El colectivo profesional de los socorristas, tanto en espacios naturales como recintos cerrados, no tiene por delante una situación fácil. Si a su coyuntura laboral y la falta de reconocimiento social se suman los condicionantes y riesgos que conlleva "el primer verano de la era COVID", administraciones y usuarios tienen que adoptar medidas rápidamente y tomar conciencia.
Roberto Barcala es profesor e investigador en la Universidad de Vigo y coordinador del grupo de trabajo de socorrismo de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias. "Anticipar los problemas es fundamental, pero hay que empezar a dar soluciones" advierte.
Soluciones que en este mismo momento deben pasar por una formación rápida y entrenamiento adaptado a la nueva realidad, dotación de material, y protocolos claros para identificar riesgos en usuarios y en socorristas; señalando en este punto la idoneidad de disponer de test rápidos para este colectivo que estará expuesto en rescates e intervenciones de primeros auxilios..
Y una vez que sea posible la estancia en playas "fomentar más que nunca la prevención. Esto tiene que ser machacante. Y cuando los socorristas tengan que intervenir tiene que haber directrices claras de: cómo intervenir, cuánto riesgo pueden asumir y si deciden asumirlo porque toda víctima en ausencia de información, debería ser tratada como un posible COVID-19".
Cualquier actuación de este colectivo va a requerir nuevos procedimientos. Comenzando por los organizativos en la prestación del servicio; pasando por las vigilancias, asistencias en los puestos de primeros auxilios y terminando en las actuaciones de rescate. En estas últimas Barcala recomienda "promover los rescates desde embarcaciones siempre que sea posible porque van a ser más rápidos y con menores riesgos".
Otro experto consultado es Cristian Abelairas, integrante también de SEMES y del Grupo REMOSS, un equipo multidisciplinar de investigadores en Galicia que trabajan colaborativamente para responder a las necesidades científicas y divulgativas en el salvamento y socorrismo. "En general hay incertidumbre y miedo porque en muchos casos las condiciones no son las óptimas y esas situaciones se van a ver agrabadas por este virus".
Mirando a las administraciones públicas Abelairas añade otra necesidad "inversión, este año todavía más y que se entienda como tal, no como un gasto. Tanto inversión en recursos materiales como humanos". Y finalmente a los ciudadanos que comprendan que "el socorrista no es un perro guardián, estamos para protegerlos y ahora necesitamos que ellos también nos protejan con la responsabilidad individual, su comportamiento va a ser fundamental".