La devoción por San Benitiño vence al miedo por el coronavirus
Por Redacción & Cristina Saiz
El coronavirus no ha impedido que cientos de pontevedreses hayan renovado este sábado su devoción por San Benitiño. Esta romería popular, que tradicionalmente supone el arranque de las Festas de Verán de Pontevedra, se ha celebrado eso sí con muchas restricciones.
Así, el acceso al templo ha estado limitado a 125 personas -regulado por tres vigilantes- y entre las misas, que se celebraron cada hora, voluntarios de la parroquia desinfectaron los asientos.
Para asistir a la misa y visitar al santo era obligatorio el uso de mascarilla, los bancos contaron con señales para que los asistentes mantuviesen la distancia interpersonal de 1,5 metros y se colocaron dispensadores de gel en el interior del monasterio.
Además de proteger la talla de San Benito con un plástico para evitar contagios, se ha impedido la venta de todo tipo de productos, a excepción del tradicional aceite que se ha podido adquirir en unas dependencias próximas al templo.
En las inmediaciones del monasterio no ha faltado el pulpo, que se ha servido en unas carpas que, además de proteger a los asistentes del sol y del calor, contaban también con un estricto protocolo de seguridad, limpieza y desinfección.
Lo que sí ha sucumbido a la actual situación sanitaria fue la vertiente más lúdica de esta romería, organizada por el Concello de Pontevedra.
El gobierno municipal entendía que no se daban las condiciones para organizar, en las inmediaciones de la playa fluvial, la tradicional comida popular a base de mejillones y empanadas. Tampoco se ha organizado la verbena nocturna de todos los años.
A este respecto, el Concello solo ha mantenido las dianas y alboradas, con pasacalles de grupos tradicionales que actuaron a lo largo de toda la jornada de manera itinerante para evitar aglomeraciones del público en un mismo punto.