Manuel Pérez Lourido
La anticipación que hace feliz
Se han terminado los días de ir a la playa temprano. Me encanta ir a la playa temprano para regresar pronto y que me quede más de media tarde por delante. Me encanta que me quede mucha tarde por delante después de la playa porque pienso que voy a aprovecharla para escribir, aunque luego me dedico a escuchar música y a ver series online. No que esté mal disfrutar de la música y de las series online, pero está mucho mejor lo de escribir. Así, entre nosotros. Me hace feliz pensar que voy a tener mucho tiempo por delante para escribir, aunque sepa de antemano que voy a terminar otra vez haciendo otras cosas. Esa es la felicidad: la anticipación, las expectativas, la imaginación al servicio de las mejores causas. Es todo lo contrario de cuando lo que te aguarda en el horizonte es una obligación que detestas, una tarea que aborreces pero que precisa de tu aportación ejecutándola. Es ese sentimiento funesto de las últimas horas de la tarde de los domingos, cuando el asueto agoniza y la semana te sonríe mostrando sus dientes de acero, como decía Radio Futura en otro contexto pero que pongo aquí porque aquí mando yo.
Y ahora voy a jugar un poco al tetris.
Ya he perdido. Lo bueno del tetris es que siempre terminas perdiendo. Puede que consigas una puntuación altísima, incluso que el programa te pida tus iniciales para incluirte en el ranking de los más hábiles jugadores, pero al final las piezas de colores se terminan acumulando de modo fatal y aparece el Game Over. Y ahí es adónde vamos todos, por eso viene bien un juego que nos lo recuerde con cada partida, que nos humille por muy bien que pensemos que lo hemos estado haciendo y aunque ello sea verdad. Por supuesto, el tetris se beneficia del poder de la anticipación, del deseo de superar tus propias puntuaciaciones y, sobre todo, de la satisfacción mental que produce el orden. Algún día escribiré algo sobre las aportaciones del tetris a la psique humana y sobre su potencial como alegoría de la vida de los sapiens. Si consigo vencer la tentanción de escuchar a Tito Puente con Celia Cruz o de ver The Office por cuarta vez.