"Prepárese porque le voy a prender fuego a la casa", la última amenaza a una vecina de A Ferrería

Pontevedra
29 de febrero 2024

Tras un nuevo suceso protagonizado por personas que habitualmente se concentran en el entorno de la plaza de A Ferrería, los vecinos vuelven a clamar por una solución. Manifiestan que son ya muchos años sufriendo insultos y amenazas  

Pintadas en la fachada del nº 8 de la plaza de A Ferrería ante la mirada de un vecino
Pintadas en la fachada del nº 8 de la plaza de A Ferrería ante la mirada de un vecino / Mónica Patxot

Tras un nuevo suceso protagonizado por personas que habitualmente se concentran en el entorno de la plaza de A Ferrería, los vecinos vuelven a clamar por una solución. 

Manifiestan que son ya muchos años sufriendo insultos y amenazas por parte de las decenas de personas que habitualmente se refugian en los soportales que discurren por la parte inferior de la plaza.

Una mujer que responde a la inicial A. y un hombre cuyo nombre comienza por la letra E., atienden a PontevedraViva pidiendo ocultar su identidad por temor a represalias.

Ambos son vecinos del edificio central de la plaza de A Ferrería, el número 8, en cuyo bajo estuvo en funcionamiento hasta diciembre de 2017 la cafetería San Francisco. Ese es el momento que marca un antes y un después para estos vecinos.

Aseguran que con el cierre del negocio, la zona se convierte en lugar de reunión para personas, presumiblemente con adicciones, que suelen proferir "amenazas graves" al paso de cualquier persona que se adentre en el edificio: residentes, personas empleadas en el servicio de las casas o incluso repartidores de mensajería.

Una de estas profesionales, que nos pide eliminar cualquier tipo de dato que la pueda identificar, comenta que solo en contadas ocasiones ha recibido insultos. Con todo, cuando ve al grupo apostado junto a la entrada a las viviendas en actitud amenazante, da media vuelta y regresa más tarde, por temor a que alguien pueda empujarla y aprovechar para introducirse en el portal.

Incluso los residentes calculan las horas a las que pueden abandonar o regresar a su vivienda. A. cuenta que cuando sale a caminar a media tarde procura volver acompañada para evitar un susto.

"A mí me increpan, se me acercan en un tono amenazante, nos tiran cosas a la puerta, escupen, para entrar en casa tengo que sortear defecaciones y pises", relata la vecina. Lamenta un episodio reciente cuando regresaba a su casa con su nieta de 6 años.

Una de estas personas estaba orinando delante del portal y, al verlas, no hizo ningún gesto para apartarse. Ante su postura desafiante, y temiendo que esta situación se repitiese, contactó con la policía local y la respuesta la dejó más impotente si cabe: "el policía me dijo que mientras no se masturbe, este señor puede orinar en la calle".

"Yo como ciudadana tengo derecho a entrar en mi casa y a salir en condiciones de salubridad y de seguridad", clama. Asegura que la policía local no se acerca por esta zona y solo la nacional se persona "en cuanto la llamas, pero tiene que ser por un incidente grave". De momento, todos los sucesos ocurridos en este punto han sido fruto de peleas entre las personas que se reúnen en los soportales, nunca sobre un vecino. Con todo, los residentes tienen miedo

"O sea, ¡tiene que haber una tragedia para que el ayuntamiento actúe!", exclama A. indignada. "El otro día el tipo que estaba durmiendo aquí me dijo: ¿Usted vive aquí? Pues prepárese porque le voy a prender fuego a la casa. ¿Cuánto más tendremos que aguantar para que las autoridades hagan algo?".

Por la acumulación de amenazas, en el último año ha presentado numerosas denuncias, tanto ella como otros vecinos. Se queja de que cada vez que llama a la policía le piden que identifique a las personas que le causan problemas. "Pero cómo voy a identificar yo a unos tipos que no tienen nada que perder, soy una persona mayor y si me dan un golpe me tiran".

E. interviene con otro aplomo. Expone que muchas veces "me dicen que me van a rajar pero paso por delante de ellos y no me hacen nada". En su caso, es consciente de que al ser hombre y con carácter estas amenazas no van a ir a más, pero no deja de sentirse impotente ante al acoso al que son sometidos y la falta de salubridad del acceso a sus viviendas.

"Presenté una denuncia contra dos personas, pero seguro que va a haber un juicio y ellos no se van a presentar"

"Yo identifiqué a dos porque uno no puede vivir así. Y ayer (el lunes 26 de febrero) presenté una denuncia contra dos personas, pero seguro que va a haber un juicio y ellos no se van a presentar", indica el vecino. A una de esas personas la señala al otro lado de la plaza, junto al paseo Antonio Odriozola, una zona en la que suelen reunirse cuando no llueve. "Ves, siguen por aquí tan tranquilos, hoy hace buen tiempo y se van a la plaza, pero si no, estarían aquí en los soportales todo el día".

Hace quince días, la fachada aparecía manchada con pintadas en represalia por la instalación por parte de la comunidad de vecinos de una tubería que vierte agua para limpiar la entrada a la vivienda. E. apunta que antes él bajaba con una manguera a baldear, pero ante las reiteradas defecaciones que se encontraba, se optó por esta solución.

"Estas personas entendieron que lo hacíamos para echarlos, pero en realidad lo que queremos es que esta zona esté limpia y evitar problemas de higiene". Un punto crítico se encuentra en la valla de obra que cubre la zona asoportalada del edificio contiguo, el número 9. "Esta lona nos aísla más, y además ya hemos detectado que aquí agazapados se hace trapicheo".

Los problemas se acumulan para estos vecinos. Sin embargo, esta situación podría llegar a su fin a medio plazo. Un empresario se ha interesado por reabrir la cafetería. "Si abre la cafetería y se retira la valla de obra, esta zona volverá a llenarse de vida".