El ocio nocturno pontevedrés, al borde del KO
Por Manu Otero
Tres meses con la reja bajada y las facturas acumulándose sobre la mesa. La reapertura del ocio nocturno en Pontevedra está próxima. Será el 8 de junio. Pero el sector está al borde del abismo y la nuevas normas de seguridad que deberán cumplir y hacer cumplir a sus clientes no auguran un futuro nada halagüeño. "La situación es crítica, no van a llegar a abrir todos los que cerraron, están perdiendo mucho dinero", alertan desde la Asociación de Hosteleros Empresarios de Pontevedra (Hoempo).
La luz al final del túnel comienza a verse, pero los empresarios aseguran que subsistir tanto tiempo cerrados fue muy duro. "Lo llevamos muy mal", confiesa Jorge Santos, uno de los socios de la Discoteca La Luna, en la que solo 3 de sus 26 empleados han empezado a cobrar el Erte. "Sufro por ellos, es una injusticia", se queja.
También para los empresarios las circunstancias son agónicas. "Subsistimos con los ahorros y un crédito ICO para tener liquidez", explica Julio Barral, dueño de los pubs Patrimonio, Fetiche y Aranda en la zona vieja de Pontevedra. En su caso, cada mes cerrado supone un nuevo clavo en su ataúd porque los propietarios de los bajos no le han perdonado el alquiler. "Y son muy altos", enfatiza a la vez que reconoce que en solo uno de sus locales le redujeron la cuota a la mitad durante dos meses.
La negociación con proveedores marcó el confinamiento para ellos. La SGAE aplazó sus cobros y en algunos casos los operadores de televisión suspendieron sus tarifas, pero impuestos como la cuota de autónomos o las tasas municipales tendrán que seguir pagándolos. "El Concello retrasa las tasas, pero seguramente nos va a cobrar el agua y la basura. Creo que hasta es ilegal que nos cobren un servicio que no nos han prestado", critica Carlos Fontán, propietario de El Bruc.
Desde el colectivo de la hostelería se sienten desamparados por el gobierno local, sobre todo cuando las ayudas al sector en municipios vecinos no dejan de sucederse. "Se nos abren las carnes cuando vemos a otros concellos, en Pontevedra se comportan como si no hubiera habido una pandemia", denuncian desde Hoempo, citando medidas como la gratuidad de las terrazas para los dos próximos años aprobadas en el Concello de Marín.
Aun así, la hora de la reapertura se acerca y el sector afronta con una mezcla de miedo e ilusión su nueva normalidad. "Habrá problemas por las restricciones del Gobierno, el miedo de la población y el miedo del propio hostelero a que la clientela no respete las normas", exponen desde la asociación. Pero deben abrir, no hay otra salida.
Y para sortear los obstáculos de la nueva normalidad tendrán que reinventarse. "Se tiene que terminar eso de entrar a un pub y no consumir, ahora habrá que pagar entrada y habrá que adoptar el concepto del tardeo para ampliar los horarios", sondean desde el sector.
Ofrecer seguridad a empleados y clientes es la principal meta de los empresarios que, dadas las limitaciones de aforo y separación entre personas que recoge el borrador que regula el nuevo funcionamiento de estos locales que ya circula por las redes sociales, apostarán por la organización de fiestas privadas o reservados para grupos de amigos. "Lo de ir a ligar y acercarte va a estar muy complicado", reconoce Barral.
Esa restricción puede suponer la tumba para uno de los locales con más renombre de la capital. "Nosotros funcionamos con gente mayor, que son grupo de riesgo, y que vienen a bailar. Además, no podremos abrir con la mitad de aforo porque no nos da para cubrir los gastos", explica uno de los propietarios de La Luna.
Esa obligación de mantener la distancia de seguridad y la imposibilidad de socializar en estos locales es lo que más preocupa al sector, que temen que su negocio pierda todo su atractivo. "Nosotros no somos como un local de comida rápida que vienes a recoger tu copa y te vas. Todo el mundo sale para conocer gente o estar con amigos que no ves entre la semana. Estas nuevas normas son incompatibles con eso", lamenta César Sánchez, propietario del Cielo.
La rentabilidad de estos bares de copas y salas de música está en el aire. Es por ello que muchos empresarios tiran de imaginación para buscar una alternativa que los salve de la ruina. Aprovechar el modelo de ciudad de Pontevedra para atender a sus clientes al aire libre, en las plazas, es una idea. "Pero en Pontevedra está prohibido consumir alcohol en la calle y no creo que estén dispuestos a hacer una excepción", admiten desde Hoempo desesperanzados ante un gesto del gobierno local que podría ser un verdadero salvavidas.
"Hay que luchar y ser positivos, porque es la única esperanza que tenemos. Porque ya casi ni ir a misa a rezar te dejan", concluye con humor Carlos Fontán.
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