Entre malabares y trapecios, la tabla de multiplicar
Por Mónica Patxot & Natalia Puga
Su madre es italiana y su padre, portugués. Ella nació en España, pero sería incapaz de decir con certeza cuál es su tierra. Sus padres se conocieron trabajando en un circo, sus primeros pañales se los cambiaron en una caravana instalada al lado de una carpa, ha vivido en circos de Polonia, Italia, Irlanda, Francia, Alemania o el Reino Unido y nunca ha conocido otra forma de vida que no sea rodeada de trapecistas, payasos, malabaristas o domadores. Kimera tiene ahora 15 años y asiste a diario al colegio, pero su rutina cotidiana también incorpora ensayos de antipodismo (el arte de hacer malabares con los pies) y ayudar a su padre a cuidar y domar osos, leones marinos o perros. Puede compatibilizar ambas facetas gracias a que el Circo Coliseo es uno de los 13 que este curso académico tienen en España una escuela itinerante.
Gracias al programa de aulas itinerantes, que funciona desde el curso 1986/87, un profesor del Ministerio de Educación se ha instalado desde el mes de octubre en la 'casa' anexa al trailer-colegio del circo Coliseo y cada día, de 9.00 a 14.00 horas, imparte a los niños escolarizados en esta particular ciudad ambulante las mismas materias que tendrían en una escuela al uso.
Su nombre es Antonio y este curso tiene ocho alumnos de entre tres y 15 años. Kimera es la mayor, la menor se llama Samira y, en su caso, está en período de adaptación y este año tan sólo acude a clase tres horas. Entre ambas están Meily y Dairon, de cinco años; Fabio, de siete; o Kimberly, Diandra y Milton, de 10, 11 y 12. Cada uno con su nivel académico y sus necesidades educativas, pero si "algo bueno" tiene impartir clase en un circo es "que son como clases particulares, puedes centrarte de forma muy directa en cada uno y es más fácil enseñarle e insistirle en lo que les cuesta más", explica el docente.
Es su quinto año en el programa y su séptimo circo y, de momento, se plantea seguir pidiendo varios años más adherirse a un aula itinerante. Titulado en Magisterio, durante años trabajó de actor y en el circo ha encontrado la posibilidad de juntar sus dos aficiones, la enseñanza y el espectáculo. Eso sí, de momento aún no se ha animado a saltar al escenario con sus alumnos, le "impone mucho respeto".
ÿl les enseña matemáticas, lengua, inglés o historia, con ellos aprende geografía española (este curso ya llevan 13 ciudades diferentes y lo habitual son unas 30 por año) y ellos le enseñan una forma diferente de vida, "la vida que ellos conocen, no conocen otra", la del circo, que para quien se acerca desde fuera está rodeada de una magia particular, pero que no deja de estar marcada por la rutina de la itinerancia y que, para sus alumnos es, a día de hoy, la única que se plantean seguir cuando terminen su etapa educativa. Además, juntos graban cada viernes un programa de radio y periódicamente graban vídeos con sus experiencias y contando su día a día, que más tarde publican en el blog 'Mi colegio en Movimiento 2'.
"Quiero hacer antipodismo", dice Kimera. Dairon quiere dedicarse a "trabajar con los perros y hacer la bola". Meily ya tiene un pequeño número en el espectáculo trabajando "con los patos" y le gustaría ser como su madre "hace el cuadrante y la cuerda con la moto". El padre de Nilton realiza la "bola de la muerte" y a él no le disgusta, aunque prefiere distintas mobilidades de trapecismos. Kimberly, con su origen medio holandés y medio portugués, aún no se plantea su especialidad, pero ya ensaya varias al final del horario lectivo.
Todos se afanan por sacar buenas notas en los exámenes, presentan "una muy buena predisposición para aprender idiomas" y se muestran "normalmente disciplinados", aunque "tienen sus días, como todos los niños de su edad", pero ninguno se plantea dejar el circo. Kimera tiene un amigo que "ahora es mecánico" y en otro circo conoció a una chica que "quería estudiar Magisterio y dejar esto", pero son la excepción. Cuando tú naces en el circo, los amigos que conocen viven el mismo mundo y sólo te relaciones con niños y adolescentes de tu misma edad, pero del tuyo o de otros circos, resulta extraño que te acostumbres a pasar más de tres meses seguidos en una misma ciudad. Esta semana les ha tocado Pontevedra, pero el próximo lunes amanecerán en una localidad diferente y "nunca sabemos cuál una semana antes".