En los últimos días, se daban a conocer los datos del Registro Gallego de Identificación de Animales de Compañía (REGIAC), que indicaban que en la ciudad de Pontevedra hay 17.926 perros identificados con microchip. Si lo comparamos con el número de habitantes, las cifras reflejan 22 perros por cada cien pontevedreses.
Lo más asombroso de estos datos llega al poner en la balanza el número de niños en la ciudad: 10.700 menores de 14 años frente a los mencionados 17.926 perros. Diego Álvarez, educador canino al frente de la empresa Kesar´s Educación y Actividades Caninas Amables y experto del programa Podcans de PontevedraViva Radio, resalta que "es muy probable" que la cifra real de perros llegue a doblar a la de los niños, ya que en este censo del REGIAC solo se contemplan los perros con microchip, cuando la realidad indica que muchos canes siguen sin estar registrados.
A la vista de estos datos, ¿están los pontevedreses eligiendo hijos o perros? Álvarez explica que sí le constan casos de personas que, ante la falta de facilidades del mercado laboral para conciliar, han optado por tener un perro en vez de un hijo. "Un perro no necesita tanto tiempo de atención como un niño, pero sí que es cierto que a nivel global sí. Es decir, un niño se acaba haciendo independiente pero un perro no. Aún es más, cuando son cachorros son más dependientes, cuando son adultos no tanto y, cuando vuelven a ser viejeciños vuelven a ser muy dependientes", afirma Álvarez.
Para conocer los motivos que llevan a los pontevedreses a convivir con un perro, asistimos con Diego a una clase muy especial. Se trata de una sesión de educación canina que se lleva a cabo todos los miércoles a las 20:00 en Pontevedra en el barrio de Valdecorvos, en la zona verde que discurre junto a la calle Prado Novo, a la altura de la rotonda que comunica este vial con la avenida de Lugo.
Esta vez, el grupo es reducido. Petra llega con Toska, Irene con Siza y Francisco con Gabi. En esta particular "escuela" los recibe Diego, el educador canino, y Martin, un alumno que asiste como oyente. Pero, ¿en qué consiste esta clase?
Si es la primera sesión a la que asisten se les aclara "lo que es la comunicación en el perro y la gestión del estrés, que es lo fundamental", matiza Álvarez. El grupo de este reportaje ya es veterano, así que las explicaciones se centran en despejar dudas.
De inicio, "vemos la llegada, que ya ves que llegan todos perros muy intensos para saludarse, y entonces trabajamos correa", a continuación, "juegos a nivel no profesional: detección y mantrailing (rastreo)" y, personalizando, se abordan las necesidades concretas de cada perro, así como nociones sobre la alimentación BARF (alimentación cruda biológicamente apropiada), "para dejar de malalimentar con piensos", y que es seguida por todos los perros que asisten a la clase.
PETRA & TOSKA
La alemana Petra Spaniol es la tutora (nueva denominación que se aplica tras la aprobación de la Ley de Bienestar Animal) de Toska, pastora alemana de 6 años. Declara que en su entorno "hay más perros que hijos, porque me muevo por protectoras".
En su hogar de Campañó, Petra y su marido conviven con tres canes: Crazy, de 7 años, adoptado en la protectora de Vilagarcía; Uxi, de 4 años, adoptada en Os Palleiros; y Toska, que procede de la casa de sus suegros. Todos asisten a esta escuela, aunque se van turnando. "Hoy aprovecho que vienen menos perros porque Toska aún no se acostumbra a grupos grandes".
¿Pros y contras de convivir con perros? "Contras no veo, pero sí necesitan atención y cuidado, es una responsabilidad, que para mí no me pesa, aunque veo que hay mucha gente que no se da cuenta de lo que necesita, la responsabilidad económica, la atención veterinaria… ", indica Petra.
Acude a clase porque "más que cambiar la conducta de Toska, quiero aprender yo cómo reacciona en ese momento, y eso me da mucha seguridad".
IRENE & SIZA
Siza, de 2 años, llegó a la casa de Irene Veiga por casualidad. "Es mi primera perra, siempre quise tener una y mi expareja me la trajo un día de sorpresa, venía de una camada que tuvieron unos pastores de Ourense", comenta.
"Vengo a las clases porque, al ser el primer perro, había muchas cosas que no conocía"
Su raza, border collie, requiere una atención especial. "Vengo a las clases porque, al ser el primer perro, había muchas cosas que no conocía. Esta raza es de pastoreo, y por eso Siza tendía a tirarse a los coches, cosas en movimiento, se pone nerviosa con ruidos, y las clases me ayudan a aprender estas situaciones".
Irene destaca que su perra le aporta mucha compañía, "si no te apetece salir de casa te ayuda a socializar". Aunque al ser cachorro también reconoce que "que tiene mucha energía y me quita mucho tiempo".
FRANCISCO & GABI
En casa de Francisco García tampoco hay niños. Pero desde siempre ha tenido perros. "Cuando murió la última, seis o siete meses después me decidí a coger a Gabi en la protectora, la vi tímida en el canil pero me engañó, resulta que era super nerviosa", comenta entre risas.
Ese es uno de los motivos por los que Gabi, de dos años y raza mestiza, asiste a las sesiones con el educador canino. "Vengo a aprender, porque no es lo mismo un perro que está pendiente de ti que otro que en cuanto le quitas correa se echa a correr por el monte, por eso quiero saber manejarme con ella", apunta. Para reforzar la seguridad de Gabi y localizarla en caso de que se escape, porta un sistema GPS.
MARTIN Y EL VOLUNTARIADO
"Me gusta aprender para poder ayudar a los perros de la protectora con el estrés y la ansiedad"
En esta clase también nos encontramos a Martin Fernández, con un perfil bien distinto a sus compañeros. Es voluntario de la asociación Os Palleiros. Asiste como oyente, porque "me gusta aprender para poder ayudar a los perros de la protectora con el estrés y la ansiedad".
Insiste Martin en que tener un perro "es una responsabilidad" y como en estos momentos está sin trabajo ha decidido posponer esta decisión. "Si se me pone enfermo no puedo hacer frente a esos cargos del veterinario", declara.
Para Martin la convivencia con perros siempre es positiva, así que anima a todos aquellos amantes de los animales visitar la protectora y, si no es el momento para adoptar un perro, ser "socio padrino", como es su caso y que permite cuidar al perro fuera del recinto. "Hoy por la mañana cogí a un perro y me lo llevé a mi casa en Monteporreiro para que pase un día distinto, se relaje, dar un paseo por el monte, aunque estos perros lo que quieren normalmente es coger el sofá y dormir, y también que les prestes atención", remata.