Santa María se vacía de pacientes antes de su cierre definitivo
Apenas doce pacientes quedaban en el Sanatorio Santa María a primera hora de este jueves 10 de junio, la fecha fijada por Sanidade para el cierre definitivo de este centro sociosanitario, que ha venido trabajando como hospital de media y larga estancia para pacientes crónicos.
En los últimos días se han ido intensificando los traslados de los cerca de sesenta pacientes que recibían cuidados en este sanatorio. Muchos de ellos han sido enviados a La Robleda, el centro que Hestia Galicia -propietario de Santa María- tiene cerca de Santiago de Compostela.
Las trabajadoras confirman que hay pacientes que han sido derivados a la residencia de Vilaboa y a El Pinar (Vigo), mientras que otros han sido dados de alta tras haber sido evaluados por personal del Servizo Galego de Saúde, que es quien decide qué hacer con ellos.
Durante una concentración celebrada ante la delegación de la Xunta de Galicia en Campolongo, Mercedes Rial, que trabaja como auxiliar en Santa María, lamenta que los pacientes "anden de aquí para allá" y que las familias "no saben ni para dónde los mandan".
"Se ha hecho todo a lo loco", lamentan las trabajadoras, que reiteran que la mejor solución habría sido mantener abierto el sanatorio pontevedrés durante los seis meses que, según se estima, tardará en estar terminada la ampliación del Sanatorio San José, en Vigo.
Los problemas detectados por Sanidade, relacionados con la necesidad de un segundo ascensor y baños adaptados en todas las habitaciones, "ya existían desde hace 20 años" y, a pesar de ello, las autoridades sanitarias "siguieron firmando las acreditaciones".
Rial, delegada de Comisiones Obreras, critica que "ahora no pueden esperar siete meses" cuando la propia Xunta de Galicia "reconoce que lo estábamos haciendo de maravilla", especialmente durante la pandemia, en donde no ha habido ni un caso de covid-19.
"Es una tontería que vengan ahora a contarnos la milonga de que no tienen baños", añade esta trabajadora, porque recuerda que la mayor parte de los pacientes que atienden en Santa María están encamados "y no pueden levantarse solos" para ir al aseo.
El ambiente en el sanatorio, según esta auxiliar, es "deprimente" porque apenas quedan ya pacientes y los ánimos de las 32 trabajadoras del centro no es bueno "porque ya nos habíamos hecho a la idea del traslado a Vigo" y, al final, han acabado inmersas en un ERTE.
Mercedes Rial reconoce que "fue todo muy rápido, incluso para la empresa", que se ha comprometido a mantener los puestos de trabajo hasta que abra el sanatorio de Vigo. Los próximos seis meses se quedarán con el 70% de su sueldo "y después la mitad", algo que les preocupa porque "con los sueldos tan bajos que hay en la privada, ya me dirás".
Los principales afectados son, reconoce Rial, los pacientes que allí eran atendidos. "Pobriños, hay gente que lleva muchísimo tiempo y no se quieren ir", explica esta auxiliar. "No hubo ni tiempo para prepararlos", añade. "Y las familias están igual. Muchas no pueden atenderlos".
Los pacientes de Santa María eran derivados por el Sergas, concretamente, de las áreas de Pontevedra, Vigo y A Coruña "aunque llegamos a tener alguno de Ourense", según la portavoz de las trabajadoras. Además había tres pacientes privados "desde hace muchísimos años".
LOS PACIENTES DE PONTEVEDRA HAN ENCONTRADO ACOMODO
El gerente del área sanitaria de Pontevedra y O Salnés, José Ramón Gómez, ha señalado que los diez pacientes que ellos habían derivado a Santa María ya han encontrado acomodo en sus respectivos domicilios o en otras residencias.
Cinco de ellos "necesitaban un tiempo añadido" antes de poder reubicarlos y, en las últimas horas, han sido trasladados a La Robleda, en donde pasarán un "tiempo limitado" previo a su destino definitivo.
Uno de ellos, que ingresó en Montecelo hace semanas por un traumatismo, será devuelto de nuevo al hospital pontevedrés durante unos días, antes de poder darle el alta.
Gómez ha señalado que Santa María era un centro que prestaba servicio al área sanitaria acogiendo a pacientes que "necesitaban un periodo de convalecencia y cuidado" antes de volver a sus domicilios o ser derivados a una residencia sociosanitaria.
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