Una investigación de la Escuela de Forestales permitirá abrir el mercado de la biomasa a nuevos materiales
Por Redacción
El aumento que está experimentando en Europa el uso de biomasa hace preciso ampliar la gama de materias primas, forestales y agrícolas, que se emplean como biocombustible para dar respuesta a una demanda en crecimiento. No obstante, no todos los tipos de biomasa responden de la misma manera a su combustión en una caldera, que, en algunos casos, incluso pueden llegar a estropear.
Para poner solución a este problema, investigadores de la Escuela de Ingeniería Forestal diseñaron una metodología que permite definir en qué grado podrían ser empleados determinados tipos de biomasa de baja calidad a través de su combinación con otros materiales, una metodología que los socios del centro en el proyecto europeo Ashmelt "tienen interés en validar como un estándar internacional", reseña al investigador Daniel Vega.
Junto a universidades, institutos de investigación y asociaciones empresariales de Austria, Alemania y Suecia, el grupo de investigación en biomasa que encabeza el profesor Luis Ortiz trabaja en este proyecto financiado por la Unión Europea con el objeto de poner solución al problema de fusión o "sinterización" de las cenizas en las calderas, "una de las principales barreras para el aprovechamiento de biomasa residual en calderas domésticas".
De ahí el interés que suscita la metodología desarrollada por este grupo de investigación, que determinó "unos índices de riesgo de fusión de cenizas que permiten establecer a partir de qué temperaturas de combustión existe riesgo de corrosión de la caldera" y, por lo tanto, conocer en qué porcentaje estos tipos de biomasa podrían ser usados en combinación con otros materiales.
Esta metodología está siendo testada actualmente por los institutos de investigación TFZ y BTL, dependientes del Gobierno alemán y miembros de los comités ESO de normalización de biomasa, "que mostraron interés porque esta metodología pueda ser considerada como un sistema de control de la calidad de la biomasa", subraya Vega, que también incide en la importancia de la bioenergía como "una opción de ahorro y una fuente de creación de nuevos puestos de trabajo en estos tiempos de crisis".
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