En Galicia, según las estadísticas oficiales, hay más de 126.000 personas mayores de 65 años que viven solas. Muchas de ellas por decisión propia, pero para otras es una soledad no deseada, al no contar con familiares cerca.
Esta situación provoca en estos ancianos una situación de vulnerabilidad y aislamiento social que se ha visto agravada por la pandemia de la covid-19 que, además del cambio de rutinas, les provoca estrés, ansiedad o depresión.
Durante 2020 han sido 35 los mayores gallegos que aparecieron muertos en sus casas y, a ellos se han sumado seis más en lo que va de mes de enero. En algunos casos, llevaban fallecidos ya varias semanas y nadie se había percatado de su ausencia.
A veces estos episodios de soledad no tienen consecuencias tan trágicas, pero cada vez son más habituales los rescates por los bomberos o los servicios de emergencias porque los mayores han sufrido caídas o indisposiciones en sus casas.
A ello se suma que muchas personas mayores descuidan su salud por el aumento de las consultas telefónicas a las que les es difícil acceder, la solicitud de citas médicas por internet que no pueden pedir por no ser capaces de manejarse con las nuevas tecnologías e incluso la interrupción de sus tratamientos médicos o la renuncia a tomar los fármacos prescritos por no tener medios para poder ir a por ellos a las farmacias.
Ante esta situación, desde la Fundación Amigos de Galicia insisten en que la sociedad civil, las entidades y las administraciones públicas deben poner el foco en ayudar y atender a este colectivo para que puedan pasar su vejez con dignidad.
Consideran "fundamental" la creación de una red de apoyo vecinal, para que los vecinos que detecten casos de personas en situación de soledad o vulnerabilidad puedan remitírselo a las entidades o administraciones competentes.
A este respecto, Amigos de Galicia va a poner en marcha un programa piloto con la colaboración de entidades vecinales y personas voluntarias para prestar ayuda a las personas mayores que se encuentran en situación de soledad.
Estas personas serán atendidas por las trabajadoras sociales y la psicóloga de la entidad para ayudarles con sus problemas, prestarles atención psicológica y convertirse en puntos de referencia a los que dirigirse si necesitan ayuda. Para poder llegar a más gente también se cuenta con la colaboración de los departamentos de servicios sociales municipales.
De cara a esta iniciativa, la fundación ha incorporado a su plantilla a dos nuevas trabajadoras sociales, una educadora social y una psicóloga y, en breve, esperan firmar un convenio de colaboración con el Colegio de Psicólogos de Galicia y la Universidade de Santiago.