Los hosteleros alertan de terrazas masificadas y piden a los clientes que sean responsables
Por Manu Otero
Dos meses después, las terrazas de Pontevedra volvieron a abrir. Y como ocurrió cuando se volvió a permitir salir a pasear, las ganas pudieron con la prudencia. Pocos fueron los bares que decidieron retomar la actividad, pero aquellos que lo hicieron vivieron verdaderas avalanchas de clientes ansiosos por compartir una caña con amigos.
"Hubo problemas y alguno no cumplió las normas", reconoce el presidente de la Asociación de Hosteleros Empresarios de Pontevedra (Hoempo), Víctor Pampín.
En los grupos del sector, hubo hosteleros que compartieron sus sensanciones del primer día. Y muchos coinciden en que se vieron superados por la masiva afluencia de clientes. "Desinformación y poco civismo", resume una hostelera su jornada.
"Fui incapaz de dominar la situación, fue horrible, me dolía el estómago de ver que nadie me hacía caso, cerré a las nueve de la noche a gritpo pelado. Muy mala mi experiencia", añade la trabajadora que pudo constatar que este martes la situación era más llevadera.
Comprenden los hosteleros las ganas de volver a reunirse con amigos y agradecen la confianza de los clientes, pero piden prudencia y responsabilidad a la hora de acudir a una terraza. "Ayer fue un desmadre, yo sabía que se venía una avalancha y tampoco me veo haciendo de policía", explica Marta González, dueña de la Gramola, una de las razones por las que su negocio permanece cerrado.
El aspecto económico es el principal motivo por el que la mayoría de bares decidieron no subir la persiana. "La mayoría no abrimos porque no es rentable, hay gastos de personal, de luz... es inviable", explica Pampín. "Es cuestión de números", añade Ángel Sorey, de la Taberna Zentola. "A un 50 % de terraza, yo solo tengo tres mesas y mira que en la calle de atrás estoy yo solo, pero una mesa y media no me compensa", detalla Carlos Fontán, de la cervecería El Bruc.
La falta de claridad en las medidas sanitarias tampoco sirve para animar a retomar la actividad. "Hay confusión en cuanto a las normas y es difícil hacer que los clientes cumplan con la distancia de seguridad", señala Sorey. "Ni siquiera pudieron decirnos si podríamos poner pinchos o no", reclama Marta, que pide un protocolo de seguridad claro para volver a la actividad.
El distanciamiento social es una de las medidas que más se incumplió en la primera jornada de apertura de las terrazas. Es un propio hostelero el que dio ayer un paseo por la zona vieja para analizar el comportamiento de los clientes y compartirlo con sus compañeros de sector.
"Los clientes llegan y ya está completo pero presionan y tú acabas poniendo una mesita más. Luego llegan otros y se ponen de pie esperando pero ya te piden de beber y acabas dándole una porque te hace falta y porque son tus clientes y tienes miedo a perderlos", diagnostica este hostelero. "Así cada vez va llegando gente, no hace falta mucha para cargarse el aforo pues todos tenemos pocas mesas, y al final ni distancia de seguridad, ni mascarillas", apostilla.
Esta situación que se vivió en muchas plazas de la ciudad acabó en algunos casos con la intervención de la Policía Nacional. "Alguien lo ve desde una casa o mismo un cliente prudente llama a la poli, que viene y cruje al propietario. Y la sanción no es pequeña. Sé de uno que ayer fue sancionado y seguro que hubo más", alerta.
Por todo ello, la mayor parte del sector en la ciudad está decidido a mantenerse cerrado al menos hasta la fase tres. "Estamos barajando junio, pero a ver como pasan estos quince días y que no haya ningún rebrote", espera Marta que confiesa estar deseosa de reecontrarse con sus clientes. "Por ganas abriríamos ya, pero vamos a esperar", sostiene Sorey sin marcarse ninguna fecha.
Mientras tanto, los hosteleros siguen negociando con las administraciones y este miércoles está prevista un encuentro entre asociaciones de comerciantes de la ciudad para pactar peticiones y hacérselas llegar al Gobierno. "Ahora necesitamos hechos", exigen los hosteleros.