Los cazadores instalan 200 refugios en los montes de Pontevedra para criar conejos en libertad
Por Manu Otero
"No fue de las peores, pero tampoco la mejor". Es el resumen de la recién finalizada temporada de caza menor que realiza el presidente del Tecor de Pontevedra, Diego Romero. Un pobre balance constata que los conejos siguen en crisis en los montes de Pontevedra. De poco sirven los esfuerzos del Tecor de Pontevedra, que suelta cada año un millar de individuos en diversos puntos de Salcedo, Figueirido, Lourizán, San Julián o Santomé. Lugares en los que tienen repartidos más de doscientos refugios construidos por ellos mismos para facilitar el crecimiento y cria de una especie que no remonta. "En pocos años dejará de haber conejos en el monte", augura con tristeza el cazador.
Cada año, al finalizar la temporada y en los albores de la primavera, llega el momento de iniciar la repoblación. Los cazadores del Tecor de Marín apilan rocas que luego cubren con hierba para soltar allí varios individuos jóvenes. En estos biotopos, que es el nombre que reciben estos búnkeres cuyo perímetro y techo queda rodeado por una red para evitar la entrada de depredadores, estos lagomorfos dan sus primeros pasos en libertad. "Vamos cada dos o tres días a darles de comer y de beber, te ilusionas cuando ves que van creciendo pero de repente llegas un día y no queda ni uno, desaparecen", relata el presidente del Tecor. La hemorragia vírica acaba con las manadas en cuestión de horas, otras veces son los zorros, las jinetas o las aves de presa las que logran romper las barreras.
El coste que supone el mantenimiento de cada uno de estos biotopos ronda los 200 euros anuales, sin tener en cuenta la compra de los conejos (alrededor de 10 euros por individuo). "Nos financiamos con la cuota de los socios, no recibimos ningún tipo de ayuda", se queja Diego, cuya asociación invierte más de 12.000 euros al año en repoblar los montes de Pontevedra y Marín.
Aquellos pocos ejemplares que consiguen llegar a la edad adulta, también cuentan con la asistencia de los cazadores que tienen repartidos por diversas zonas unos oasis libres de depredadores con agua y comida para que estas criaturas puedan alimentarse con tranquilidad.
Por si la fragilidad de estos animales y todos los deprededores que los acechan no fuese suficiente, la caza furtiva se suma a la infinita lista de amenazas que rodean la existencia de los conejos. Este año, el Tecor tuvo que contratar a un agente forestal para evitar la captura ilegal Fueron varias las denuncias tramitadas ante el Seprona al cazar in fraganti a estos delincuentes. "Se les impone una sanción administrativa", explica el presidente, que también sanciona a los furtivos si pertenece a la asociación.
A pesar de los pobres resultados de esta campaña de repoblación, los cazadores de Pontevedra no piensan rendirse y están negociando con los comuneros de San Julián la adecuación de una parcela en el monte para la cría de esta especie en la que las medidas de seguridad y vigilancia serán todavía más exhaustivas.
Otro de los efectos colaterales de esta iniciativa redunda en la prevención de incendios forestales. En los meses de primavera y verano los biotopos están en plena ebullición por lo que las patrullas de los cazadores por los montes son recurrentes. "Este año dimos más de 80 avisos a Emexencias por posibles casos de incendios forestales", concluye el dirigente.
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