David Darriba Pérez
Una persona de lo más común
Me desperté dentro tres horas. No me despertaré, me desperté. Tampoco hice o haré un viaje en el tiempo o me he vuelto loco. Simplemente me desperté dentro de tres horas. En ocasiones miro a lo largo del pasillo y desconozco si lo hago hacia adelante o hacia detrás. Lo lógico sería que todo lo que tengo enfrente lo considere adelante y a mis espaldas, detrás. Pero créanme que tengo mis dudas. Ahora doy la vuelta a los ojos, dirijo la mirada a mi interior y no saben ustedes las cosas que puedo llegar a ver.
Llaman a la puerta… No hay cosa que más me moleste que interrumpan mis meditaciones estando en pleno trance. Sí, en pleno trance. Entro en un estado de espiritualidad que ya desearían muchos gurús y chamanes. Pero yo no lo busco, éste acude a mí. Insisten, siguen llamando a la puerta. Esa pared necesita una mano de pintura. Hay manchas negras y alguna que otra huella de mis manos. Y este cuadro está ligeramente torcido; es casi imperceptible, pero está torcido y eso me pone nervioso. Es lo malo de poner una escarpia en el medio; mejor una a cada lado. Lleva años así y sé que siempre digo que lo arreglaré, que apenas son unos minutos de pérdida y luego no saco el taladro porque eso me da más pereza pero… prefiero que acuda a mí este estado de espiritualidad a romperlo con ruidos banales. La puerta también necesitaría ser pintada, una pintura de esas brillantes. Estas puertas antiguas son una maravilla. No recuerdo haberlo hecho nunca y ahí está, bastante aceptable. A las puertas de ahora se les notan bastante los rayones, tal vez debido al dichoso barniz que no consigue crear una capa más gruesa. Ya se han ido… No sería importante si no han tenido paciencia. No sé porque presuponemos que hay más de una persona cuando escuchamos el timbre… La mirilla es un gran invento. Puedes espiar al vecino de enfrente o ir sigiloso a la entrada, observar, y si no te interesa hacer como que no hay nadie en casa. El caso que, como decía, me han interrumpido en mis meditaciones y ya no sé a qué dedicar mi tiempo. Podría pintar las paredes, la puerta o poner recto el cuadro. En otra ocasión será…
Ustedes no me creerán pero en más de una ocasión he tenido visiones. Sí, visiones, aunque a día de hoy aún desconozco si aparte considerarlas premoniciones. Tan sólo visiones, tan reales, como el observar a alguien con el cual estoy manteniendo una conversación cara a cara. Una de las que más me marcaron sucedió en mi trabajo. Fue la primera de todas. Estaba agotado física y mentalmente, aunque no sería justo para mi juicio achacarlo a eso. Era el tiempo de descanso y tomaba un café en la cocina de la empresa. Unos segundos, no duró más, pero que fueron tan auténticos porque así lo dictaba mi cerebro. Éste sufrió una fuerte descarga eléctrica, indolora pero bastante molesta. Empecé a advertir un sonido a agua, miré al techo y éste, en un abrir y cerrar de ojos, se desplomó a causa de una riada. Pude escuchar hasta el sonido del agua y el estruendo del derrumbe ¡Y grite, grité a una compañera que se hallaba sentada justo debajo, para que saliese de ahí! Lejos de agradecérmelo se me quedó mirando fijamente, asustada y hundiendo su espalda en el respaldo como si estuviese dispuesto a atacarla. Se hizo el silencio y los demás la escoltaron en aquella aptitud demoledora. Dije que no me encontraba bien y salí avergonzado de la cocina. Avergonzado... pero yo fui capaz de ver y oír lo que nadie es capaz. Pienso que se puede tratar de otro plano de esta realidad aunque no lo puedo constatar.
Me voy a sentar si me lo permiten. Últimamente me encuentro bastante fatigado y este sillón es propicio para relajarse, tan mullido, tan cómodo. El sol que entra por la ventana me deslumbra aunque estoy tan a gusto que me niego a levantarme para correr las cortinas; con mover la cabeza unos pocos centímetros está solucionado. Ahora si me disculpan tengo que dejarles. No pretendo ser maleducado pero una luz interior comienza a proyectarse hacia el exterior. Ya saben, si dejo escapar una oportunidad, después no puedo retomar mis experiencias y eso me fastidia.