Cuando te cansas de ver Netflix y decides pintar la vivienda en tiempos de confinamiento
Por Anxo Lourido
Alba y Efren es una pareja que reside en una casa grande de dos pisos en Vilalonga, en el municipio de Sanxenxo. Pasado el primer fin de semana de confinamiento, decidieron coger pinceles, rodillo y comprar pintura para dar un lavado de cara al interior de la vivienda.
Alba es profesora de educación infantil y Efrén es autónomo, tiene una empresa de neumáticos. Ninguno de los dos tenía mucha idea de cómo pintar pero con mucha paciencia y entusiasmo decidieron realizar una actividad más productiva que sentarse frente al televisor y se pusieron manos a la obra.
"Teníamos ganas de pintar la casa, pero por falta de tiempo lo vas dejando. Y ahora, cómo no teníamos mucho que hacer... se convirtió en nuestro pasatiempo", afirma Alba Pérez Sieira, que reconoce que al principio, antes de que cerrasen todos los establecimientos para adquirir el material necesario para el pintado, resultó fácil hacerse con lo esencial para iniciar los trabajos.
"Después ya no. Tuvimos que pedir favores, hicimos llamadas a diferentes sitios, viendo dónde había determinadas cosas, buscando por internet. También compramos muebles. Fue complicado a partir del momento en que estaba todo cerrado", indica.
Y es que Alba y Efrén comenzaron con la idea de pintar pero, una vez puestos en faena, decidieron también instalar tarima flotante en la vivienda. Para dos neófitos en el ámbito de la reparación y rehabilitación de un hogar, la tarea se antojaba complicada, pero Alba explica que recurrió a su familia: "Tenemos mucha suerte, porque tengo un padrino y una familia con carpintería y por vídeollamada nos fueron ayudando, diciendo cómo poner todo", admite indicando que Efrén también es una persona que entiende un montón y que es hábil en este tipo de tareas.
"Está quedando bien" indica Alba con orgullo, "ya tenemos casi todo acabado. El problema es que comenzamos con mucha ganas porque no teníamos nada qué hacer y estábamos entretenidos. Y ahora, que está a medio hacer, empieza a costar. Cada vez cuesta más". Aún así bromea y ya alerta de que en caso de que el estado de alarma se prolongue estudiarán nuevos proyectos: "tenemos una piscina pequeña, pues habrá que hacerla más grande", bromea.
El pintado interior de las viviendas se ha convertido en algo frecuente durante este confinamiento. Alberto Gómez, director técnico de Dispaint Pintunova Galicia, señala que apróximadamente se ha incrementado la venta de pintura para particulares en más de un 50% respecto a meses anteriores, según los datos que manejan por los establecimientos a los que suministran y por las conversaciones que mantienen con otras empresas de la competencia.
Esta notable aumento se observa principalmente en personas que residen en zonas rurales o semi rurales. Alberto Gómez explica que la operación de organizar el mobiliario en un piso resulta más complicado para llevar a cabo el trabajo de pintado. Una situación que cambia en las casas unifamiliares donde normalmente hay más espacio.
Además, señala que también se realizan otro tipo de trabajos menores como pintado de verjas, puertas y cierres, y otras actividades que requieran material de ferretería. En este sentido señala que estos pequeños establecimientos han realizado en los dos últimos meses el mismo número de pedidos de material que el realizado durante todo el 2019 debido a la demanda de particulares.
Alberto Gómez, director técnico de Dispaint Pintunova Galicia: "la gente está en casa y piensa: ¿qué hago? limpio cuatro veces al día, Netflix ya lo tengo achicharrado... Y finalmente dice: voy a pintar porque para pintar nunca tengo tiempo"
"Al final se trata de eso, de aprovechar el tiempo", indica el representante de Dispaint Pintunova Galicia, "hemos recibido llamadas de toda Galicia pidiendo pinturas normales y pinturas de los efectos tiza, pizarra, magnético... que las revistas de decoración se encargan de poner de moda. Y es porque la gente está en casa y piensa:¿qué hago? limpio cuatro veces al día, Netflix ya lo tengo achicharrado... Y finalmente dice: voy a pintar porque para pintar nunca tengo tiempo".
Pablo Tomé, vecino de Pontevedra, también había decidido pintar una escalera y se vio sorprendido, cuando se encontró antes del inicio de la cuarentena, con colas de personas que esperaban su turno para adquirir botes de pintura en un establecimiento de la capital en el que decían que "nunca habían vendido tanto".
"Hay que aprovechar el tirón, porque después nadie va a querer pintar", afirma Alberto Gómez, señalando que tras el confinamiento, bajarán estas ventas a particulares, a la espera de que los profesionales que ahora han reducido al mínimo sus adquisiciones recuperen su actividad habitual: "tendrán que realizar fachadas y todo aquello en lo que se necesiten disolventes o realizar mezclas. Ahí el pintor profesional seguirá teniendo trabajo", vaticina a la espera de que la normalidad retorne pronto.