Manel Loureiro: "Con El último pasajero cambio de registro. Al principio me daba miedo, pero el resultado es maravilloso"

Pontevedra
26 de mayo 2013

Para Manel Loureiro esta será una semana muy especial. Después del éxito mundial de la trilogía Apocalipsis Z, llega a las librerías su nueva novela El último pasajero, ambientada en un misterioso trasatlántico. Es uno de los lanzamientos más esperados del año. De la mano de Planeta, saldrá a la venta simultáneamente en seis países, entre ellos,  España, México, Argentina y Colombia. Un mes más tarde, lo hará en Brasil

Manel Loureiro, observando Pontevedra desde el balcón de PontevedraViva
Manel Loureiro, observando Pontevedra desde el balcón de PontevedraViva /

Para Manel Loureiro (Pontevedra, 1975) esta será una semana muy especial. Después del éxito mundial de la trilogía Apocalipsis Z, llega a las librerías su nueva novela El último pasajero, ambientada en un misterioso trasatlántico. Es uno de los lanzamientos más esperados del año. De la mano de Planeta, saldrá a la venta simultáneamente en seis países, entre ellos,  España, México, Argentina y Colombia. Un mes más tarde, lo hará en Brasil.

"Es una presión de la leche", reconoce a PontevedraViva. "Sabes que están esperando miles de personas por él. Y cuando las expectativas son tan altas, tienes que cuidar mucho más como lo haces". Y eso es, precisamente, lo que ha hecho. "Ya prácticamente no ejerzo como abogado. He bajado mucho el pistón, me dedico a esto casi en exclusiva", explica días antes de emprender una intensa campaña de promoción por todo el país. El primer destino, Madrid.

Presentas El último pasajero, tu cuarta novela. Aunque teniendo en cuenta que Apocalipsis Z fue una trilogía, no sé si tienes la sensación de que este es tu segundo libro.

Es a la vez el cuarto libro y el segundo. Tras tres novelas de Apocalipsis Z, es el primer cambio de género, el primer cambio de registro. Y es algo que al principio me daba mucho miedo. Podía haber optado por el camino fácil. Había encontrado una línea que funcionaba bien y que tiene miles de seguidores en todo el mundo. Podía haber seguido por ahí, pero iba a acabar agotado de escribir lo mismo. Decidí dar el paso de contar otras historias y así fue como nació El último pasajero. La verdad es que le tenía un poco de respeto y la sensación al final ha sido maravillosa. Me lo he pasado muy bien escribiéndolo.

No sabrás si gusta hasta que salga a la venta, ¿pero tienes buenas sensaciones?

Evidentemente no sabes cómo resulta una novela hasta que llega a los lectores, pero me ha pasado una cosa muy curiosa. Tres o cuatro libros cada año se envían a las librerías, antes de que salgan a la venta, en una edición especial. Planeta decidió que lo iban hacer con este. Hicieron 300 cajas con este libro. Las enviaron y se agotaron. Hicieron 100 más y se agotaron. Llegó un momento que tuvimos que parar porque regalamos 800 novelas. Los libreros se volvieron locos con ella, les ha encantado. Para mí es una tranquilidad enorme, porque eso significa que mal del todo no está. Ahora quien debe juzgarlo es el lector. Pero eso lo veremos a partir del 28 de este mes. Aunque de momento, las sensaciones son muy buenas.

¿Cómo surge El último pasajero? ¿En qué momento te das cuenta de que tienes una historia entre manos que merece ser contada?

Resulta que a mí me apasionaba la idea de contar la historia de una casa encantada, pero de la cual no se pudiese escapar. Lo idóneo era contarla en un barco, porque al fin y al cabo, de un barco no puedes salir. Lo más difícil de abordar una historia de suspense es crear la ambientación que genere esa tensión. Pero claro yo iba a contar la historia de un transatlántico de los años 30. Necesitaba subirme a uno, algo imposible porque ya no quedan.

"Me apasionaba la idea de contar la historia de una casa encantada, pero de la cual no se pudiese escapar. Lo idóneo era un barco"

Empecé a buscar libros de fotografías y de barcos de época que permitiesen subirme a uno de ellos. Lo que pasa es que esos libros están descatalogados, casi no existen. La única manera de encontrarlos es en librerías de segunda mano. En Santiago encontré un libro con un exlibris estilo años treinta que era un lobo y un trébol. No ponía nada más. Unos meses después, en Barcelona, me encontré con otro libro que tenía el mismo sello. Era casi como una señal divina. Fueron unas de las pequeñas miguitas de pan que me llevaron a crear esta historia.

El último pasajero está ambientado, como dices, en un barco. Queda claro nada más ver su portada. ¿Pero qué vamos a encontrarnos en él?

En agosto de 1939 un enorme trasatlántico llamado Valkirie aparece flotando a la deriva en el Océano Atlántico, sin luces, con motores apagados y sin aparentes señales de vida a bordo. Se lo encuentra un viejo buque carbonero, en medio de la niebla. Casi lo embiste. Tratan de ponerse en contacto con el barco y nadie responde. Finalmente deciden enviar un pequeño bote con tripulantes para ver qué ocurre.

Cuando suben a bordo, descubren que el barco está vacío. No queda nadie. Sin embargo, la comida está caliente, el hielo que envuelve al champán aún se está derritiendo⿦ Hasta hace 20 minutos ese barco estaba lleno de gente y ahora no queda absolutamente nadie. Nadie, excepto un bebé que ha sido envuelto a toda prisa en unas sábanas y que alguien ha dejado en medio de la pista de baile. Eso, y algo más que no saben qué es.

Remolcan ese barco a puerto, pensando que va a ser la historia del siglo. Pero llegan el día 1 de septiembre de 1939, el día que estalla la Segunda Guerra Mundial, con lo cual esa historia pasa desapercibida. Setenta años después, ese barco que se encuentra pudriéndose desde entonces en el puerto, alguien decide ponerlo de nuevo en marcha, rehabilitarlo para repetir aquel viaje inaugural y descubrir qué pasó. Y hasta aquí te puedo contar.

Al ser una historia completamente diferente a Apocalipsis Z, ¿has tenido que cambiar mucho la forma de abordar esta novela?

No, porque la estructura es la misma. Me ha costado lo mismo. Lo que sí ha cambiado es la forma de trabajar. La labor de documentación para este libro ha sido más intensa, más trabajada. Es una historia terriblemente complicada de contar. Todas las piezas tienen que encajar como un puzzle, todas las tramas van solapadas y tienen que engarzarse. Es como querer mantener un montón de bolas en el aire a la vez. Si se hace bien, queda genial. Si lo haces mal, es una completa locura. Y creo que ha salido razonablemente bien.

El hecho de que millones de personas hayan leído Apocalipsis Z en todo el mundo,  ¿te ha añadido más presión a la hora de afrontar este nuevo proyecto?

"Es curioso que este tipo de historias funcionen tan bien con la crisis. Nos encanta evadirnos de nuestros problemas leyendo sobre otros mayores"

Presión no, responsabilidad sí. Cuando salió mi primera novela, fue con una editorial pequeñita, casi como un hobby. Los siguientes fueron creciendo cada vez más. Y este libro saldrá ya simultáneamente en seis países, lo cual es una presión de la leche. Sabes que están esperando miles de personas por él. Y cuanto más altas son las expectativas, tienes que cuidar mucho más lo que haces. Pero presión no, porque yo disfruto mucho de lo que hago. Soy muy afortunado por trabajar en lo que me apasiona. Contar historias es maravilloso y mágico.

Cuando presentabas Apocalipsis Z decías que, en cierta manera, su historia era una metáfora de la sociedad actual. ¿Te ha ocurrido lo mismo con El último pasajero?

No lo había pensado, pero puede ser. Al fin y al cabo, El último pasajero es una historia que va sobre la búsqueda. En ella, diferentes personajes buscan algo que les falta. Y en estas épocas de crisis, parece que siempre estamos buscando algo. Buscas estabilidad, buscas trabajo, buscas mejorar tus condiciones de vida, buscas tranquilidad o buscar salir de la puñetera crisis. Y en este contexto, es curioso que este tipo de historias funcionen extraordinariamente bien. Nos encanta evadirnos de nuestros problemas, leyendo sobre otros mayores.

Es tu primer trabajo con Planeta. ¿Es fácil trabajar con una editorial tan grande?

Yo vengo de Plaza & Janés, el otro monstruo editorial de España. Es como el Madrid y el Barcelona. Me he hecho un Luis Figo (se ríe). La verdad es que a nivel personal estoy encantado con el cambio. Estoy rodeado de un equipo maravilloso y muy profesional. Les apasiona lo que hacen y yo me encuentro muy cómodo. Planeta me ofreció un proyecto en el cual el escritor, es decir yo, era el eje, mientras que en Plaza era uno más. Evidentemente como proyecto de futuro me interesaba más y aquí estamos, a ver qué pasa.

Te voy a preguntar por dos cosas que desconocía de ti. La primera, es que has participado en un libro sobre Juego de tronos...

"Soy uno de los abogados de George R.R. Martin en España. Hay gente que tiene un autógrafo suyo, yo tengo un poder notarial"

Es más, no solo he participado en el libro de Juego de tronos sino que te voy a contar una cosa que sabe poca gente. Soy uno de los abogados de George R.R. Martin en España. Coincidí con él en la Semana Negra de Gijón. Yo, casualmente, estaba leyendo su primer libro. Fui a hablar con él en plan 'groupie'. Le dije que acababa de sacar una novela, que era abogado... y la verdad es que hicimos muy buenas migas, porque él es una persona muy amable y encantadora.

ÿl estaba de gira por España y a la semana siguiente me llamó su editor. Me dijo que Martin tenía un problema por unos derechos de unas camisetas de la serie que se estaban vendiendo sin licencia, que necesitaba un abogado y que quería que fuese yo. Te puedes imaginar mi reacción. Lo único que le pude decir es que le llevara a un notario y que me otorgase un poder. Y efectivamente, a los cuatro días llegó un cartero con un poder notarial. Hay gente que tiene un autógrafo de George R.R. Martin y yo tengo un poder notarial.

Y la segunda, es que junto con tu amigo (y también escritor) Juan Gómez Jurado, fuiste uno de los impulsores de una pionera iniciativa que se llama 1 libro, 1 euro.

Surgió a raíz de una polémica de Juan con Alejandro Sanz. ÿl dijo que defendía la Ley Sinde y a la SGAE, con la que por cierto, los escritores no tenemos nada que ver. Me da rabia que nos mezclen con ellos. A mí, por los 30.000 libros que vendí en España, la entidad que gestiona nuestros derechos, me liquidó la escalofriante cifra de 29 euros. No me da ni para llevar a mi mujer a cenar. No tiene nada que ver la magnitud de una con otra.

Pero volviendo al tema. El fondo era ver si la gente pagaría por algo que podía conseguir gratis. Fue una especie de desafío para ver si no querían pagar por nada o simplemente lo que no querían era pagar precios abusivos. Lanzamos una web en la que te podías descargar un libro, con todas mis bendiciones, a cambio de un euro, dinero que finalmente entregamos a una ONG. Recaudamos casi 100.000 euros, algo de lo que estoy muy orgulloso. Aunque es verdad que hubo más descargas sin pagar un puñetero euro que descargas de pago.

Os enfrentasteis entonces con el eterno problema de la piratería de la que se quejan muchos artistas y escritores, ¿no?

"La gente confunde la cultura libre con la cultura gratis, pero la solución de la piratería no es criminalizar al consumidor"

Demostramos que la gente está dispuesta a pagar un precio justo y que la solución de la piratería no es criminalizar al consumidor. Que no existe la conciencia de que hay que pagar a los autores por su trabajo, amparándose en que la industria gana dinero. Pero el problema es que si tú pirateas para joder a la industria, al final la patada me la estás dando a mí y a la gente que trabaja. Hay que encontrar un punto de equilibrio para que tú disfrutes de mi trabajo y me lo retribuyas a mí.

Entiendo que los intermediarios te fastidian, porque también me fastidian a mí. Pero hasta que encontremos una fórmula mejor, la solución no es ni seguir haciendo lo que se hacía hasta ahora con precios abusivos, ni el todo vale. La gente confunde la cultura libre con la cultura gratis. Es un tema muy polémico y posicionarse es muy complicado, pero puedo decir con la boca muy grande que yo di un paso adelante y aposté porque no debe criminalizarse al lector, al consumidor. Puse mi grano de arena y sigo pensando lo mismo.

Supongo que también te habrá ayudado el hecho de que Internet ha sido clave en tu carrera como escritor...

Es que la discusión de si Internet es bueno o malo, es absurda. Es como una pistola, depende del uso que le des. Si se le da un buen uso, es una herramienta poderosísima. A mi me permitió despegar como escritor. Cuando publiqué Apocalipsis Z en ver de llevarla de editorial en editorial, la publiqué en Internet. Mi sorpresa fue que esa novela que yo escribía cuando desconectaba de mi trabajo como abogado y buscaba cierta higiene mental lejos de querellas y recursos, se transformó en una historia que estaban leyendo un millón de personas. Y hoy en día con las redes sociales, igual. Para mí siempre será algo positivo.

A partir del martes habrá que seguirte de nuevo por Internet. Te veremos muy poco por Pontevedra. Comienzas una dura campaña de promoción, ¿cómo lo afrontas?

"Si Apocalipsis Z me entusiasmó, si El último pasajero me emociona, lo que estoy escribiendo ahora es absolutamente increíble"

Bueno, la promoción con Plaza & Janés también era muy intensa. Hay que tomárselo con calma. Me espera un verano muy ajetreado, con muchos desplazamientos. La pena es que apenas te da tiempo a ver nada. Sales del hotel, presentas el libro, vuelves al hotel, te subes a un avión o a un tren y te vas. Pero bueno, es mi trabajo. Lo llevo bien porque me permite una cosa que me apasiona, que es el contacto con los lectores. Me permite conocer a mucha gente, estar en contacto con ellos, que te cuenten sus inquietudes⿦ Es fantástico.

Y en medio de todo ese ajetreo, ¿te queda tiempo para pensar en nuevos proyectos o prefieres ir paso a paso?

Ya estoy trabajando en la siguiente novela, que saldrá en 2014. Estoy poniendo los cimientos, empezando la fase de documentación y de trazar las tramas y subtramas. Y la verdad es que si Apocalipsis Z me entusiasmó, si El último pasajero me emociona, lo que estoy escribiendo ahora es absolutamente increíble. Se trata de una historia que, como ocurre muchas veces, surgió en el sitio más impensable.

Estaba en la fase de corrección de esta novela e iba en coche hacia casa de mis padres. Llovía y de pronto fue como un fogonazo. Vi la historia. Paré en la cuneta, tomé nota de todo lo que se me había venido a la cabeza y seguí conduciendo, pensando que era una historia que tenía que contar. La estuve macerando unos días y, al final, hablé con mi mujer. Le pareció brillante y me puse a trabajar en ello. Y no te sigo contando que si no, nos liamos dos horas más.