencia de la Audiencia recoge "una valoración de la prueba racional, lógica, coherente y acorde a las máximas de experiencia; en definitiva, totalmente alejada de cualquier atisbo de arbitrariedad".
La sentencia tiene en cuenta las circunstancias agravantes de género y de parentesco en los delitos de los que fue víctima su pareja y de parentesco en los relativos a su madre.
La pareja empezó a convivir desde finales del 2020 o principios de 2021 hasta el 30 de mayo de 2022 en Vilagarcía junto a la madre de ella, de 88 años de edad y diagnosticada de demencia y Parkinson, con grado de dependencia II.
La relación sentimental transcurrió con normalidad hasta que, en un momento dado, hacia el final, se volvió mala. Según consta en la sentencia, el procesado pasó de los insultos verbales a la agresión.
En abril de 2022, le pidió a su pareja dinero, ella se negó y le pidió que se marchara, incluso abriéndole la puerta. En el momento de salir, sabiendo que ella estaba sujetando la puerta, dio una patada hacia atrás dirigiéndola hacia ella, alcanzándole en la ingle. Le salió un moratón, pero no acudió al médico.
El 28 de mayo, hallándose ambos en el dormitorio, empezaron a discutir y ella salió al pasillo. Enfurecido, le lanzó una máquina de liar cigarros y le dio en el lado derecho de la espalda; ella empezó a gritar y él la tiró al suelo y le tapó la boca con una mano para que no gritara al tiempo que le decía "cállate o te mato". Su madre estaba en el salón y ella se levantó del suelo y disimuló para que su madre no se enterara. Tampoco fue al médico pero le salió un hematoma en la espalda.
El 30 de mayo, tras regresar al domicilio después de tomar una cerveza, con actitud agresiva, volvió a pedir dinero a la mujer, ella se negó y le dijo que la dejase en paz y que se marchase. Fuera de sí, la tiró sobre la cama y, con intención de acabar con su vida, la agarró del cuello con fuerza, apretándoselo con ambas manos, hasta el punto de que se quedaba sin respiración.
En ese momento, su madre apareció en el dormitorio, se echó sobre el acusado para que soltase a su hija y, para quitársela de encima, él le dio un fuerte empujón y la anciana se cayó al suelo y se golpeó en la cara con una silla y comenzó a sangrar.
Su hija, al ver a su madre sangrando, comenzó a chillar y, en ese momento, el acusado fue a la cocina, cogió un cuchillo de unos 18 cm de hoja y regresó al dormitorio y se lo puso al cuello a su pareja al tiempo que le decía "si te mueves, te mato". A continuación, y para evitar que pudiera marcharse, el acusado cogió cinta aislante que tenía en el dormitorio y ató de pies y manos a su pareja y, con el mismo fin, dio dos pastillas a su madre para que se durmiera, aunque esta solamente se tomó una y escondió la otra.
Durante todo ese tiempo, teniendo a su pareja maniatada y con el cuchillo al cuello, el acusado no dejaba de decirle que "la quería matar", que "iba a meterla en el maletero, llevarla al monte y matarla", "cortarla en trocitos". Le pidió a que llamara a su prima y a su amiga porque también las quería matar y, cuando se negó, la golpeó con el mango del cuchillo en la cabeza. Después, él se quitó el cinturón y se lo colocó alrededor del cuello e intentó apretarlo, pero no lo consiguió porque ella no dejaba de gritar.
Logró huir cuando le dijo que quería ir al baño, refugiándose en un bar cercano. El acusado fue tras ella pero al no alcanzarla, huyó por el garaje.