Caos en Fernando Olmedo: coches sumergidos, pisos sin calefacción y contenedores flotando
Por Manu Otero & Cristina Saiz
La lluvia no da tregua a los vecinos de la calle Padre Fernando Olmedo. Muchos todavía no se habían recuperado de la inundación que los sorprendió en la madrugada del pasado domingo, cuando una nueva tromba de agua volvio a llenar de agua garajes, bajos comerciales y toda la calle entre las intersecciones con Padre Gaite y Casimiro Gómez.
"Fue muy rápido, no nos dio tiempo a reaccionar", aseguran los vecinos que no pudieron sacar los coches de los garajes y veían con impotencia como el regato da Seca se comía otra vez su recientemente humanizada calle.
"Faltan sumideros y cuando llueve el nivel del agua sube muchísimo. Hace falta un tubo más grande", piden unos vecinos muy molestos con la reacción del gobierno local después de las inundaciones del domingo cuando achacaron estos problemas al mal emplazamiento en el que fueron construidos unos edificios que tienen cerca de medio siglo de historia.
A pesar de que una vez más la inundación coincidió con la pleamar, el riachuelo llegó a Fernando Olmedo ya desbordado. Antes de alcanzar el tramo soterrado que transcurre por debajo de esta calle, el agua ya había salido de su cauce para atravesar fincas y encontrarse de frente con la entrada de un garaje que, a primera hora de la tarde de este jueves, acumulaba más de dos metros de agua.
"Hay siete coches dentro, estamos esperando por los bomberos para que vengan a achicar el agua pero nos dicen que no van a venir porque por la tarde va a seguir lloviendo", lamentan con asombro.
En en inmueble adyacente, en cuyo garaje el agua también superó el metro de altura, fue desalojándose poco a poco por los sumideros pero el suelo quedó lleno de lodo que los vecinos tendrán que volver a limpiar, tan solo dos días después de dejarlo impoluto. Sin embargo, la tromba dejó una noticia todavía peor. El río inundó el cuarto de contadores dejando algunos inutilizados con lo que varias viviendas están sin calefacción.
"Había cambiado los contadores el lunes y cuando me llamaron otra vez, crei que había hecho algo mal. Pero no, es que se han vuelto a inundar", comentaba el electricista que acudía por segunda vez en la misma semana a este edificio. "Hay que esperar a que seque para cambiarlos", puntualiza, con lo que los afectados tendrán que aguantar un par de días sin calor.
En la calle el panorama no es más alentador. Desde primera hora de la mañana, los empleados de los bajos comerciales se afanaban para retirar con mangueras el agua y el lodo que todavía se acumulaba en sus locales. "Estaba lleno de agua, aún no pude empezar a trabajar", reconocía el mecánico de uno de los talleres del barrio y que, con motivo de las lluvias, está teniendo un aumento de carga de trabajo.
La inundación afectó tambien al Centro Galego de Tecnificación Deportiva. En la noche del miércoles organizaban un acto navideño con los alumnos y, al terminar, se encontraron con el párking y el acceso a ala residencia de estudiantes inundada. Los problemas no fueron a más y tan pronto como llegaron los bomberos para abrir las arquetas el agua comenzó a retirarse. "A las doce y media de la noche estaba todo listo", afirmó el director del centro, Jesús López.
Mientras tanto, en la vía pública el agua llegaba a la altura de las ventanillas de los coches y los contenedores flotaban libremente por el medio de la calzada.
Desde el Concello detallan que, una vez más, la inundación coincidió con la pleamar y que después de la actuación de los bomberos, la calle quedó abierta. A pesar de lo aparatoso de la riada, asegura la concelleira de Seguridade, Eva Vilaverde, que "non foi das mesmas dimensións que o domingo".
Sobre qué medidas adoptar para evitar que se vuelva a producir, Vilaverde asegura que realizarán un estudio con los técnicos municipales y de Viaqua para buscar alguna actuación que "minimice o problema".
GARAJE INUNDADO EN EL GORGULLÓN
Las intensas lluvias no afectaron solo a los vecinos de Fernando Olmedo. En la recién renovada calle de O Gorgullón se inundó también un garaje. Tras la peatonalización de la vía, con la instalación de una plataforma única, el respiradero del garaje del número 40 se quedó a la altura del suelo.
Durante los últimos días el agua se fue filtrando y acabo por derrumbar una viga del interior del sótano. Pero lo peor ocurrió ayer cuando la calle se inundó y el respiradero se convirtió en una cascada que vertía al interior del garaje. "Nos llegó el agua a los tobillos, tuvimos que avisar a todos los vecinos para desalojar y menos mal que teníamos una bomba para achicar", detalla el presidente de la comunidad.
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