Pedro Hermida
Once claves locales para septiembre
Observo con atención los últimos movimientos de Miguel Ángel Fernández Lores y el BNG de Pontevedra desde que ha revalidado mandato y he de confesar que entiendo perfectamente su motivación. Cada uno de sus pasos es lógico y obedece a una estrategia perfectamente comprensible. Otra cosa distinta es que en la aplicación de esta estrategia esté siendo leal o sincero en lo que se dice y por qué se dice. Para que Ud. pueda hacer su análisis de cara al inicio del curso, aquí van once claves:
1.- Aunque fueron todo sonrisas y celebración, la noche electoral municipal fue un auténtico funeral para el BNG de Pontevedra, especialmente para ese núcleo duro de siete personas que toman realmente las decisiones. La situación exigía acción.
2.- A pesar de lo que ha dicho recientemente, la decisión de Lores de no pactar con el PSOE no la tomó hace pocos días. Decir eso es admitir ser un irresponsable y Lores, desde luego, no lo es. Es una decisión tomada desde hace tiempo y refrendada la noche electoral. Una decisión lógica desde cierta óptica.
3.- A pesar de que los números dirían lo contrario, Lores sabe que su rival no es Rafa Domínguez. Son ya muy pocos los votos prestados del PP que les llegan por las municipales. No hay espacios que pueda arrebatarle a Domínguez, no tiene nada que ganar entre sus votantes. Sin embargo, Domínguez es una buena persona, pero un mal candidato. No tiene un proyecto definido, no se sabe qué quiere para Pontevedra, más allá de una ciudad deportiva imposible. Cuenta con un equipo perfecto para apuntalar el voto de derecha en Pontevedra e impedir que Vox entre al Concello, pero sin más recorrido. Además, el PP está atado de pies y manos por su último resultado electoral y, salvo exabrupto o patada hacia arriba, está obligado a mantenerle para las próximas elecciones, a pesar de que en los despachos de Santiago son conscientes de que, si hubiesen presentado a un candidato de primer nivel, quizás una candidata, hoy estarían gobernando en Pontevedra.
4.- El rival de Lores es Iván Puentes, que tiene una característica que lo hace considerablemente peligroso: mientras Domínguez necesita tener sí o sí trece concelleiros para gobernar, Puentes, con lograr tener uno más que el BNG y que entre ambos sumen trece o más, será alcalde, en virtud de los pactos a nivel gallego de BNG y PSOE.
5.- En los primeros tres años del último mandado, Lores ha vivido razonablemente cómodo la vida de coalición: tenía todo bajo control a través de su buena sintonía personal con Tino Fernández, de modo que lo que se hacía en las concellerías del PSOE se lo podía apuntar como propio a su voluntad, sin que nadie hiciese una comparativa de gestión, ni de éxitos, ni de obtención de fondos europeos, a pesar de que el balance a favor del PSOE comenzó a ser sensiblemente superior, al punto que hizo falta una dotación específica para gestionar dichos fondos (que, hasta entonces, no llegaban). Además, la coalición permitía que quedase únicamente Domínguez para hacer oposición, con el detalle nada menor de que el PP gobernó muchos años en Pontevedra y en la Diputación, por lo que, en según qué materias, no es un partido que pueda dar excesivas lecciones y cada crítica se puede devolver con un revés sin necesidad de perder los nervios (como se pierden ahora). Mientras, el BNG, más allá de sus toscas formas habituales (bien conocidas en Monte Porreiro y por el personal del Concello), comenzó a dar muestras evidentes de descoordinación, de cansancio y de descontrol en temas clave. El ciudadano en general no fue consciente de ello (la pifia gorda de las luces navideñas no la pudieron esconder, eso sí), pero Lores sí.
6.- Sin embargo, en el último año cambiaron radicalmente las tornas. El PSOE de Pontevedra analizó su papel a nivel local e interpretó que era necesario darle un giro más ambicioso a su estrategia. Ser más que la muleta del BNG, se dijo entonces. Diferenciarse. Que el voto útil no vaya al BNG. Tratar de gobernar. Aspiraciones lícitas de cualquier partido político. Aunque no todos estuvieron de acuerdo, hubo unas primarias puramente formales y surgió un nuevo candidato socialista al Concello de Pontevedra: Iván Puentes. El que era número tres de la lista de Fernández. Un joven ambicioso, con experiencia de gobierno y formado en Comunicación y Estrategia Política. Con hambre.
7.- Y, claro, Iván Puentes se puso a hacer cosas de candidato: diseñó estrategias, se posicionó sobre los temas clave (traslado de la feria, Reina Victoria, conciertos), se pateó la ciudad casa a casa y apalabró 25 millones de euros de fondos europeos para Pontevedra. Subió en votos y concejales en un contexto de debacle del PSOE a nivel nacional y de bajada del BNG en Pontevedra. Todo eso a Lores, créanme, le contrarió, ya antes incluso de las elecciones municipales, pues previamente trató de sabotear los proyectos del PSOE con cierta insistencia. Hasta cierto punto es lógico. Fue consciente de que se le acababa la cómoda cohabitación y aprendió del, digamos, error de Fernández, que dejó ascender a Puentes.
8.- Durante estos últimos años, la estrategia del BNG ha sido la de vivir de los reconocimientos y premios internacionales derivados de la peatonalización. Hace años que, admitámoslo, no se ha contado que haya más proyecto que ese. Y ha funcionado, no se puede negar. La clave ha sido la de constituirse en sumos sacerdotes del modelo de ciudad, a cuyo sancta sanctorum solo ellos pueden entrar a interpretar Pontevedra, sin necesidad de explicar nada jamás: aún no sabemos por qué no quieren la feria en la Alameda, para qué cerraron Reina Victoria, para qué compraron Santa Clara, por qué no quieren conciertos de pago en la ciudad y un largo etc. Y así se han blindado de la crítica y nadie les ha señalado ni un solo elefante en la habitación de los muchos que hay, ni siquiera el más evidente: que Pontevedra no está realmente peatonalizada, como cualquiera que camine por el centro con niño sabe.
9.- Sin embargo, esa estrategia no puede permitir que aparezca nadie, y menos a su lado, que demuestre que puede gestionar mejor, que puede conseguir nuevos premios con nuevos proyectos. Eso Lores lo ha comprendido perfectamente, pues sabe que Puentes no se va a contentar con ser alcalde veraniego y que no va a poder controlarle. Por eso, una vez ha tenido el bastón de mando nuevamente (con los votos del PSOE) y tomada la decisión de gobernar en solitario, le quedaba por delante la cuestión de no tener la culpa pública de la decisión, de tratar de ganar el relato de la ruptura. ¿Y cómo se ha decidido hacer eso? Haciendo imposible el acuerdo desde el minuto uno. Proponiendo unas condiciones ridículamente inasumibles y borrando del mapa del Concello al PSOE, sus proyectos y todo lo hecho por sus concelleiros (una pura ‘damnatio memoriae’ romana); y al tiempo, apropiándose con descaro de lo hecho por éstos, rozando la burla como cuando inauguró un proyecto liderado por Puentes sin que él estuviera presente. ¡Mira lo que me has obligado a hacer por enfadarme! Incluso se ha permitido el lujo de culpar al PSOE por los paupérrimos puntos violetas que ha colocado en fiestas, competencia de los suyos desde tres meses atrás, argumentando que estas cosas se contratan con tiempo y que era cosa del PSOE. Sí, el mismo alcalde de las luces de la pasada Navidad. Y una vez hecho esto, insistir una y otra vez en que es el PSOE el que no quiere pactar. No es excesivamente brillante, pero sí efectivo para el ojo no entrenado.
10.- Entre las cosas que ha hecho Lores recientemente, hay una especialmente definitoria de su versión crepuscular: haber votado en contra, junto con Domínguez, de que se realicen los proyectos de obra necesarios para que lleguen a Pontevedra esos 25 millones de euros que permitirían recuperar el río Lérez y cuyo compromiso obtuvo Puentes. Sin ellos, adiós dinero. Se lo explico otra vez: Lores votó en contra de un proyecto de 25 millones para Pontevedra porque no lo lideró el BNG. Piénselo la próxima vez que pasee por el limoso río Lérez.
11.- La última clave se la doy ya en 2023: Lores no va a ser alcalde de Pontevedra en 2027. No lo va a ser. Aprovechen para irse despidiendo de él, si le ven en alguna recepción y no se refugia en alguna esquina apartada a departir únicamente con Mosquera o Demetrio, como acostumbra a hacer cuando no está en un ambiente controlado. Es consciente de que el BNG no tiene banquillo, ni político ni de gestión, en Pontevedra, y que, con su exiguo equipo actual y el caótico organigrama de Mosquera, los escándalos y extravagancias van a ser la tónica habitual. Con una oposición fuerte en contra, surgida, que no lo olvide nadie, del voto de los pontevedreses. Tras él, viene otro y no será Lores.