Los forenses refrendan la crueldad del crimen de Oubel, con hasta diez ataques a su hija mayor, que intentó huir

Pontevedra
05 de julio 2017
Actualizada: 12:13

Los psiquiatras concluyen en la segunda sesión del juicio que "no presentaba ningún trastorno grave que anulara su voluntad". Ya el día del crimen mostraba una reacción de "falta de empatía y frialdad" que se ha mantenido durante los meses siguientes y que es compatible con rasgos de una personalidad "narcisista", pero no con alguna patología mental grave

David Oubel, el parricida de Moraña, en la segunda sesión del juicio en la Audiencia de Pontevedra
David Oubel, el parricida de Moraña, en la segunda sesión del juicio en la Audiencia de Pontevedra / Mónica Patxot

Los forenses que realizaron la autopsia y los levantamientos de los cadáveres de las pequeñas Amaia y Candela tras ser atacadas por su asesino confeso han refrendado este martes durante el juicio en la Audiencia Provincial de Pontevedra la crueldad del parricidio de David Oubel. Han detallado datos de cómo quedaron los cuerpos tras el crimen y referido que la mayor de las niñas, Candela, "intentó escapar" y su padre llegó a realizarle hasta diez acometidas hasta darle muerte. 

Los forenses señalaron que el cuerpo de Amaia, de 4 años, presentaba "una lesión prácticamente única" y no tenía señales de lucha o huída. Sin embargo, en el cadáver de su hermana de 9 años sí hubo lucha e intento de escaparse. En su caso, "llegamos a contar hasta diez acometidas por parte del agresor", señalaron los especialistas ante el jurado que desde este martes juzga el conocido como parricidio de Moraña. Añadieron que la niña tenía una muñeca atada con cinta americana y la otra suelta, de modo que "parece que ella misma logró soltarse parcialmente" en el intento de fuga del brutal ataque.

Según sus conclusiones, las lesiones que presentan las niñas son compatibles con el uso de dos instrumentos, una sierra radial y un cuchillo, y el ataque fue, técnicamente, "un degüello", pues se produjo básicamente en el cuello. 

En el cuerpo de las dos niñas aparecieron restos de dos fármacos, uno conocido como Transilium y otro relajante muscular que habían ingerido por vía oral. Según el resultado de la autopsia, "pasó poco tiempo entre la ingestión y la posterior muerte", de modo que las niñas "en el momento de la muerte se encontraban bajo los efectos de estos fármacos" que habían ingerido a través de una botella de agua.

La pequeña Amaia apareció sobre la cama cubierta con una manta y su hermana Candela en el suelo entre dos camas en otra habitación. Las conclusiones forenses son que primero falleció la menor y luego la mayor. Uno de los elementos que le llevan a esa conclusión es que en la sierra radial utilizada para matarlas apareció un trozo de tela que faltaba de la ropa de esta niña. Los forenses concluyen que "se entiende que la sierra se atascó con este trozo de tela y es cuando se deja de usar". A continuación, presuntamente Oubel empezó a atacarla con un cuchillo, hasta matarla. 

Los efectivos sanitarios y la Guardia Civil que llegaron a la vivienda familiar localizaron a David Oubel dentro de una bañera llena de agua y con una botella de ginebra y pastillas al lado, en un aparente intento de suicidio. Los forenses han explicado que en la bañera había un líquido que era mezcla de agua y sangre en el que aparecieron perfiles genéticos de un varón -presumiblemente él- y de las dos niñas. La conclusión es que la persona que cometió los homicidios, en un momento dado, manchada de sangre, se metió en la bañera.

INFORMES PSIQUIÁTRICOS

La sesión de este miércoles, segunda de la vista contra Oubel, comenzó con la prueba pericial de dos especialistas que realizaron la  evaluación psiquiátrica del único acusado. Han concluido que "no presentaba ningún trastorno grave que anulara su voluntad" en el momento del crimen. 

Según sus informes, el acusado ya había recibido atención en la unidad de salud mental antes del crimen, tras la separación de su ex mujer y madre de las niñas, y llegó a presentar un trastorno adaptativo, pero este ya estaba superado. En esa época protagonizó un episodio de semi ataque a su médica de cabecera para reclamarle la baja médica, pero posteriormente esa situación se dio por superada. 

Estos especialistas se entrevistaron con él el propio día del crimen, cuando estaba en Urgencias del Hospital Montecelo, y detectaron que presentaba una reacción de "falta de empatía y frialdad" que se ha mantenido durante los meses siguientes y que es compatible con rasgos de una personalidad "narcisista", pero no con alguna patología mental grave.

De hecho, refieren que "no presenta alteración psiquiátrica o emocional compatible con un ataque impulsivo", sino con un tipo de ataque hacia sus hijas "pensado y premeditado" más típico de un criminal psicópata. Al respecto, destacan que escribió dos cartas previas "en previsión de lo que pueda pasar en el futuro" y que el arma utilizada la compró previamente, de modo que ni la radial ni el cuchillo son "armas de fortuna", sino "propias de delitos premeditados".

El procesado, según han revelado, llegó a referir una supuesta amnesia que le impedía recordar. Sin embargo, su conclusión es que se trata de una "falsa amnesia", pues "no cumple las características" de que sea real.

Los peritos que realizaron su evaluación psiquiátrica en la cárcel en la que ha permanecido desde el crimen en Mansilla de las Mulas, en León, han concluido que no presenta "ninguna alteración de las bases de la imputabilidad" y que no presenta ninguna patología "que le impida comprender lo que va a hacer".

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