¿Por qué se ponen ramos de xestas adornando los coches?

Pontevedra
01 de mayo 2016

Coincidiendo con el mes de mayo en la provincia de Pontevedra los coches y camiones circulan adornados con flores. Y no sólo los vehículos, también, embarcaciones, negocios o las puertas y ventanas de las casas se engalanan con esta flor amarilla. Son ramos de xestas, conocidas en español como retamas y en inglés como broom, escoba, pues con ellas las hacían las meigas

Rama de xesta en el parachoques de un coche
Rama de xesta en el parachoques de un coche / PontevedraViva

Coincidiendo con el mes de mayo en la provincia de Pontevedra los coches y camiones circulan adornados con flores. Y no sólo los vehículos, también, embarcaciones, negocios o las puertas y ventanas de las casas se engalanan con esta flor amarilla. Son ramos de xestas, conocidas en español como retamas y en inglés como broom, escoba, pues con ellas las hacían las meigas.

Algunos dicen que en las Rías Baixas celebramos así la eclosión de la primavera, pero nuestros mayores apuntan que, además, es una forma de protegerse contra el "mal de ojo" para "que non poida entrar o maio, nin collan o meigallo".

Con las xestas se barren las casas el día de san Juan, para purificarlas y protegerlas frente a los malos espíritus. 

Los pastequeiros, de las parroquias de Bértola y Tomeza, ordenan a las personas que sufren del meigallo que, durante tres mañanas consecutivas, en ayunas, barran su casa con una escoba de xesta. El polvo y los restos de la basura que ha recogido, debe depositarlos en un papel y dirigirse a la orilla de un río; una vez allí, por encima de su cabeza y de espaldas al río, tirar estos desechos al río, al tiempo que pronuncia una fórmula.

La xesta es también la flor de los enamorados. En el aña urbana recordada estos días en Pontevedra veíamos como los chicos se las entregaban a las muchachas que pretendían; si ésta la aceptaba, daba a entender que también lo aceptaba como pretendiente. Y según la tradición recogida por Ramón Cabanillas, aquellas mozas casaderas que peregrinaban a la Franqueira que acertaban a anudar una ramita de xesta dándole vueltas sólo con un dedo, se casaban en un año. 

Los isleños de Ons, cuando después de un tiempo no conseguían pescar lo suficiente, acudían de noche a su dorna para azotarla o mallarla, sin descanso, con unas ramas de xesta, profiriendo multitud de improperios hasta que quedaba agotado.