Rodrigo Cota
El cierre de nuestra voz
Recuerdo el día que cerró Beledo, aunque no la fecha exacta ni el año. A principios de los noventa, calculo yo. Hará de eso unos veinte años. Beledo era aquella tienda de ultramarinos que se encontraba en los soportales de la Herrería. Cuando se anunció el cierre de Beledo todas las madres de Pontevedra se hicieron la misma pregunta: "¿Y ahora qué?". Muy poco después, puede que días o semanas, se declaró un incendio en la librería Michelena. Recuerdo haber escrito entonces en una columna del Xornal Diario: "Desde que cerró Beledo no levantamos cabeza". Y sigo pensándolo.
Cierto que Pontevedra sobrevivió al cierre de Beledo, pero la pérdida fue irreparable para muchos clientes. Beledo llevaba más de cien años abierta y todavía hoy, veinte años después del cierre, mucha gente sigue añorando a Beledo. Pero sobrevivir se sobrevive. Pontevedra ha sobrevivido a los embates entre Pedro Álvarez de Sotomayor y Tristán de Montenegro; a las incursiones de moriscos y vikingos y a los asaltos de Drake, o sea que bien pudo sobrevivir al cierre de Beledo.
Pontevedra perdió hace mucho su muralla medieval, que bien podría seguir en su sitio; perdió las torres arzobispales a finales del XIX. Y hubiéramos perdido hasta las ruinas de Santo Domingo si no fuera porque Casto Sampedro consiguió evitarlo. Y aquí estamos. Se sobrevive. Pero se sobrevive peor.
El otro día saltó la noticia: la voz de Eugenio Giráldez, que fue la voz de nuestra ciudad durante más de treinta años, cierra como cerró Beledo, sin que sepamos muy bien el cómo ni el porqué. Creo que soy el único al que Giráldez no le cae ni bien ni mal, por la sencilla razón de que no lo conozco. Me lo presentaron un día en la tertulia de Ramón Mella: "Giráldez, éste es Cota y viceversa". Nos dimos la mano y se acabó. Pero Giráldez es ante todo una seña de Pontevedra, y perder una seña duele. Eso no depende de la opinión personal que cada uno tenga de él, si es que la tiene.
Tengo una hermana que apagó el televisor el día que cerró Localia y nunca lo ha vuelto a encender. Para ella la tele no tiene sentido sin Giráldez. Los demás ni apagamos la tele entonces ni apagaremos ahora la radio, pero se nos hará extraño que Giráldez no esté al otro lado. Por eso, el que se sobreviva a una pérdida no significa que todas las pérdidas sean reparables. ÿsta no lo será, quizás. Será irreparable salvo que en unos meses podamos volver a escucharlo aunque sea desde otra emisora. Y es que, volviendo al principio, desde que cerró Beledo no levantamos cabeza.
11.12.12