Una trabajadora afectada por un ERTE: "Entiendo a mi jefe, prefiero que me mande al paro a que no pueda pagar"
Por Manu Otero
El estado de alarma decretado por el Gobierno para frenar el avance del coronavirus frenó en seco la mayor parte de los sectores económicos del país. SIn actividad, los ingresos de las empresas se redujeron a cero y para sobrevivir los empresarios se ven obligados a reducir sus gastos al máximo. Una herramienta facilitada por la administración pasa por la aplicación de ERTEs (expedientes temporales de regulación de empleo).
Las asesorías las recomiendan y los emprendedores empiezan ya a aplicarlos de forma inmediata. "Tengo tres empleados, dos fijas, que ahora van al ERTE para que puedan cobrar", explica Miguel Roquiño, propietario del hotel Roquiño y del espacio gastronómico A do borlo, en Caldas.
Una de las afectadas por esta medida es la camarera del restaurante. "Entiendo perfectamente a mi jefe, sé que no es su culpa porque no tiene ingresos. Prefiero que me mande al paro a que cierre porque no pueda pagar", explica Eva que lleva trabajando en esta empresa desde su apertura hace casi dos años.
La aplicación de esta medida da un poco de aire a los empleadores y garantías de recuperar su puesto de trabajo a los despedidos de forma temporal. Pero también obliga a los afectados a controlar sus gastos porque el paro, que cobrarán mientras dura el estado de alarma, reduce su salario al 70 %. "Mi sueldo me llegaba para vivir de forma cómoda, pero ahora me supone apretarme el cinturón porque tengo que pagar el alquiler, me aprobaron una hipoteca y tengo un hijo que antes comía en casa de mis padres todos los días y ahora tengo que darle de desayunar, comer y cenar", detalla la trabajadora.
A pesar de que valora de forma positiva esta medida también considera que no ampara del mismo modo a todos los trabajadores. "Los funcionarios tampoco trabajan y siguen cobrando el 100 % y yo el 70 %, es injusto. Los autónomos tampoco están siendo tratados muy bien", critica.
Y para el empleador, librarse del pago de las nóminas supone solamente un pequeño respiro en la amplia lista de pagos pendientes. "Solo desde el 20 de febrero llevamos ya 18.000 euros en cancelaciones por el coronavirus", confiesa el hotelero caldense, quien se queda desolado al comparar los datos del 2019 con los del presente año. "En abril del 2019 facturamos 12.000 euros, este año va a ser cero y en marzo solo recibimos 1.800 por los 6.900 del 2019", analiza.
A pesar de lo desalentador del panorama, Roquiño prefiere ser optimista y confía en que "esto se levantará bastante rápido y la gente tendrá ganas de salir". Otro aspecto positivo está en la colaboración de las administraciones y entidades bancarias. "Del banco no me puedo quejar, estamos ahora gestionando los créditos ICO del gobierno. A ellos ya se les ayudó, ahora les toca poner de su parte", recuerda.
Otro sector afectado por esta crisis en la comarca de Pontevedra son los albergues de peregrinos. Cerrados desde que se decretó el Estado de Alarma tampoco les queda otra salida que reducir gastos. También ellos se han acogido a los despidos temporales.
"Pasamos de expectativas fantásticas para abril a un cero patatero", plantea Camilo, propietario del albergue pontevedrés Acolá. "El ERTE es la mejor solución porque se reconoce que el paro es temporal. Todos queremos retomar la actividad y así la expectativa para el trabajador también es buena", explica el emprendedor, que negocia de forma paralela con todos los acreedores la reducción o paralización de pagos.
En este caso, el de una empresa pequeña y familiar, tuvieron que prescindir de su única empleada. "Era la única solución para que pudieran recuperarme. Por la pandemia los albergues están cerrados y el turismo es cero", comprende Danielle, a la que le une una relación de amistad con sus jefes. "Han barajado todas las opciones y han tomado la más correcta para ellos y para mí", sostiene con convicción la adopción de una medida vital para empresas pequeñas. "Yo haría lo mismo", subraya.
El caso de Danielle es también excepcional porque está viviendo la expansión del coronavirus por partida doble. "Estuve de vacaciones en Italia, volví el 1 de marzo a Pontevedra y estaba aquí viendo como en España repetíamos los mismos errores. En Roma se quejaban de que los del norte escapaban al sur y los de Madrid hicieron lo mismo", relata preguntándose por qué no se aprendió de lo ocurrido en Italia y se adoptaron medidas con mayor anterioridad.
Aunque, las medidas implantadas por el Gobierno están encaminadas a proteger el empleo, la trabajadora de este albergue tampoco las tiene todas consigo. "Dependerá mucho de la economía, si entramos en una crisis como la del 2008 el sector si que se va a resentir porque no habrá turismo", reflexiona.
Comercios, bares y hoteles son los que están padeciendo lo peor de la crisis en la ciudad del Lérez y la reducción de gastos se extiende también al ocio nocturno. Los empresarios, a pesar de tener actividad solamente durante los fines de semana, también se pueden acoger a estas medidas para reducir gastos y proteger a sus trabajadores. "Creía que nosotras no podríamos acogernos por cobrar por día, pero al tener nómina y estar aseguradas sí que podemos", explica Ainhoa, camarera del pub Cielo, solo unos días después de recibir la comunicación del ERTE por parte de sus jefes.
"Desde el primer momento nos dijeron que iban a hacer lo mejor para la empresa y también para nosotros", afirma agradecida por la transparencia de sus empleadores y con la puesta en marcha de medidas económicas compensatorias por parte del Gobierno.
Al igual que con el turismo, el pesimismo pesa también sobre la reactivación del consumo en este sector después de la crisis. "Van a cambiar los hábitos, hasta que esto se olvide la gente no va a querer estar en un local cerrado y tan cerca de la gente", alerta Ainhoa que al menos, como el resto de trabajadores afectados por estos expedientes de regulación de empleo temporales, tiene asegurado el regreso a su puesto de trabajo.
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