Tengo tantas cosas que decir sobre Tanxugueiras que no sé por dónde empezar, de modo que lo más probable es que no empiece. Sin darse cuenta, querido lector, se verá en la mitad de un razonamiento (eso con suerte) o de una afirmación gratuita (lo más probable) o tal vez una pura elucubración (no sería la primera vez) y no sabrá cómo ha llegado hasta allí. Lo terrible es que tampoco lo sabré yo, puestos a seguir con las confesiones.
Me encanta opinar sobre asuntos de interés justo cuando empiezan a dejar de serlo. Levamos un par semanas leyendo sobre el festival de Benidorm (yo le veo un nombre muy pijo, pero seguro son cosas mías) y sobre la forma de ganar de la chica Chanel, o de la forma de perder de Tanxugueiras, según se vea. Sí, ya sé que Rigoberto Picaporte, solterón de mucho porte, quedó de segunda y pudo haber puesto una teta en Flandes, digo en Turín. Pero eu diso non fagho caso. Decía que no hay nada como salir a la palestra cuando ya ha pasado por allí todo el mundo y ha dejado el suelo hecho unos zorros.
Primera cosita que voy dicir: han votado Tanxugueiras seres vivos nacidos en Galicia que no hablan ni una palabra al año en la lengua del país. Ergo, para sentirse gallego no es imprescindible hablarlo (esto es un aserto que firmaría un porcentaje altísimo de gallegos y gallegas). Segunda cosita, relacionada con la primeras cosita: hubo un momento del affaire Tanxugueiras que juro por mis muelas que no sabía si estábamos escogiendo canción para Eurovisión o dentro de un anuncio de Gadis. Tercera cosita: "Terra" hubiese defendido más que dignamente su candidatura en Turín y de un modo mucho más alternativo, encardinado en una tradición propia y con unas voces mucho más solventes que las restantes candidatas del podium: la chica Chanel y Rigoberto Picaporte.
Por mi parte, una vez que se consumó la victoria del jurado sobre la participación popular, el interés que en mi despertaba la LXVI edición del Festival de la Canción de Eurovisión regresó a su porcentaje habitual de cero patatero. Así, un año más, va a ponerse delante del televisor para contemplar la final su tía Edelmira. En cuanto al festival de Benidorm, tres cuartos de lo mismo.
No se puede elegir como sede de un festival una población de nombre impronunciable. Supongo que no prestaré atención al festival de Benidorn nunca más, a no ser que comparezca París de Noya o cualquier otra orquesta de pachanga de origen gallego. O eso, o una versión moderna del dúo Ismael y Patata (ustedes desconocen porque son muy jóvenes).
Podría decir más cosas e incluso muchas más cosas, pero ya "he dicho lo mío a tiempo y sonriente", como cantaba Silvio Rodríguez.