VIDEO.- Piden el indulto para una condenada a prisión por agredir hace diez años a su ex novio, al que acusa de maltrato
Por Natalia Puga & Cristina Saiz
La lucha de Noemí es contrarreloj. Una resolución judicial la obliga a ingresar en prisión el próximo 1 de septiembre para cumplir una condena a cuatro años y tres meses de prisión. Le condenaron porque hace diez años lesionó con una navaja a su ex novio, del que ella sostiene que llevaba años sometiéndola a situaciones de maltrato y que tiene una condena por un delito de lesiones en el ámbito de la violencia de género.
Con este hombre mantuvo una relación de 14 años en la que relata episodios de malos tratos reiterados y hasta tres abortos por sus palizas y ella asegura que el día en cuestión mantuvo una pelea en la que ella también resultó herida. Tras intentar sin éxito acudir al Tribunal Supremo, ya solo le queda una opción: solicitará el indulto ante el Ministerio de Justicia.
La sentencia de la Audiencia de Pontevedra les condena a ambos. A ella la Sección Cuarta le impone tres años y medio de cárcel por un delito de lesiones y nueve meses por haber quebrantado una orden de alejamiento que tenía contra él. A él se le condena por un delito de lesiones en el ámbito de la violencia de género, con quebrantamiento de la misma medida cautelar, pero su condena es de siete meses.
Ella estaba acusada de tres delitos, los dos por los que fue condenada -por agredirle con la navaja y enviarle 31 mensajes quebrantando una orden de alejamiento- y un tercero de asesinato en grado de tentativa por el que le absolvieron. A él le acusaban también de tres. Uno era por lesiones en el ámbito de la violencia de género por pegarle el día que ella le dio los navajazos, pero la Audiencia no consideró probado que ocurriese. El segundo era por malos tratos con quebrantamiento de condena por un incidente posterior, cuando ya tenía una orden de alejamiento, por el que también le absuelven. Y el tercero, por el que fue condenado a siete meses, por lesiones en el ámbito de la violencia de género, con quebrantamiento de medida cautelar, por haberle tirado de los pelos cuando tenía esa orden de alejamiento y causarle lesiones.
Por esta condena, él no ingresará en prisión -aunque sí está cumpliendo ya condena por un delito de tráfico de drogas-, pero la orden de ingreso para ella es inmediata. Ahora, su abogada, la pontevedresa Sonia Gulías, intenta arañar las últimas posibilidades legales a su alcance para evitar el ingreso un ingreso en prisión que "provocaría un grave perjuicio en la salud" de su clienta. Primero, tramitará el indulto y, hasta que se resuelva, pedirá la paralización de la orden de ingreso.
La petición de indulto estará respaldada por escritos y firmas de sus compañeros de trabajo, vecinos y amigos y por al menos dos informes psiquiátricos, uno de una profesional de la Unidad de Salud Mental del Sergas, otro de una psicóloga de una clínica a la que llegó derivada desde la Red de Mujeres Vecinales contra los malos tratos y del programa de atención psicológica a mujeres víctimas de violencia de género. Ambas concluyen que el encarcelamiento "afectaría de forma grave" a su salud psíquica y generaría un grave riesgo de desestabilizarla tras años de terapia.
Noemí Otero Quesado, natural y vecina de Vigo, es víctima de violencia de género. Lo acreditan así la sentencia que condena a su ex novio por un delito de lesiones en el ámbito de la violencia de género, lo reconoció la administración al darle, durante un tiempo años atrás, una ayuda pública en condición de mujer maltratada y también los programas de tratamiento que está siguiendo. Sin embargo, a ella le resulta difícil hablar de sí misma en esos términos. "Maltratada, cuesta decirlo", reconoce en el despacho de su abogada en Pontevedra, justo antes de desmoronarse.
Noemí nunca negó que le lesionó con una navaja y aquel día ya llamó a la familia de él para que avisasen a una ambulancia, pero tanto ella como su abogada consideran que es desproporcionada. Y tardía. La propia sentencia reconoce la circunstancia atenuante de dilaciones indebidas, pues los hechos ocurrieron el 8 de junio de 2007. En todos estos años, ella logró rehacer su vida, tiene un trabajo fijo y ha logrado una estabilidad emocional que puede peligrar. "Adiós a mi trabajo, adiós a todo lo que he avanzado, se va mi vida al garete", relata desolada y convencida de que "yo allí -en prisión- no acabo bien".
"En principio, fue mi salvador, que gracias a él dejaron de pegarme mi padre y mis hermanos, pero después, las palizas más grandes las llevé de él"
Esa inestabilidad emocional que la llevó a varios intentos de suicidio y a ingresos psiquiátricos tienen relación con el historial de maltrato, pero también con hechos previos. El sufrimiento de Noemí viene de atrás. Ya antes de que empezase su relación con él con 15 años, había sufrido malos tratos en su casa. "Me agarré a él como un clavo ardiendo y, en principio, fue mi salvador, que gracias a él dejaron de pegarme mi padre y mis hermanos, pero después, las palizas más grandes las llevé de él", relata.
A Noemí su ex le pegó, según su versión, porque lloraba la muerte de su madre, le provocó tres abortos e incluso le pegó en el único embarazo que llego a buen puerto, el de su hija de 16 años. "Me llegó a pegar en la calle, me llegó a pegar en mi casa, hubo muchas veces gente que lo vio, gente que no quiso meterse porque le tenía miedo", añade. Pero es su palabra, no tiene más pruebas, pues las dos denuncias que presentó antes de junio de 2007 las retiró ella misma.
"No te lo puedo explicar porque ni yo misma lo entiendo. Había una parte de mí que le tenía mucho miedo y otra parte de mí que le necesitaba. En verdad, él nunca me ayudó en nada, al contrario. Pero yo tenía esa necesidad de tenerlo, también pensaba que no iba a encontrar nada mejor", intenta justificar esa falta de denuncias.
La situación también sirve de contexto al día de los hechos. La sentencia recoge que ella le atacó a él cuando estaba recostado en el sofá y le asestó siete puñaladas con una navaja de cinco centímetros hasta que él se incorporó, se inició un forcejeo en el que ella también resultó herida y huyó. Ella tiene una versión distinta, que la Audiencia no consideró probada. Lo que relata es que aquel día tuvieron "una de tantas broncas que tuvimos, que teníamos siempre". Solía callarse y meterse en una habitación, pero ese día "decidí no quedarme quieta, cogí lo primero que tuve a mano y le di hasta que me dejó tranquila". Tras la agresión, él cogió el alta voluntaria en el hospital ese mismo día y un juzgado de violencia sobre la mujer dictó la orden de alejamiento mutua que ambos incumplieron.
Un elemento a tener en cuenta en este caso es que Noemí y su ex novio tienen una hija en común. En la actualidad tiene 16 años y ninguno de los dos tiene la custodia, sino que le fue entregada en acogida a la hermana de él.
En estos diez años transcurridos, también esa lucha fue larga, pues Noemí se enfrentó como acusada a unos 130 juicios, según sus cálculos, por denuncias presentadas por él y su familia contra ella por los motivos más variopintos, desde drogas hasta maltrato a su hija. No fue condenada por ninguna de estas causas, pero sí tiene unas cuatro sentencias en su contra, todas ellas porque "perdí los papeles en la sala". Lo que más duro se le ha hecho ha sido perder a su hija, "lo que más duele".