Salva Rodríguez hace escala en Pontevedra después de 8 años dando la vuelta al mundo en bicicleta

Pontevedra
21 de julio 2015

Salva Rodríguez lleva desde 2006 pedaleando su sueño: dar la vuelta al mundo en bicicleta. Este granadino de 43 años, lleva recorridos con su bicicleta 140.000 kilómetros

"Soy millonario de amigos" /
Salva Rodríguez, aventurero
Salva Rodríguez, aventurero

Salva Rodríguez lleva desde 2006 pedaleando su sueño: dar la vuelta al mundo en bicicleta.

Este granadino de 43 años, lleva recorridos con su bicicleta 140.000 kilómetros.

Con ella como única compañera, ha cruzado selvas, altiplanos, sabanas, paraísos tropicales, atravesado una docena de desiertos, ascendido más de 75 pasos de montaña por encima de los 4.000 metros, también ha visitado las ciudades más significativas del mundo, incluso ha vivido el terremoto de Japón de 2011 y, por supuesto, ha visto países en guerra.

Este lunes estaba en Pontevedra, llegaba desde Finisterre y se iba de regreso a su casa de Granada.

Lo más sorprendente es el motivo que llevó a este profesor de Educación Física a emprender esta aventura: "fundamentalmente el exceso de confort y seguridad", explica. "La vida que tenía pequeño-burguesa con mis vacaciones pagadas… no era lo que yo había soñado de pequeño. Yo leía libros de aventuras. Necesitaba salirme de esa burbuja de confort, de comida en la nevera, de calefacción, animales que ver detrás de las jaulas cuando vas a un zoo, quería estar en contacto con el mundo real".

Al principio Salva intentaba saciar su sed de aventura durante las vacaciones. Pero los meses de julio y agosto no eran suficientes para él. Para colmo el sabor de la libertad experimentado durante sus escapadas resultaba altamente adictivo.

"Y llegó un momento en el que dije: ésta no es la vida que yo quiero, no es la vida que yo he soñado de adolescente. Pues al carajo".

Sus ocho años de viaje están recogidos en varios libros de muy recomendable lectura.

En una charla relajada junto a la Peregrina nos cuenta las lecciones que ha aprendido de esta experiencia vital y nos explica que "siendo occidental lo que aprendes es a no quejarte". Y es que Salva ha visto a ese 85% del planeta que tiene una vida muy dura, "que todos los días tienen que luchar para comer". Por este motivo los problemas ‘europeos’ le parecen "un poco ficticios".

Otra lección aprendida es "aprovechar la vida". No hace falta que todos vayamos a por nuestras bicicletas para dar la vuelta al mundo pero si nos anima a que seamos conscientes de que "hay una sola vida. Por eso piensen, ¿qué diablos van a hacer con ella antes de que se les vaya?".

"Disfrutar la vida y no dejarla pasar de largo", insiste.

"He aprendido a valorar más el tiempo que el dinero. El dinero se va a quedar ahí, lo van a tener mis hijos, mi familia. Lo que yo compre, mis juguetitos, eso se va a quedar. El tiempo se va. Lo único que tengo es tiempo y cada día menos".

Salva reconoce que su percepción del tiempo se ha visto alterada por sus viajes, acostumbrándose a la ausencia total de previsión para el día de mañana. Sus viajes son espontáneos, no están organizados, encuentra a alguien en el camino simpatiza con él y se queda a dormir en su casa.

Asume que la sociedad necesita organizarse, necesita citas, horarios, calendarios, relojes… "la vida en la bicicleta es sencilla", admite Salva. "Te levantas, tienes camino por delante, puedes hacer 15 kilómetros o 150, lo que te de la gana. No sabes dónde vas a dormir o comer, ni a quien vas a conocer, si será la mujer de tu vida, que fue lo que me pasó a mi".

Y es que a Salva no le gusta la certidumbre porque no tiene miedo al futuro, a afrontar lo desconocido, a adaptarse en circunstancias imprevistas, a comenzar de cero en cualquier lugar. Al contrario, le causa alegría y ganas de superación.