La manida frase de "ya soy mayor para..." significa ponerse límites en el caso de los adultos. Todo lo contrario a lo que sucede cuando esas cuatro palabras las pronuncia un niño hasta aproximadamente los siete años. Estos menores no se marcan los límites, son los adultos quienes se los marcan.
En cuanto a esa afirmación por parte de los pequeños, María expone que tan perjudicial es la sobreprotección como la desprotección; por lo que salvo lo que denomina "límites físicos groseros" hay que permitir al menor que explore.
Por lo que respecta a los adultos, la máxima "soy mayor para..." lo que evidencian esos límites son miedos, creencias que hay que cambiar o ampliar si son limitantes.