Pocas zonas de Europa reúnen tal conjunto de yacimientos y vestigios de arte prehistórico como Terras de Pontevedra. Todos los amantes del patrimonio histórico encuentran en los montes de los municipios de Campo Lameiro, Barro, Cotobade, Marín, Poio, Ponte Caldelas, Pontevedra y Vilaboa un lugar mágico para perderse. No es para menos. En ellos se encuentra una de las mayores concentraciones de arte rupestre de nuestro viejo continente.
Todo este ámbito destaca por la elevada presencia de este tipo de manifestaciones artísticas que, en el caso de Terras de Pontevedra, se remontan al Neolítico y al Megalítico lo que, sumado a los restos de arte castrense y romano que hay repartidos por estos ocho municipios, forman una gran oferta cultural y patrimonial, única por su interés como documento histórico, sus valores estéticos y su originalidad.
Los investigadores han llegado al consenso de que los grabados rupestres de Terras de Pontevedra fueron realizados al final de la época neolítica, en la transición entre la Edad del Cobre y la Edad del Bronce, es decir entre el 3.000 y el 2.000 A.C. Es una de las máximas expresiones artísticas realizadas por las primeras comunidades de aldeanos que se asentaron en Galicia y que tiene, en el valle del Lérez, gran parte de sus principales referencias.
Suelen estar tallados sobre rocas de granito, generalmente situadas en montes de altitud baja y media y en zonas cercanas a la costa. Su temática es tanto naturalista, donde se representan tanto figuras antropomórficas y utensilios de caza como animales (especialmente cérvidos, caballos o serpientes); y el geométrico, predominando fundamentalmente formas y dibujos abstractos como cazoletas, combinaciones circulares, laberintos o espirales.
UNA RUTA CON DOS ETAPAS
La ruta diseñada por Terras de Pontevedra permite al visitante conocer la muestra más singular de estos vestigios prehistóricos. El punto de partida se sitúa en el Museo de Pontevedra, en donde se exponen magníficos hallazgos arqueológicos que nos aproximan al pasado prehistórico de la zona, entre ellas las maravillosas y hermosas colecciones de objetos domésticos y de orfebrería correspondientes a la Edad de Bronce y a la Edad de Hierro.
Tras el Museo, la primera parada de esta ruta nos lleva hasta Mogor (Marín). Allí se sitúa una de las estaciones rupestres más reproducidas y analizadas de toda Galicia. Son los conocidos como Laberintos de Mogor. Se trata de tres conjuntos de grabados rupestres visibles: Pedra dos Campiños, Laxe dos Mouros y Pedra do Labirinto. Todos ellos presentan cuidadas formas laberínticas, un grabado atípico en el arte rupestre galaico.
A continuación, la mejor opción es ascender hasta el parque del lago Castiñeiras, situado entre los ayuntamientos de Marín y Vilaboa. En sus inmediaciones se encuentra el conjunto megalítico de Chan de Castiñeiras, un fascinante campo de mámoas, una manifestación rupestre a las que se les atribuye una función funeraria. Entre todos ellas destaca la conocida como Mámoa do Rei, un dolmen impresionante por sus enormes dimensiones.
El recorrido por los petroglifos de Terras de Pontevedra continua por el área arqueológica de Tourón (Ponte Caldelas). Se trata de un enorme yacimiento de más de 150.000 metros cuadrados. Laxe das Cruces, Coto das Sombriñas y Nabal de Martiño son sus principales estaciones. Combinaciones circulares, zoomorfos o llamativas escenas de caza son algunos de los originales motivos de estos grabados, extraordinariamente complejos para la época.
Antes de hacer un alto en el camino llegamos al conjunto de grabados rupestres de Fentáns (Cotobade), un área arqueológica formada por cerca de trescientos grabados al aire libre. En él, los motivos abstractos y geométricos son muy numerosos, aunque son más los grabados que recrean figuras antropomorfas y animales. Especialmente bellos son Pedra das Ferraduras y Outeiro do Lombo da Costa, ambos con un diseño que los hace únicos en Galicia.
La segunda etapa por este viaje a la Prehistoria pontevedresa se inicia con una parada obligada en el Parque arqueológico de arte rupestre de Campo Lameiro. Tiene una extensión de 21,8 hectáreas y constituye un extraordinario paisaje cultural, del que las cerca de 100 rocas con grabados y petroglifos de gran valor arqueológico e histórico, son la parte más visible de toda la riqueza patrimonial que alberga en su interior.
El parque incluye un área arqueológica al aire libre de unos tres kilómetros de longitud, en la que se pueden observar los diseños geométricos y naturalistas propios del arte rupestre gallego y alguno de los petroglifos mejor conservados del Grupo Galaico de Arte Rupestre. Los grabados están repartidos entre los yacimientos de Paredes, Parada y San Isidro, Painceiros, As Fragas, A Lagoa / Fentáns y Caneda, siendo todos ellos relativamente de fácil acceso.
Antes de regresar a Pontevedra, punto inicial de esta ruta, debemos visitar el área arqueológica de A Caeira (Poio). Está integrado por más de una veintena de grabados y petroglifos, pero son dos estaciones las que desempeñan un papel más importante. Se trata de Pedra Grande de Montecelo y Laxe das Lebres, que presentan una asombrosa variedad de figuras tales como ciervos, cazoletas, combinaciones geométricas y figuras antropomórficas.
Toda esta riqueza patrimonial está siendo puesta en valor por la mancomunidad Terras de Pontevedra, el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) y la Xunta de Galicia, a través de la Axencia Galega de Turismo. A ello se suma la variada oferta turística y gastronómica de estos ocho municipios, que convierten a Terras de Pontevedra en un destino único. Déjate seducir por este pequeño paraíso.