Galicia no es país para suricatas
Por Manu Otero
No es el lugar más favorable para su vida, pero los suricatas han llegado a Galicia para quedarse. La legislación lo permite a pesar de que veterinarios y asociaciones acologistas desaconsejan la tenencia de este tipo de animales.
Denuncian los profesionales que las autoridades no persigan aquellos criaderos que no reúnen los requisitos que marca la ley y alertan de que estas especies originarias del desierto africano sufren porque las condiciones de humedad, horas de sol y necesidades sociales en Galicia no son las más adecuadas.
"Se trata de animales gregarios, que no son felices de forma individual aunque nos lo parezca por su relación con otras especies ya domésticas. Además los predisponemos a patologías o esperanzas de vida más cortas debido a que nuestro clima no es compatible con sus necesidades", explica Ana Encisa, veterinaria en una clínica de Vilagarcía (Centro Canino San Miguel) y miembro de la junta directiva del Colegio Oficial de Veterinarios de Pontevedra.
En el mismo sentido se pronuncian desde Aecam (Asociación Educativa Animales del Mundo). "Los suricatas necesitan mucha actividad física y tener la oportunidad de desarrollar comportamientos naturales como excavar madrigueras.
Son extremadamente sociales por lo que tener un único ejemplar no es lo mejor para ellos, aunque nos identifiquen como su familia", advierten Fátima Otero y Roberto Díaz, quienes sostienen que "no todas las personas están capacitadas para tener ciertos animales".
Las condiciones ambientales pueden marcar también la esperanza de vida del individuo. "Es muy importante el acceso directo al sol y en caso de que no pudiesen acceder hay que mantenerlos con rayos uva. Necesitan además baja humedad y temperaturas cálidas, condiciones que no son muy compatibles con Galicia", subraya la veterinaria.
En la alimentación inciden también Otero y Díaz. "Es muy especial, son insectívoros y ocasionalmente también se alimentan de pequeños vertebrados como lagartos, pequeñas serpientes, aves, huevos y algo de fruta", detallan.
Y la atención sanitaria no es menos importante. "Es recomendable vacunar frente al moquillo a las 6 u 8 semanas de vida. También recomendamos la vacunación contra la rabia como en perros y gatos", señala Encisa. Además si el animal "lleva una vida perra, hay que desparasitarlos internamente y cada tres meses teniendo en cuanta también los parásitos externos", añade. Otro de los motivos de consulta frecuentes en esta clase de animales se debe a la ingesta de cuerpos extraños.
Las exigentes necesidades que presenta esta especie en cautividad y la falta de paciencia y responsabilidad de algunos propietarios acaban desembocando en muchas ocasiones en el abandono que puede alterar de forma grave el ecosistema y afectar a especies autóctonas. "Hace unos años estuvo de moda regalar a los niños ardillas coreanas que no había quien las tocase, la gente abrió las jaulas y ya se ve ahora qué ardillas autóctonas hay en nuestros montes", lamenta la veterinaria.
Para evitar este desenlace, los educadores ambientales de Aecam exigen un mayor control sobre la cría y venta de estas especies exóticas. "Por Internet se encuentran todo tipo de anuncios de compra-venta de animales entre particulares. Esa cría lucrativa conlleva que los animales acaben en manos de cualquiera, sin control y acaban siendo abandonados. La cría en cautividad debe hacerse de manera responsable y por centros legales", aseveran Fátima y Roberto.
Concluye Ana Encisa que la adopción de estos animales no solo responde a un deseo personal, sino que plantea un dilema moral. "¿Hay necesidad de tener animales que a priori no deberían estar en cautividad y que además son especies invasoras?", se pregunta la profesional, quien reconoce que "son adorables, pero que un animal sea dócil no siempre es sinónimo de que esa domesticación sea ético".
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