La verbena vuelve a Marín en una noche llena de emoción
"Estou chorando. Non sabedes o importante que é estar enriba de este escenario". Esta frase, que pronunció Nando Bouza, uno de los cantantes de la Orquesta Marbella al comenzar su actuación en Marín, resume a la perfección la amalgama de sentimientos vividos anoche.
Y es que no era para menos. Marín fue una de las seis localidades gallegas elegidas para acoger la primera verbena desde que comenzó la pandemia, una prueba piloto autorizada para 1.000 espectadores y en la que se testaron los protocolos de seguridad para este tipo de eventos.
Año y medio después, las orquestas han vuelto a actuar ante un público que incluso desafió a la lluvia en algunos momentos y siguió bailando al son de la música. También entre ellos había ganas de sentir cierta normalidad después de tanto tiempo.
El aparcamiento de la Plaza de España fue el lugar habilitado para la celebración de esta verbena piloto, para la que fue obligatorio retirar una entrada previa.
Los asistentes estuvieron repartidos en hasta 167 parcelas de doce metros cuadrados cada una, que tenían una capacidad máxima para seis personas.
Además de organizar un acceso escalonado al recinto, para evitar aglomeraciones, el público no podía beber, comer ni fumar en el recinto, no podía salir de su parcela asignada y la mascarilla era obligatoria en todo momento, entre otras limitaciones.
Y si entre los integrantes de la orquesta llegó a haber hasta lágrimas de emoción por volver a actuar ante el público y, sobre todo, escuchar sus aplausos, también las hubo entre los que ansiaban que llegara este momento para bailar al ritmo de la música.
En medio de un animado ambiente, fueron muchos los que no se resistieron a mover el esqueleto, eso sí, sin salir de sus respectivas parcelas. Los más contentos, quizá, la gente más mayor para los que esta verbena fue toda una liberación.
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