"¿Tengo que abandonar a mi madre para que realmente los servicios sociales se hagan cargo de ella?"
Por Mónica Patxot & María José Pita
Una carta al presidente de la Xunta de Galicia. Esta fue la medida a la que recurrió Silvia Fariña desesperada por los 8 años que su madre, Rosario Lores, lleva esperando por una plaza en una residencia pública.
Esta misiva, a la que dio entrada por Registro, tuvo respuesta de la Presidencia. Pero la explicación del organismo autonómico no hizo más que incrementar la impotencia con la que esta familia de Dena-Meaño está viviendo este largo proceso. "Comprobamos que (su madre) no figura incluida en la lista de espera para una plaza pública residencial: fue dada de baja el 15/06/2021", reza el documento que Silvia Fariña aporta, entre otros muchos, en la cita con PontevedraViva.
¿Por qué la madre de Silvia fue dada de baja sin que la familia tuviera noticia de este hecho? Silvia expone que hace algo más de dos años, dado que era imposible atender a su madre en casa y que la expectativa de obtener una plaza en una residencia pública se alargaba en el tiempo, no le quedó más remedio que recurrir a una residencia privada. Para estos casos en los que la persona tiene un grado de dependencia reconocido, existe una ayuda económica de la Xunta para sufragar una parte del coste de la plaza, la llamada "Libranza vinculada a la adquisición de servicios", recogida en el Plan Individual de Atención (PIA) de la Consellería de Política Social e Igualdad.
En ese momento, la trabajadora social del Concello de Meaño le indica que, al solicitar esta ayuda, su madre podría ser dada de baja en la lista de espera, excepto que desde el departamento de Servicios Sociales municipal se solicitara no decaer de esta lista, con la aprobación de la familia. Como es lógico, Silvia manifestó su deseo de que se cursara la petición para que su madre permaneciera en esta lista de espera, y a continuación la trabajadora social le confirmó que ya había tramitado la correspondiente solicitud.
Insistimos en la pregunta: ¿Cómo es posible que a pesar de solicitar permanecer en la lista de espera finalmente Rosario Lores fuera dada de baja? "Pues es lo que no sabemos, porque cuando recibí la respuesta de la Xunta fui al Concello para pedir una cita con la trabajadora social, y me dicen que está de baja y no hay otra persona que me pueda informar", se lamenta Silvia.
Desde la Xunta, le comunican en la mencionada respuesta, que debe volver a empezar los trámites desde cero: "Para que se incluya a su madre en lista de espera de una plaza pública residencial, es necesario que se dirijan a los servicios sociales comunitarios del ayuntamiento donde esté empadronada a su madre a los efectos de presentar la solicitud de plaza en una residencia pública".
LA INCERTIDUMBRE DEL GRADO 2 DE DEPENDENCIA
La burocracia frena el expediente de Rosario Lores, pero el desgaste de esta familia no se detiene. Esta misma semana, ante los numerosos intentos de contactar con el teléfono de la Jefatura Territorial de la Consellería de Política Social y Juventud de Vigo, la que atiende los casos de la provincia de Pontevedra, Silvia envía un nuevo email al Servicio de Dependencia. Un día después, este viernes 19 de abril, recibe una llamada de una técnica de este departamento "diciéndome que iban a incluir a mi madre en las listas para una plaza pública, no estaba incluida, parece ser, pero ya me adelanta que no iba a entrar (en una residencia pública) con el grado de dependencia que tiene".
"Mi madre es bipolar, tiene reconocido un 75% de minusvalía y un grado de dependencia dos, sin embargo no tiene acceso a una plaza pública"
Con un grado reconocido de dependencia 2 (dependencia severa), espera una plaza en una residencia pública desde 2016. "Mi madre es bipolar, tiene reconocido un 75% de minusvalía y un grado de dependencia dos, sin embargo no tiene acceso a una plaza pública porque los que más facilidades tienen para entrar son los válidos o ya el grado tres (gran dependencia). Claro está que no hay plazas para todos, pero no puede ser que las familias, que ya estamos con una presión increíble de años, tengamos que asumir el papel de la Administración", insiste Silvia.
Continúa relatando que en ese ano hace la solicitud de plaza en una residencia pública porque "ya mi hija pequeña tiene un año y la otra tres años y medio, y a mí se me junta todo. Veo que cada vez mi madre va más renqueante y decido meterla en listas para una plaza pública en una residencia. Al principio es un poco traumático pero con el paso del tiempo ella también va entendiendo la situación".
"Yo hago la solicitud con vistas a lo que pienso que va ocurrir, y cuando ocurre, resulta que sigue en lista de espera". Silvia se refiere al año 2022, cuando todo se precipita. "De pronto se pone el pañal por encima de la ropa, sale de la ducha con el champú en la cabeza… Entonces, yo empiezo a agilizar este tema, a preguntar a la trabajadora social qué pasa que lleva ya seis años en lista de espera y no avanza. Tiene su demencia pero no es acuciante, por eso no le dan el grado 3 y de este modo no accede a una residencia pública".
RESIDENCIAS DESBORDADAS
¿Qué quiere conseguir haciendo pública su situación? "Me gustaría poner de manifiesto el sinsentido de que las personas con un grado de dependencia 1 o 2 y que tienen familiares no tengan acceso a una residencia pública. Si no tienen a nadie, entonces sí que entran. Yo me pregunto: ¿Tengo que abandonar mi madre para que realmente los servicios sociales se hagan cargo de ella? Es que parece que es la única opción, no pido privilegios, solo que se reconozca su derecho a una vejez digna".
"Me gustaría poner de manifiesto el sinsentido de que las personas con un grado de dependencia 1 o 2 no tengan acceso a una residencia pública"
En la actualidad, la madre de Silvia se encuentra ingresada en una residencia privada en Covelo, localidad que está a hora y cuarto en coche de Meaño, "por lo que nos resulta muy complicado conciliar y visitarla", aún con la reducción de jornada laboral que Silvia tuvo que solicitar.
"Pregunté en residencias privadas por la zona del Salnés y en Pontevedra y los precios son inasumibles, y las más económicas están desbordadas", señala Silvia. "Mi madre necesita pasear todos los días debido a su obesidad y no puede salir si no es con nosotros, si estuviera más cerca, podría llevarla a casa a comer y pasar días enteros con ella". Por eso, en una de las últimas instancias que presentó a la Xunta solicita asesoramiento para lograr "un PIA (ayuda económica) más ampliado para poder pagar una plaza privada" en una residencia de la zona.
Silvia Fariña siente que ya tocó en todas las puertas posibles. "Incluso me puse en contacto con la Fundación Ortega por la residencia que están construyendo en Pontevedra, pero me dijeron que la gestión depende de la Xunta". Sabe que su caso no es aislado. Lleva ocupándose de su madre más de veinte años, cuando en 2003 fallece su padre. Lo único que pide es que se cumpla la ley, en lo que se refiere al deber de los poderes públicos de atender a las personas en situación de dependencia.