Un testigo confirma que la familia Ruiz-Mateos donó 300.000 euros para una obra de los Miguelianos
Por Natalia Puga & Mónica Patxot
El juicio del conocido como caso de los Miguelianos, iniciado en el año 2014 por las presuntas irregularidades en la ex asociación pública de fieles Orden y Mandato de San Miguel Arcángel, ha llevado este martes hasta la sala de vistas de la Audiencia Provincial de Pontevedra a unos protagonistas de los que mucho se había hablado durante los años de instrucción de la causa: la familia Ruíz-Mateos.
Juan Carlos Mosquera Feijóo, que durante años fue el vicepresidente de Orden y Mandato, declaró durante cerca de tres ahoras y reveló que un día, estando en las instalaciones de la asociación en Vilariño, en las que estaba considerado el convento de los Miguelianos, escuchó cómo se hablaba de una donación de los Ruíz-Mateos.
En concreto, fue el sacerdote Ignacio Oriol, uno de los principales benefactores de la asociación, el que reveló la existencia de ese donativo e indicó que iban a entregar 300.000 euros para esa obra de Vilariño.
Dentro de las funciones de Mosquera como vicepresidente estaba la de buscar benefactores para Orden y Mandato y entre ellos destacó, precisamente, a Ignacio Oriol, que le entregó dinero en cuatro ocasiones, siempre diciéndole que eran fondos para Feliciano Miguel Rosendo da Silva, supuesto líder y fundador de la Orden y Mandato, para quien la Fiscalía pide 66 años de prisión por un delito de asociación ilícita, doce contra la integridad moral, cinco de coacciones y tres contra la libertad sexual.
Mosquera nunca llegó a vivir en la denominada 'casa madre' de Mougás, en Santa María de Oia, sino que vivía en Madrid con su familia y acudía los fines de semana, pero conocía el funcionamiento interno de la asociación y explicó que todas las decisiones importantes las adoptaba Feliciano Miguel.
"Miguel era la autoridad única e indiscutible", explicó durante su declaración, que hizo por videoconferencia. Según indicó, Feliciano Miguel delegaba algunas funciones y nombraba equipos para gestionar determinados proyectos, pero él siempre lo dirigía todo con mano firme. Además, "no le dolían prendas reprender en público" a las personas y tampoco realizar amenazas o proferir insultos tales como "maricón", "puta" o "sois esclavos del demonio, os estáis vendiendo al demonio".
Juan Carlos Mosquera aseguró que el líder de la asociación "tiene la facultad de conjugar muy bien el sentido de protección con el sentido de dominio", que ejercía sobre todos los integrantes y en especial sobre las que denominaba sus "bastones", mujeres que le acompañaban siempre y registraban su vida. En las "contadísimas ocasiones" en las que estas mujeres no le acompañaban, según Mosquera, "enviaba a alguien a custodiarlas".
La sesión de este martes también incluyó la declaración de Joaquín García, padre de una de las mujeres que se mantienen fieles a Feliciano Miguel Rosendo y que forma parte de las familias que en 2014 encargaron un informe sobre la asociación a un detective privado y denunciaron los hechos. En esta causa reclama daños y prejuicios.
Este hombre relató la falta de libertad que había en la asociación y el cambio de su hija cuando se hizo consagrada y paso de llamarles papá y mamá a tratarles de ustedes. Según explicó, nunca tuvo un locutorio a solas con su hija, sin que alguien lo supervisase y tan solo podían llamarla una vez al mes y visitarla cada cuatro meses.
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