La bandera española ya no ondea en Afganistán. El pasado 13 de mayo, las tropas españolas dejaron el país asiático, al que habían llegado en enero de 2002 y en el que durante más de 19 años formaron parte de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) de la ONU y de la misión Resolute Support (Apoyo Decidido) de la OTAN. Atrás quedan casi dos décadas en las que se desplegaron en la zona 27.000 efectivos españoles, hubo que lamentar 100 bajas y en las que, poniendo la mirada en clave local, la Brigada Galicia VII, Brilat, se apuntaló como una de las brigadas con mayor reconocimiento y prestigio de las Fuerzas Armadas Españolas.
La Brilat tuvo presencia activa en Afganistán 10 de esos 19 años, desde que en 2005 el primer contingente de soldados se desplazó a Herat para dar seguridad a las elecciones en el país hasta que en 2015 hizo la transición entre Isaf y Resolute Support. En ese tiempo, diez contingentes y 3.135 efectivos de la Brigada participaron en la misión.
Uno de esos militares fue el teniente coronel Francisco Martín, actualmente jefe del Batallón del Cuartel General de la Brigada, que formó parte de tres contingentes y pasó en suelo afgano un total de 19 meses que le marcaron tanto que "una parte de mi corazón se quedó allí". "He tenido la suerte de empezar y terminar la misión", relata a PontevedraViva, en alusión a que formó parte del primer contingente de la Brigada que se desplegó en 2005 y del último que se desplegó desde Figueirido a zona de operaciones entre 2014 y 2015. En medio, en 2011, también formó parte de la misión denominada OMLT (Operation Mentor and Liaison Team).
Echando la vista atrás, aquella primera misión de 2005 fue una de las más trágicas de las que desempeñó España, pues en ella se produjo el trágico accidente de un helicóptero en Herat en el que murieron 17 soldados, 12 de ellos de la Brigada. Durante sus despliegues en el país, la Brigada tuvo 15 bajas, pues hay que sumar la de la soldado Idoia Rodríguez, primera militar española fallecida en una zona de conflicto, y el cabo primero Rubén Alonso Ríos y el brigada Juan Andrés Suárez García, víctimas de un atentado suicida.
El teniente coronel Martín estaba allí, en el segundo helicóptero accidentado en Herat, que esquivó la muerte. "Los que murieron eran mi teniente, mi sargento y mis 10 soldados", recuerda, y también que fue "traumático para toda la unidad", un duro golpe cuando llevaban apenas 18 días en el país, pero del que tuvieron que sobreponerse y "actuar con profesionalidad porque que las elecciones fueran en liberdad dependía de nosotros".
"La abnegación y la ejemplarizad" que caracterizan a los soldados de la Brigada y la conciencia de que "el motivo por el que ellos han trabajando, han peleado, han combatido y han fallecido es en favor de la misión" les hizo seguir cumpliendo su deber. Según recuerda el teniente coronel, todos los compañeros decían "yo quiero seguir, vamos a cumplir la misión, que es para lo que hemos venido y por supuesto en memoria de ellos". Había que continuar porque habían llegado a Afganistán "para mejorar la situación del país".
Las bajas, desde luego, dejan huella y, tras empezar con tan mal pie, resulta "inevitable que la gente piense que no tiene asegurada la vuelta". "Es fácil de decir pero luego no es fácil de asumir", reflexiona, y añade que supone un plus de presión para los soldados y sus familias que hay que "asumir desde el principio". Costó asimilarlo porque Afganistán llegó después de misiones como Kosovo o Bosnia, más centradas en seguridad y menos de combate, pero al final todos lo interiorizaron: "era duro, pero era nuestro trabajo".
Aunque las bajas de compañeros han sido, en todo el período de misión afgana, el momento más duro, también recuerdan los complicados instantes de perder a compañeros del ejército afgano, "a los que estás instruyendo, asesorando, mentorizando, ayudando, y morían a causa de los ataques talibanes".
Esas bajas se produjeron hacia el ecuador de la presencia de la Brigada en Afganistán, cuando comenzaron su labor como equipos operativos de asesoramiento y enlace (OMLT), que se encargaban de instruir, mentorizar y asesorar al ejército y la policía afganos. El teniente coronel Martín mandó uno de estos equipos y durante seis meses de 2011 convivió con un batallón Kandak del Ejército del país, creándose una relación estrecha en la que incluso, tras el nacimiento de su hijo, recibió las felicitaciones de los militares locales y tuvo que invitarles a una fiesta en la que se comieron dos corderos, siguiendo la tradición local.
Fue tan solo uno de los cometidos de la Brigada sobre el terreno. A su llegada en 2005 garantizaron la celebración de las elecciones, al año siguiente se convirtieron en Equipos Provinciales de Reconstrucción (PRT) e hicieron proyectos de impacto en la población y en su última misión, entre 2014 y 2015, cerraron la ISAF y fueron la brigada encargada de inaugurar Resolute Support, un apoyo resolutivo para poco a poco ir dejando que el gobierno afgano se hiciese con el control del país. Ya por aquel entonces sabían que esta transición sería lenta y finalmente se ha demorado seis años más.
Ahora, con el conocimiento que le da haber estado en terreno tres veces, Francisco Martín valora que el estado afgano sigue construyéndose "poco a poco", pero "la mejora ha sido notable", ha disminuido la mortalidad infantil, ha mejorado la libertad de movimientos y se ha dado un paso decisivo hacia la igualdad de las mujeres a través de la educación y la escolarización.
El teniente coronel Martín recuerda que en 2005 "las niñas no podían ir al colegio, estaba prohibido, teníamos que escoltarlas para que pudieran ir e incluso construir escuelas solo para niñas". Forma parte de la vertiente humanitaria de la misión, la que él considera más importante porque, tanto de forma directa por las Fuerzas Armadas como de forma conjunta con la Agencia Española de Cooperación, y lograron desarrollar proyectos también en el campo económico, promoviendo, por ejemplo, "que las mujeres pudieran hacerse cargo de animales, talleres o trabajos de telas para que fueran autónomas y no tuviesen que depender de ningún hombre".
El cambio también fue notable en cuanto a la libertad de movimiento. En 2005 todas las rutas tenían un peaje talibán y en 2015 ya había prácticamente libre circulación. Al respecto, el teniente coronel destaca como uno de los grandes hitos de la Brigada en el país que en 2011 "fue capaz de liberar la ruta Opal de Qala-i-Naw A Darra-i-Bun, para que hubiese libertad de movimientos". Recuerda a los zapadores abriendo camino, construyendo observatorios al lado de la ruta, permitiendo que los civiles se pudieran mover sin ser atacados constantemente y todo en medio de seis meses de ataques.
Han sido diez años de cometidos variados en los que siempre tuvieron una presencia testimonial en la capital, Kabul, pero centraron su trabajo en las provincias de Herat y Badghis. En esta última estuvieron, además, en cuatro localizaciones, Qala-i-Naw, Moqur, Sang Atesh y Darra-i-Bun y abarcaron la zona noroeste del país, logrando que la que era también la parte más pobre de Afganistán fuese más segura.
La huella de la Brigada en Afganistán es, por lo tanto, palpable, pero tampoco resulta desdeñable el impacto de la estancia en el país para los militares de la Brilat, una "huella de sangre" de 15 bajas que "nos marcarán para toda la vida porque son soldados que fueron allí a cumplir su misión y no volvieron a su casa" y también "un revulsivo" que les ha mejorado como militares.
"Bosnia y Kosovo eran misiones más de estabilidad y seguridad, la de Afganistán fue la que realmente nos mejoró como brigada, gracias a nuestra preparación, que fue la que verdaderamente demostró que lo que te preparas aquí, vale para la realidad". Además, el teniente coronel recuerda que la misión le ha reportado a la Brigada gran cantidad de condecoraciones nacionales, internacionales y, sobre todo, afganas.
En definitiva, el prestigio que la brigada "ha ganado allí" fue "gracias a la implicación que ha tenido en la mejora de Afganistán" y que "ha demostrado al resto de unidades del Ejército y del resto de países que las cosas los españoles las sabemos hacer bien, que la brigada en particular trabaja muy bien".
A título particular, para el teniente coronel Martín fue "una escuela de valores" en la que "he aprendido todo" y que le "ha hecho mejor militar y mejor persona". Ahora que se ha terminado, y aunque la Brigada está un poco desligada de Afganistán y centrada en previsibles nuevas misiones a finales de año en Mali e Irak, miran hacia el país con alegría, contentos de que su estancia allí fuese fructífera y que "al final pudieran ser autónomos como país".