La sed de terraza de los pontevedreses puede más que el frío o la lluvia
Por Manu Otero & Mónica Patxot
Un mes después del cierre decretado por Sanidade para contener la segunda ola de la pandemia de la covid-19, las calles de Pontevedra vuelven a ocuparse con mesas. Hay pocas, pues la mayoría de los hosteleros decidieron permanecer cerrados por las rígidas restricciones de aforo y horario; pero los pocos que se lanzaron a montar sus terrazas, tienen sus sillas ocupadas.
"Aquí estamos inaugurando la temporada tomando una caña, había muchas ganas", resume el sentir general de la ciudadanía un cliente del Bar Estrella resguardado de la lluvia, el viento y el frío bajo una sombrilla.
No será nada fácil encontrar una mesa en este tímido regreso de la hostelería. El mal tiempo no anima a montar mesas en espacios abiertos, la mayor parte de los locales permanencen cerrados y la demanda está por las nubes. "Parece que sí que había ganas porque las mesas ya las tenemos reservadas para hoy, para mañana y para el domingo", afirma Ángélica Suárez, copropietaria del Bar Estrella, con una mezcla de satisfacción y pena. "Tenemos ganas de volver a la normalidad, de esta manera no se puede sostener el negocio", remarca.
En este caso se han decidido a reabrir la terraza porque ya habían implantado el servicio a domicilio en noviembre. "Ya que tenemos que estar aquí aprovechamos y pusimos dos mesitas en la terraza. Pero sin el servicio a domicilio, evidentemente no compensa y encima con este tiempo", reconoce Suárez apoyando a los compañeros del sector que apostaron por mantener la verja bajada.
La necesidad de facturar de muchos autónomos de este gremio los ha obligado a abrir sus puertas ante la mínima oportunidad. "El que tiene pocas mesas y muchos empleados no abre, pero si eres autonomo y tienes unas mesas pagadas y te dejan poner la mitad, sí. Estamos en quiebra", explica Ramón Pedras, dueño de La Cata.
"Todo o que cae na rede é peixe", explica con una metáfora marinera la importancia de la escasa recaudación que conseguirán estos días. "Queremos abrir y que nos dejen trabajar", reivindica el hostelero.
Con más humor se lo toma José Amoedo, dueño de la cafetería América, que reabrió este viernes su local. "Decidín abrir porque hai moitas separacións e divorcios. E dixen: 'vai ser unha solución, así están entrentenidos'", bromea el empresario para quitar importancia al drama que está atravesando el sector. "Con tres mesas sabemos que non imos facer moita cousa, pero estamos deseosos de non oxidarnos. A ver se para a semana que ven podemos volver ter a xente dentro con todas as precaucións porque a enfermidade non a queremos", confía un esperanzado Amoedo.
Lo que es seguro es que no existe ninguna alerta roja, ni la de la covid ni la meteorológica, que rompa el compromiso de la ciudadanía pontevedresa con sus hosteleros. En este gris primer fin de semana de regreso de las terrazas, las mesas están ocupadas. Y cuando la pandemia pase, el número de sillas en las plazas de la Boa Vila seguirá quedándose corto.
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