Si algo caracteriza a la Feira Franca de Pontevedra es la implicación de la ciudadanía que, desde el primer año, hicieron suya la fiesta con la que la Boa Vila regresa por un día a la Edad Media.
Y para comprobar el esmero y el cuidado que ponen todos ellos para recrear esa época, solo había que dar una vuelta por el centro histórico de la ciudad, por el que se han repartido las casi trescientas mesas autorizadas para comer en la calle.
Menús de todo tipo, en los que predominaron las carnes asadas o las empanadas, coronaban las mesas instaladas por los participantes, decoradas para la ocasión con todo tipo de enseres.
A ellas se sumaron los puestos autorizados para la hostelería local, que dieron de comer y beber a todos aquellos campesinos, nobles y guerreros que decidieron no organizar su propio ágape.
Entre unos y otros han logrado que Pontevedra haya vuelto a demostrar que la Feira Franca es una fiesta más que consolidada y uno de los eventos que más gente atrae a la ciudad.