Visto para sentencia el juicio contra un vilagarciano acusado de siete delitos contra su pareja y que solo reconoce uno
Por Natalia Puga
La sección cuarta de la Audiencia Provincial de Pontevedra ha dejado visto para sentencia el juicio contra Francisco, un vecino de Vilagarcía al que la Fiscalía y la acusación particular le atribuyen siete delitos diferentes cometidos contra su pareja, abusos sexuales con penetración, hurto, amenazas graves y maltrato habitual, lesiones, coacciones y acoso contra la mujer, pero que solo reconoce que puede haber cometido un delito de lesiones.
El juicio comenzó ya semanas atrás, pero había quedado pendiente de que prestase declaración una psicóloga que realizó un informe pericial sobre el acusado. Este jueves lo hizo por videoconferencia durante apenas unos minutos en los que se ratificó en que el procesado contestó a su cuestionario con sinceridad.
A continuación, el juicio encaró su recta final y tanto la Fiscalía como la acusación particular elevaron a definitivas sus conclusiones previas -la Fiscalía con pequeñas variaciones en el relato de hechos- y pidieron que sea condenado a 19 años de prisión por maltratar física y psicológicamente a su pareja durante sus ocho años de relación.
El acusado, durante su declaración en el inicio del juicio, aseguró que "nunca la obligué a hacer nada" y "siempre que hicimos algo, fue cosa de los dos". Su abogado defensor, en el momento del informe final, reconoció que, como mucho, podría considerársele autor de un delito lesiones por unos hechos ocurridos en el año 2014 en una hípica.
La víctima declaró a puerta cerrada, de modo que su declaración no se conoce. Sin embargo, en sus conclusiones finales, el fiscal se refirió a ese testimonio y aseguró que le da total "credibilidad" y "verosimilitud" y que, en base al mismo y al resto de pruebas practicadas, "ha quedado plenamente acreditado" que cometió todos los delitos que le atribuye.
El fiscal habla de un "clima constante de malos tratos" desde el inicio de la relación. Ya en su escrito inicial de acusación recogía que durante el tiempo que se prolongó esa relación, "y de forma cada vez más intensa conforme iba avanzando la misma", ejerció sobre ella "constantes y reiterados actos de violencia física y psíquica, llegando a insultarla, menospreciarla, amenazarla y agredirla físicamente y, con el ánimo de controlarla y someterla a su voluntad, se dedicó también a revisar su teléfono móvil y controlar sus amistades".
Además, en muchas ocasiones, cada vez que él acababa su jornada laboral y regresaba al domicilio donde ambos convivían, sin previo aviso, le introducía la mano en la vagina. Este jueves, en el trámite de conclusiones definitivas, quiso matizar que hacía este gesto con la vagina "para comprobar si había mantenido relaciones sexuales con otros hombres".
La acusación particular, además, alertó de que su conducta continúa, ya incurrió en quebrantamiento de la orden de alejamiento de la víctima y todavía el viernes pasado la víctima tuvo que llamar a la UFAM de la Policía Nacional porque el acusado la estaba persiguiendo. Este dato, sin embargo, le valió una regañina de la presidenta del tribunal, Nélida Cid, pues en esta vista tan solo puede hacer referencia a los hechos que se juzgan, y que no tienen nada que ver con el viernes pasado, sino con los ocho años de relación.
El acusado no hizo uso de su derecho a la última palabra al final del juicio, pero sí habló su abogado defensor, que en su informe final criticó que las conclusiones del fiscal y el abogado de la acusación particular "chocan frontalmente con la prueba practicada" durante el juicio.
Entre otras cuestiones, les afea que hablen de maltrato habitual y, sin embargo, solo relaten dos episodios concretos de maltrato, uno en Vilanova de Arousa y otro en una hípica, ocurridos ambos en 2014. El de la hípica es el que reconoce el abogado defensor. De este episodio hay una testigo, una amiga de ambos, que declaró en el juicio que nunca presenció una agresión, pero sí que ella la llamó muchas veces para que fuese a buscarla y, al llegar, le notaba la ropa rota o lesiones. En el caso de la hípica, a su llegada, vio signos de que ella había sido agredida.
El abogado defensor insiste en que de los delitos de abusos sexuales, amenazas, coacciones o acoso no hay ninguna prueba, sino solo la declaración de la víctima, en la que detecta muchas contradicciones. Añade, incluso, que "la propia declaración de la víctima desmantela la acusación de abusos sexuales", pues los negó en sus primeras comparecencias ante la Policía y en el juzgado y que su declaración "no tiene apenas fuerza para ser considerada prueba de cargo".