El Gobierno pretende aprobar una ley de protección animal y, como tantas veces suele ocurrir, surgen voces que, no solo enredan, sino que tratan de confundir al personal. Se trata de embarrar el campo para que, cualquier iniciativa, por buena que pueda parecer, sea apreciada como todo lo contrario. Los típicos eslóganes de vendedores de humo para generar confusión y desinformar.
La realidad es que, por desgracia, nos encontramos con gente que tiene animales de compañía por capricho o por pensar que en un momento dado de su vida pueden satisfacer una necesidad motivada por alguna carencia que puedan tener.
Algunas personas juegan con los animales como si fueran bienes muebles, sin pararse a pensar que se trata de una vida que tiene necesidades, y quienes asumen la custodia de una mascota, deben conocer cuáles son esas necesidades para satisfacerlas en la medida de lo posible. Es decir, asumir la custodia de una mascota supone responsabilizarse de una vida ajena, con todo lo que ello conlleva.
Cada año asistimos a cientos de abandonos de animales por parte de gente que no es capaz de hacerse cargo de ellos. Por tanto, es bueno que se propongan y salgan a la luz este tipo de legislaciones, porque no podemos confiar únicamente en la voluntad y en las buenas intenciones de la gente.
Si uno no es consciente de sus deberes con los animales, posiblemente los cursos de formación y capacitación que propone la ley, lo van a hacer consciente antes de que pueda generar un problema con una vida ajena, aunque esta sea la de un animal porque, muchas veces, no se trata de que la gente quiera ser mala con los animales, sino que no es consciente de que lo está siendo.
En si, la ley lo que establece no son derechos efectivos para los animales, sino obligaciones para los humanos que van a tener esos animales a su cargo. Y esas obligaciones tienen que estar escritas y conllevar penas para quienes las incumplan.
Es verdad que hemos avanzado mucho en este asunto, y que hemos dejado de tirar cabras desde los campanarios. Y no es menos cierto que esos avances se han producido por la presión y el aumento de la conciencia social. Estamos empezando a dejar de considerar a los animales como un objeto más, para verlos como algo que siente, y ahí es precisamente en lo que incide la ley, para dar derechos a los animales a través de aumentar las obligaciones de los humanos.