No es una invasión, los animales salvajes ya estaban aquí
Por Manu Otero
El aislamiento provocado por la pandemia del coronavirus detuvo de golpe la frenética actividad humana. Se acabaron las prisas, se vaciaron las autopistas y las emisiones contaminantes cayeron de forma drástica. Esta forzada calma contrasta con la efervescencia que la primavera provoca en la naturaleza y está brindando la oportunidad en muchos núcleos de población de reecontrarse con la naturaleza y descubrir vecinos que siempre estuvieron ahí, pero rara vez se dejaban ver.
"El confinamiento llega en época de reproducción de muchas especies y con más posibilidad de alimento gracias a la floración de las plantas. Además, la bajada de los niveles de contaminación puede hacer que mejore la población de ciertos animales más sensibles a los cambios, como abejas, mariquitas o luciérnagas", explican desde la Asociación Educativa y Cultural Animales del Mundo (AECAM).
No obstante, colectivos naturalistas, como Adega o Aecam; rechazan la idea de que la cuarentena esté provocando una invasión de fauna silvestre en las ciudades. "Ahora que nuestra presencia es más limitada, los animales se dejan ver con más frecuencia", puntualizan desde Aecam. "Débese dicir con rotundidade que non acontece nada fóra do normal coa fauna salvaxe. As gravacións de lobos, corzos, xabarís, raposos ou serpes en zonas urbanas son puntuais. É unha irresponsabilidade concluír que exista unha situación especial de cambios de comportamento na fauna derivados do confinamento", subrayan desde Adega.
Lejos de ser una amenaza, el confinamiento puede suponer una oportunidad para conocer mejor el entorno que rodea a los asentamientos humanos. "Estamos más acostumbrados a los cantos de los pájaros y a ver sus siluetas recortadas contra el cielo. Muchas especies son muy beneficiosas para nosotros, tanto en la ciudad como en el campo, porque se alimentan de esos “molestos” mosquitos o moscas y otros invertebrados perjudiciales para las cosechas", argumentan los fundadores de Aecam, Fátima Otero y Roberto Díaz.
Tampoco especias consideradas una amenaza para la actividad agrícola y ganadera han ganado terreno por la reclusión humana. "Son muchos los casos de jabalíes que bajan a las ciudades en busca de alimento o destrozan las cosechas", admite Otero, pero la causa no está en el confinamiento, pues ya se producían antes. "Nuestros bosques cada vez son más escasos debido a los incendios que año tras año devastan nuestro entorno, se reforesta con especies económicamente rentables para un pequeño sector, pero que no ofrecen alimento a la fauna y empobrecen el suelo impidiendo que haya biodiversidad. Si los animales no tienen comida, es normal que la busquen donde sea", razona.
En este sentido, el colectivo cazadores y agricultores demandan a la Xunta que autorice batidas de caza para controlar a los jabalíes. Algo que Adega rechaza frontalmente. "A poboación do xabaril non está descontrolada, senón que carece de xestión, pois a súa situación segue sendo igual que nos últimos anos. De non propiciar outras fórmulas de xestión da especie, amparadas en criterios científicos e rigorosos, a caza por si soa non vai mitigar nunca os danos nas colleitas ou os accidentes de tráfico", aseguran desde Adega.
El lobo es uno de los depredadores naturales del jabalí, pero tampoco el confinamiento está favoreciendo su reproducción. "Continúa la leyenda del lobo malo cuando es el único depredador capaz de mantener a raya a los jabalíes. La caza de lobos dispersa las manadas y favorece la aparición de lobos solitarios, que en su desesperación, atacan a las presas más fáciles, como la ganadería", argumentan desde Aecam pidiendo más protección y comprensión para esta especie.
En Aecam esperan que la pandemia sirva para reflexionar sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza. "Deberíamos replantearnos nuestro modo de vida y darnos cuenta de que una convivencia entre humanos y animales es necesaria", piden Fátima y Roberto, quienes alertan de que el mantenimiento del ritmo de vida anterior a la pandemia conduce de forma irremediable a "un cambio climático derivado de nuestra vida consumista y contaminante que nos matará a todos".
Esta asociación mantiene su firme compromiso de estudiar y divulgar el comportamiento de las especies animales con las que el ser humano convive. Fruto de sus actividades pudieron comprobar y captar imágenes de la vida en libertad en los montes de la provincia de especies como ginetas, nutrias, tejones o zorros. En Aecam trabajan actualmente en la redacción de un manual sobre cómo actuar cuando se produce un encuentro con animales silvestres y en un informe sobre la fauna salvaje como bioindicador del clima.
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