El sector pesquero y marisquero de la ría de Pontevedra mantiene la esperanza por la recuperación de la actividad
Por Oskar Viéitez
El decreto del estado de alarma, el pasado 13 de marzo, frenó parte del sector pesquero y marisquero de la ría de Pontevedra. Dos meses después y trala entrada en la primera fase de la desescalada, los ánimos de la gente del mar oscilan entre la sensación de estancamiento y la esperanza por la recuperación de la actividad.
El Grupo de Acción Local del Sector Pesquero (Galp) recogió la visión sobre la situación actual de varios representantes del sector en la Ría de Pontevedra. Concretamente fueron la presidenta de la Cooperativa del Mar San Miguel de Marín, Beatriz Vázquez Piedras; la patrona mayor de Lourizán, María del Carmen Vázquez; el secretario de la cofradía de Bueu, José Barreiro; y el patrón mayor de Portonovo, Juan José Besada.
"Los precios se comportan como un filo de sierra, es un sube y baja continuo. Es cierto que no suben mucho porque no es una época de precios muy excesivos, pero cuando bajan, bajan bastante. El precio del pescado fino, como el lenguado, es muy barato", expone la presidenta de la Cooperativa Mar San Miguel de Marín, Beatriz Vázquez Piedras. Una caída de los precios que los demás representantes también constataron al inicio de la pandemia y que sigue manteniéndose para algunas especies que, por su tamaño y elevado precio, son absorbidas en mayor proporción por la restauración.
"El precio del pulpo grande bajó mucho porque los particulares no lo quieren y, al estar los restaurantes y la exportación cerrados, queda para la refrigeración. De hecho, estamos vendiendo más caro el pulpo pequeño que el grande, que pegó una bajada de casi dos euros por kilo", apunta el secretario de la cofradía de Bueu, José Barreiro.
Además del precio del pescado fino, otra de las cuestiones que más preocupa al sector es el presente y futuro del marisqueo. "La situación es prácticamente igual al inicio del estado de alarma. El 90% de las ventas de la lonja proceden del marisqueo y no vendemos una almeja desde el 13 de marzo, por lo que tuvimos que solicitar las ayudas por la bajada de la productividad", indica la patrona mayor de Lourizán, María del Carmen Vázquez. Esto supone la paralización casi total de la lonja de Campelo que ve limitadas sus ventas al choco y a alguna pieza suelta como el bogavante o centollo.
En la lonja de Bueu, las capturas también experimentaron un importante descenso, dado el paro de la navaja, el percebe o la almeja por la falta de la demanda. "En el primer cuatrimestre de este año hablamos de unas pérdidas de 250.000 euros, o sea, un promedio de 60.000 euros al mes en ventas. Toda vez que el mes de enero y febrero fueron normales, con mal tiempo, pero normales, es un descenso muy importante", indica Barreiro. La faneca, la pescadilla, a maragota, el pinto o el pulpo son algunas de las especies que ofertan ahora mismo.
Por su parte, las lonjas de Portonovo y Marín siguen trabajando con las mismas especies que solían hacerlo por esta época del año, sin registrar un gran descenso del volumen de capturas. En el primer caso, podríamos hablar de capturas de jurel, sardina o raya, y en el segundo, de xouba, choco, faneca o rabada.
"Estamos al 80%, ya que algunos barcos no están yendo al mar, como es habitual en esta época del año", comenta el patrón mayor de Portonovo, Juan José Besada. Sobre la evolución de los precios, observa que, pasado el primer mes, estos repuntaron y ahora ya "tienden a estabilizarse".
En el caso de Marín, en palabras de la presidenta de la cooperativa San Miguel, "nunca se cerró la venta, los barcos siguen entrando igual. Incluso algunos vienen derivados de Vigo, que está un poco más capado".
EL NUEVO PROTOCOLO DE HIGIENE
Todas las lonjas aplican las nuevas normas de higiene para luchar contra la Covid 19, convirtiéndose el uso de mascarillas y guantes, y la desinfección constante en una rutina más.
"Ya de antes se limpiaban diariamente todos los mecanismos con disoluciones de lejía; por eso, cuando empezó todo esto, nosotros ya lo estábamos haciendo. La gente lo asume y toma responsabilidad. La seguridad es máxima", informa Besada. Una lonja, la de Portonovo, que, al igual que a las demás, tuvo que suspender las visitas de vecinos y turistas para asistir a las subastas.
"Es cierto que al principio hubo falta de mascarillas y a la gente le costó un poco adaptarse a las exigencias del protocolo. Ahora, ya entran con ellas y con los aguantes e intentan mantener la distancia entre los compradores. También el pescado está más esparcido para evitar aglomeraciones", comenta Beatriz Vázquez sobre estas normas que "vienen para quedar". "Los guantes son necesarios y las mascarillas, igual son un poco incómodas, pero tampoco estás tosiendo encima del pescado. Tampoco es algo tan descabellado".
Desde Campelo, la acogida también fue buena, segundo informa la patrona mayor de Lourizán, que da cuenta de la instalación de paneles de metacrilato en las oficinas para evitar el contacto. En este sentido, considera imprescindible reactivar el marisqueo para ver cómo se acomodan las nuevas exigencias a su actividad, "probar la seguridad de los controles" y hacer, de ser necesarios, los correspondientes ajustes para desarrollar su trabajo con todas las garantías de higiene y seguridad.
Para el secretario de la cofradía de Bueu, el nuevo protocolo consistió en una "adaptación dentro normalidad", incidiendo en que "el fundamental es guardar la distancia de seguridad y lavar las manos".
EL CONSUMO
Poco a poco las plazas de abastos comienzan a recuperar el movimiento anterior al inicio de la pandemia y, en algunos casos, a superarlo, tal y como apunta el patrón mayor de Portonovo. "La gente se está acostumbrando a comprar más pescado de proximidad. Por suerte, ahora hay más personas en la plaza que hace seis meses y esto anima mucho a los pescaderos. A ver se esto continúa y no nos quedamos en los supermercados y en los congelados".
Besada achaca este aumento de afluencia al tiempo que destina ahora la ciudadanía a la compra al no poder desarrollar plenamente otras actividades. "Antes andábamos todos a prisa, cogías lo primero que encontrabas y adiós".
En cuanto a la restauración, la entrada en la fase una no provocó un aumento de la demanda por esa vía. "Es una compra normal, contenida, no muy exagerada. Lo normal para esta época. Ahora comenzarían los restaurantes a comprar pescado más fino pero, por el momento, aun no es así", explica Beatriz Vázquez desde Marín. Una visión compartida por Barreiro, desde Bueu: "Yo creo que hasta que se entre en una fase en la que puedas compatibilizar terraza con interior, aunque sea al 50%, no alcanzaremos un alivio. Además, los mercados importantes como son los de Madrid o Barcelona siguen cerrados".
Y es que la apertura del canal Horeca, acrónimo de hoteles, restaurantes y cafeterías, juega un papel muy importante en la recuperación del sector, particularmente del marisqueo. "La hostelería es el principal cliente", afirma rotunda la patrona mayor de Lourizán mientras muestra su preocupación por el impacto que pueda tener el tardío despegue del turismo en la actividad. "Para la navaja, el percebe, la almeja o un rodaballo grande si la demanda del canal Horeca está cerrada mal vamos", agrega Barreiro.
EL FUTURO
Las miradas de los entrevistados se posan en el futuro de manera diferente. Si bien es cierto que durante este tiempo en Marín y Portonovo continuaron saliendo al mar, en Campelo y Bueu el freno del marisqueo provocó un mayor impacto en su actividad.
"Hace falta empezar a trabajar poco a poco para saber dónde fallamos y como responde el mercado; darle algo de lo que tenemos y no dejar que se nos escape. Hay que pensar en el sector y no esperar a empezar todos al mismo tempo". Para Mª del Carmen Vázquez es necesario volver al marisqueo en un contexto de "cambio bestial" y de mucha inestabilidad para las cofradías. "Este año va a ser peor que crisis de 2014", dice al recordar la marea roja que sufrió la ría de Pontevedra aquel año.
Una apuesta por el funcionamiento del sector desde el colectivo y la proactividad con la que coincide el secretario de la lonja de Bueu. "El paro de especies como el percebe o la navaja nos llevará a tener que cambiar los sistemas tradicionales en muchos aspectos. Por ejemplo, para poder vender la navaja, al ser un marisco que aguanta poco, habrá que ir al mar ya con el pedido hecho. El camino irá por ahí y además se evitará que haya muchos compradores en una subasta", expone.
"La tendencia tiene que ser la mejor. La restauración va a ir abriendo poquito a poquito y la alegría de la gente va a ir aumentando al poder salir de la casa", comenta la presidenta de la cooperativa San Miguel de Marín sobre cómo se presentan las próximas semanas. "No creo que tengamos mucho problema para adaptarnos a esta nueva realidad", añade al respeto Juan José Besada.
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