La 'nueva normalidad' llega a las plazas de abastos
Por Redacción
Los primeros pasos de la desescalada cara una nueva normalidad se hicieron notar en las plazas de abastos. Según traslada el Grupo de Acción Local del Sector Pesquero (GALP) de la Ría de Pontevedra, las placeras constataron un cambio en los flujos de personas y de ventas, así como nuevas problemáticas relacionadas con las normas para la prevención de la COVID-19.
"Hay un poco más de gente y ya no repartimos tanto a domicilio como antes", comenta el presidente de la Asociación de la Plaza de Abastos de Sanxenxo, Egidio Barral. Desde la declaración del estado de alarma "servimos más a domicilio porque había clientes que no podían venir" pero los que venían "lo tomaban con calma porque hacían una compra más grande, para toda la semana, al no poder venir dos o tres veces a la semana", explica.
En la plaza de Bueu también notan que los ánimos de la gente están más calmados. "Al principio la gente venía con miedo, compraban y marchaban pero ahora están tan relajados que hasta hacen corrillos y paran a hablar", cuenta la presidenta de esta plaza, María de los Ángeles Cruz.
Pero para llegar a este punto las placeras pasaron varias semanas difíciles. "Durante la etapa de confinamiento notamos que las ventas bajaron mucho y ahora hay algo más de movimiento, pero nada parecido a lo de antes", explica Rocío Domíguez de Pescados Bea, en la plaza de Pontevedra.
Esta placera de tercera generación considera que el desastre económico de muchas familias que, de un día para otro, se encontraron sin ingresos y recursos, impacta en el movimiento de producto: "Hay gente que no cobró los ERTES y eso se nota en las ventas", expone asumiendo que aquellos clientes que vieron mermada enormemente su capacidad adquisitiva no volverán.
En el mercado de Portonovo solo permaneció abierto un puesto de marisco, Mariscos Portomar, regentado por Loli Alarcón, presidenta de esa plaza. "Durante el estado de alarma en la plaza lo pasamos muy mal porque la gente no salía de la casa y hacían sus compras en los supermercados", rememora Alarcón.
"De las plazas, como que se olvidaron", y añade que "cuando pasó una semana la gente, con cuidado, empezó a venir poco a poco" pero lo que realmente supuso una ruptura con la tendencia negativa en ventas fue "llevarle la compra a casa a todo el mundo: el servicio a domicilio, que hacíamos sin pedido mínimo".
Con crisis o sin ella "el cliente que es de mercado va a seguir siendo de mercado", esta máxima la repiten los cuatro entrevistados. Rocío Domínguez lo tiene claro: "Mi clientela respondió al máximo, no me falló una, tuvieron un comportamiento ejemplar, son fieles y no cambian de establecimiento y si no podían venir me pedían y les servía a domicilio", refiere, orgullosa del compromiso de su clientela.
En Pontevedra, el mercado no solo vive de la ciudad del Lérez sino también de las aldeas y de las gentes del entorno, así que el servicio a domicilio empezó a trabajar ya en los primeros días del confinamiento. "Funcionó muy bien y pude llevar la mercancía a mi clientela", explica la responsable de Pescados Bea.
Barral estima que en Sanxenxo "el reparto a domicilio estuvo funcionando bien" y cree que los nuevos clientes que -o bien se acercaron hasta la plaza o bien pidieron a domicilio- "son clientes que podemos ganar porque vieron la diferencia de nuestros productos, la calidad que tienen".
Y no solo enviaban producto a clientes de todos los días sino que parte del género iba destinado a envíos para el resto de la península. "A mí lo que me salvó fueron los envíos para fuera", reconoce Loli que tiene un listado de clientes "de verano" que durante el confinamiento realizaron pedidos y que "en menos de 24 horas tenían el producto de la plaza en la casa".
Este tipo de pedidos también aumentaron en la plaza de Sanxenxo, su presidente señala "un incremento importante en los pedidos para fuera, para Madrid, Barcelona, Asturias… todas las semanas salía algo; el cliente pide lo que precisa hoy por la mañana y al día siguiente, antes de las dos de la tarde, ya lo tiene en la casa".
En la plaza de Bueu también hubo mucho movimiento gracias al servicio a domicilio y María de los Angeles, su presidenta, está convencida de que durante este tiempo "conseguimos fidelizar a clientes que no eran habituales". Lo mismo piensa la representante de las placeras de Portonovo: "El cliente nuevo que hicimos durante la pandemia queda porque una vez que vas a la plaza, ¿donde tienes un producto de calidad y un buen servicio, por que vas a cambiar?", pregunta Alarcón.
A pesar del confinamiento la gente compra pescado y, aunque sorprenda, también marisco. Cruz, que mantuvo su puesto de venta de marisco y bacalao abierto, reconoce que en la última semana "a venta fue bastante buena". La gente se anima y en su puesto los centollos, langostinos, almejas, berberechos, mejillones y bogavantes encuentran comprador.
En Portonovo, Loli se mantuvo al pie del cañón vendiendo marisco. Sus clientes se decantaron por los mejillones, berberechos, almejas y langostinos… "Y en los fines de semana se animan y sale el centollo de la ría, la cigala, la gente al no poder salir de la casa a un restaurante quiere darse un gusto y preparan algo especial".
El puesto de Rocío dispensa estos días "pescados azules pequeños que en este tiempo apetecen" y también "algo de marisco" porque "la gente para salir de la rutina lleva una centoliña, un buen pescado y hace una buena comida". En los primeros compases del confinamiento se vendió bastante merluza, "un pescado que había perdido el prestigio pero que como congela muy bien tenía compradores" también "el rodaballo y el sanmartiño".
Para todos ellos, el servicio de entrega a domicilio sirvió para capear la etapa más dura de esta crisis sanitaria. Con la gente recluida en las casas y las ventas en supermercados y online al alza, consiguieron no solo seguir suministrando a sus clientes habituales, sino también acercarse a nuevos compradores que, a buen seguro, se convertirán en "fieles de la plaza".
"Creo que la plaza saldrá reforzada porque la gente valorará lo que tenemos"
En los mercados y plazas de abastos es posible hacer una compra saludable y comprometida, una apuesta por el producto local y de temporada que (re)active el empleo y la economía de las villas. A pesar de la crisis provocada por la COVID-19 Loli es optimista: "Creo que la plaza saldrá reforzada porque la gente valorará lo que tenemos".
Todas las plazas están trabajando bajo unas pautas que extreman la higiene y la seguridad al fin de evitar contagios y de garantizar la seguridad tanto de trabajadores como de clientes. El uso de máscaras y guantes, la colocación de dispensadores de gel, los carteles informativos o las barreras para garantizar el distanciamiento social son una realidad a la que se tienen que habituar los dos extremos del proceso de compra.
Al trabajo para garantizar la seguridad y el uso indispensable de materiales que actúen como barrera ante la COVID-19 hay que sumarle la responsabilidad de las placeras que velan por el cumplimiento de las normas.
"Siempre hay alguien que viene sin máscara o sin guantes o que no respeta las medidas y nosotros tenemos que avisarles", comenta el presidente de la plaza de Sanxenxo. Y es que como bien sabe María de los Angeles por lo que observa en la plaza de Bueu "hay gente que lo hace bien pero también quien lo hace mal".
En su plaza procuran evitar las aglomeraciones que se producen ciertos días así que, a mayores de las normas, "a veces hay que decirles algo a los que vienen porque no puede ser que entren familias juntas" al final "hay quien se adapta bien las normas pero hay otros que no son conscientes, o no respetan o bien no se dan cuentan, y tenemos que darles un toque".
"Las máscaras son duras, son incómodas, pasamos calor, la desinfección es constante, usas los guantes –yo no cojo pescado sin guantes- pero cada vez que los quitas tienes que darle con el gel… yo tengo las palmas de las manos sin piel!", reconoce Rocío que, además, está convencida de lo fundamental que es "seguir las medidas de seguridad y no relajarnos".
Durante la fase 1 la movilidad estuvo limitada a la provincia, cierto que en las plazas de Bueu, Pontevedra, Sanxenxo y Portonovo me los podía encontrar gente de otros ayuntamientos pero era algo puramente testimonial. Ninguno de los entrevistados cuenta con los clientes de fuera hasta más entrado el verano y con limitaciones ya que el turismo va a sufrir un duro revés. Tras perder la campaña de Semana Santa, estiman que la de verano no tendrá la afluencia de otros años.
"Cuando podamos movernos a nivel autonómico ya será otra cosa"
Barral reconoce que la movilidad provincial se notó "un poquito", también la segunda residencia "con gente de Vigo o del interior de la provincia pero un porcentaje muy pequeño" y espera que "cuando podamos movernos a nivel autonómico ya será otra cosa". Loli sabe que a la gente le gusta "venir a la plaza, ver lo que hay, mirar el producto" pero asume que "este año va a ser un poco duro, tendremos que capear el temporal y, mientras sigamos aquí, ir peleando". Rocío tampoco es optimista porque "ahora mismo las ventas están muy bajas", y lo relaciona con la limitación de movilidad interprovincial.
El canal Horeca, tan fundamental para la plaza, sigue cerrada y aunque algunas terrazas están abiertas eso no influye en las ventas de los praceiros y placeras. El verano copa las esperanzas del sector de la restauración y puede insuflar vida a las economías de las plazas, sin embargo hay muchas reservas con respeto a la reapertura de los restaurantes. Rocío no augura una buena campaña "mucha gente no vendrá, va a ser un verano pobre, y a nivel restauración, no sé como harán para mantenerse".
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