Pontevedra sale a la calle contra la sentencia de la Manada de Manresa: "No es abuso, es violación"
Por Cristina Saiz & Natalia Puga
"Las relaciones sexuales tienen que ser deseadas por ambas partes. En caso contrario, es violación. Sin nuestro consentimiento expreso, es violación. Sin deseo por ambas partes, es violación. La ausencia de un sí, es no". No por reiterado el mensaje pierde fuerza o deja de ser necesario. Este lunes se volvió a escuchar delante de la Audiencia Provincial de Pontevedra durante la protestas convocada por colectivos feministas en señal de rechazo ante la sentencia de la denominada Manada de Manresa.
Varias decenas de personas acudieron a la concentración, en la que se criticó duramente el fallo judicial de la Audiencia de Barcelona que condena la cinco jóvenes por un delito de abuso sexual a pesar de considerar probado que violaron por turnos a la víctima cuando estaba inconsciente y mientras un sexto se masturbaba.
Las personas concentradas, que por momentos tuvieron que echar mano de paraguas, elevaron sus reivindicaciones "por ti, por mí, por las que vienen detrás, por las que ya fueron" y quisieron chillar "bien fuerte, que nos escuchen en cada juzgado" para insistir, tal y como habían hecho después de la sentencia de la Manada de San Fermín que "No es abuso, es violación".
El manifiesto leído por las impulsoras de la concentración fue directo sobre los hechos juzgados y condenados: "Una joven de 14 años. Un botellón en un edificio abandonado. A la joven la llevan medio inconsciente a un anexo del edificio donde 5 tipos la violan mientras un sexto se masturba contemplando la escena".
Y más directo aun sobre el posicionamiento del movimiento feminista: "La (llamémosle) Justicia española lo volvió a hacer. Condena a los 5 tipos por abuso, y no por agresión, porque la cría no ofreció resistencia y porque no se intimidó a la víctima".
Sentadas ya las bases de la reivindicación feminista, exigieron la modificación urgente del Código penal; la aplicación del artículo 35 del Convenio de Estambul, "porque sin consentimiento explícito lo demás es violación"; el cumplimiento de los compromisos internacionales suscritos por España como el Convenio de Estambul o las resoluciones del Comité CEDAW de Naciones Unidas; y que los delitos sexuales sean considerados violencia machista, y que luego sean tratados por jueces formados en esta materia.
Las reivindicaciones incluyen la aplicación de medidas disciplinarias contra jueces que dictan sentencias misóginas y patriarcales y la petición de que las mujeres que logran acceder con pruebas a un juzgado "no queden expuestas a interpretaciones antiigualitarias del derecho a la libertad sexual, que no sufran una revictimización o violencia institucional".
Parten de la base de que la meta a alcanzar como sociedad no puede centrarse exclusivamente en evitar que estos delitos queden impunes, sino en que no se produzcan. Por eso, exigen "una coeducación afectivo-sexual dirigida a eliminar la cultura da violación, en la que la mujer es considerada un mero objeto para lo disfrute de los varones".
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