En Pontevedra ¿faltan novias o faltan negocios que las vistan?
Por Marisa Ciordia
Una vez termine el mes de septiembre Pattuka cerrará su negocio. Con este cierre, en Pontevedra únicamente quedarían dos establecimientos más para las novias que quieran comprar su vestido de boda. La evidencia es que en este siglo han ido desapareciendo paulatinamente los comercios de este sector: fue Veymar, fue Pronovias o fue Novias Sol.
¿Qué factor o factores están afectando?, ¿cada vez hay menos bodas?, ¿sigue habiendo bodas pero nuevos hábitos están repercutiendo?, ¿la inversión en este tipo de comercios es demasiado elevada para emprender?. Chequeamos.
Natalia Lorenzo es la propietaria de Pattuka. Comenzó hace aproximadamente veinte años junto a su madre con tarjetas de invitación. Luego se estableció sola, y llegó durante un tiempo, desde vestir a las novias a encargarse de la organización del evento.
"No es un cierre traumático, porque vaya mal, sino que es momento de hacer un cambio de rumbo", apunta, añadiendo que mirando al medio, largo plazo veía "un cúmulo de factores y es cierto que cada vez hay menos gente que se casa y que los hábitos de consumo en estas ceremonias cambia y nos afectan al comercio minorista".
Abrir este tipo de negocios no está entre los más asequibles: "la inversión es bastante grande. Los vestidos de novia requieren invertir mucho", explica María Iglesias, una de las dos socias de Mady Novias, quien habla así del número de establecimientos que quedan en Pontevedra: "es una pena para todos. Yo pienso que cuantos más negocios del sector haya, mejor, conlleva más afluencia y evita que las clientas se vayan fuera". Peregrina Domínguez, propietaria de Gina Domínguez opina que "las profesiones en general, como pueden ser modistas, o carpinteros, etc, están en malos momentos. En mi caso, soy hija de modista y mantengo esta profesión, pero cada vez somos menos".
Hablando de dónde son las mujeres que entran en sus negocios, las tres coinciden en una circunstancia: su mayor nicho de clientas no es de esta ciudad. "Nuestros novios no eran de Pontevedra, nuestra mayor cartera se reparte por Galicia", dice Natalia.
A Peregrina también le sigue sorprendiendo este hecho que ratifica. María añade: "de Pontevedra hay alguna, pero la mayoría de las clientas vienen de fuera, tanto novia como fiesta. Son de la zona del Salnés, de Arousa, del Umia, e incluso vienen de Vigo. Creo que las novias buscan la firma, y se mueven a la ciudad donde se trabaje con esa firma".
CAMBIOS EN LAS TENDENCIAS
Hablando con todas ellas confluyen diversas situaciones que evidencian cambios sobre los hábitos tradicionales entre las mujeres que dedicen casarse: "nos vienen para revender sus vestidos, o para arreglar vestidos comprados de segunda mano", señala Natalia de su experiencia en este establecimiento y también "veo que invierten 'equis' en el traje de novia y luego por internet compran unos zapatos prácticamente de plástico".
Peregrina alude a algunas solicitudes, que por ahora no considera sean tendencias: "no sé si por cambiar o diferenciarse, pero ya se buscan vestidos de novia en negro y en color".
Más que tendencia, lo que es un hecho consumado es el detrimento de bodas por la Iglesia: "el 70 u 80% de nuestas novias hacen ceremonias civiles", confirma María Iglesias. Ella no observa que se haya producido una reducción de la demanda: "novias hay, pero no se invierte como se invertía antes en el vestido. Ahora muchas piden vestidos low cost, o que sea outlet. Se prefiere invertir más en la decoración, en el lugar, o en lo que ofrecen en el propio evento en sí".