Termómetro nada más llegar, botas desinfectadas y un tercio del aforo: así se adapta el albergue a los peregrinos de la era Covid-19
Por Natalia Puga & Mónica Patxot
La experiencia de realizar el Camino de Santiago ya no será la misma con la nueva realidad que ha llegado para quedarse con la pandemia del coronavirus. El uso generalizado de mascarilla, la distancia de seguridad y el inevitable miedo al contagio la marcarán y cambiarán irremediablemente y han obligado a realizar adaptaciones en todos los servicios que ofrecen al peregrino.
En Pontevedra, el albergue Virgen Peregrina ya lo tiene todo listo de cara a la llegada este miércoles 1 de julio de los primeros caminantes y, en las horas previas, han realizado una demostración de todo el protocolo de seguridad e higiene puesto en marcha. "Que sepan en Australia, en Canadá, en Estados Unidos y en Brasil que en el albergue tomamos todas las medidas que están en nuestras manos para recibir a los peregrinos como se merecen en este tiempo tan difícil", explicó Tino Lores.
El presidente de la Asociación Amigos del Camino Portugués y director responsable del albergue desde su apertura en 1999 explicó que, como todos los albergues del Camino, han hecho un "gran esfuerzo" que se abra este miércoles 1 de julio, mismo día que se abren las puertas de la Catedral de Santiago y del Centro Internacional de Acogida al Peregrino, donde se expide a Compostela, y que "el mundo sepa que aquí estamos preocupados y estamos poniendo todos los medios para que los peregrinos se sientan seguros".
Esos medios a los que hace referencia se testaron este martes e incluyen la puesta en marcha de medidas de protección tanto para los peregrinos como para los hospitaleros, voluntarios que, en su mayoría, superan los 70 años y, por lo tanto son grupo de riesgo en caso de contagio. Se ha garantizado, a través de la instalación de mamparas, que no tengan ningún contacto entre ellos.
Ya antes de entrar en el albergue los peregrinos pasan dos filtros. El primero, en la entrada, incluye que faciliten al personal su credencial de peregrino y su identificación personal y se les pone el termómetro para conocer su temperatura temporal y descartar un posible contagio.
En caso de que el caminante no tenga fiebre ni presente otros síntomas como cansancio , agotamiento, tos o dificultades respiratorias, puede pasar al segundo filtro, pero si el hospitalero nota algo sospechosos llamará al teléfono habilitado por la Xunta para sospechas de pacientes con Covid-19.
Tino Lores insiste en que antes llegaba un peregrino y les decía "duermo en cualquier sitio" y se les buscaba un hueco, pero en esta nueva normalidad no hay margen para ninguna concesión, "ya no pueden dormir en cualquier lado ni venir tres días sin lavar porque hay medidas higiénicas y sanitarias". Lógicamente, "el peregrino que viene caminando, viene sudado, pero venir sudado no es venir en otras condiciones de limpieza o embriaguez", añade.
Una vez superado ese primer filtro, entra en el albergue, se realiza el checking en la recepción, a través de una mampara y si ningún contacto, "nos da los datos y los cubrimos nosotros, no hay ningún contacto, ni el bolígrafo". En ese momento, se le da una sábana individual y de un solo uso para su estancia.
Para acceder es obligatorio el uso de mascarilla y el peregrino debe pasar por una alfombrilla con líquido desinfectante para limpiar el calzado. Además, se le entrega una bolsa para las botas, por si quiere dejarlas ya en la entrada, y otra para la mochila. Los enseres personales sí puede llevarlos a la habitación, pero ubicará esta bolsa en la cama superior de su litera y no la pondrá en contacto con nada ni nadie más.
El protocolo anti contagios ha implicado reducir el aforo de los 72 peregrinos habituales a 22, distribuidos en dos habitaciones de un máximo de 11, con solo las camas inferiores ocupadas. Además, no pueden dejarse objetos en el suelo porque se ha redoblado la limpieza y se desinfectará todo el albergue por la mañana y por la tarde.
El albegue anti Covid-19 tiene, además, un circuito de entrada y salida para que los peregrinos no se crucen, ha adaptado los espacios comunes para que se respeten las distancias de seguridad y exige que cada usuario desinfecte el espacio que utiliza al entrar y salir del comedor y las zonas comunes y en las duchas y aseos.
Ya por la mañana, antes de reanudar su camino, deberá tirar la sábana de un solo uso y las bolsas que utilizó para las botas y la mochila a una papelera habilitada para la ocasión. Y no olvidarse de salir por el lugar indicado, pero no cruzarse con posibles contagios.
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