Su importancia para la producción tanto de alimentos como de piensos hace del maíz uno de los cultivos más importantes del mundo.
Según los datos de la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la producción global de maíz en 2022 se situó en los 1.200 millones de toneladas.
Con una demanda creciente en los últimos años, la producción de este cereal se ve expuesta la diferentes factores de estrés ambiental, como las plagas o las sequías, eje de las investigaciones que desarrollan Carlos Souto, de la Escuela de Ingeniería Forestal del campus de Pontevedra, y Rogelio Santiago, de la Misión Biológica de Galicia, con sede en Salcedo.
Ambos coordinan un proyecto de investigación, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, centrado en profundizar, explican, "en el conocimiento de los mecanismos bioquímicos y fisiológicos de resistencia del cultivo del maíz frente a estreses bióticos" como el taladro, una polilla considerada una de las principales plagas del maíz.
Por otra parte, el análisis de los "mecanismos fisiológicos y bioquímicos" que permitan generar plantaciones "más tolerantes a las sequías" centra la investigación que coordinan Souto y Santiago en el marco del proyecto europeo Dromamed.
Con la participación de universidades e institutos de investigación de ocho países, se trata de un proyecto que abarca también el trabajo con agricultores de diferentes países del Mediterráneo. En este caso, explican, se trata de un proyecto que pone el foco en unos condicionantes ambientales, "agravados por el cambio climático y las perspectivas de futuro", como señala Souto, que se insiren en el llamado "estrés abiótico" que puede sufrir esta especie.