Rafael FJ Rios
Lo prometido es… Deuda
La inflación que disfrutamos tiene su origen en las montañas de liquidez que el ladino Draghi lanzó a los cuatro vientos europeos cuando vio cómo la crisis del 2007-08 ponía contra las cuerdas sobre todo a los países con los desequilibrios más pronunciados. El BCE inundó de liquidez -y el Banco de Inglaterra, y la FED…- las arcas del Tesoro. Los países que mantenían los mayores desequilibrios en sus cuentas públicas aprovecharon el dinero gratis para seguir la fiesta: no solamente no redujeron el gasto, el déficit y la deuda, sino que se lanzaron de forma inmediata a incrementarlos hasta llegar a 2023 en una situación mucho peor en todos los aspectos.
Parece ser que Draghi acompañaba las oleadas de liquidez -las denominadas Quantitative- con la recomendación a los gobiernos de que -ayudados por la financiación 0%- iniciasen las reformas estructurales profundas necesarias para equilibrar las cuentas públicas. Por supuesto que nadie hizo caso y en especial los que llevan respiración asistida largo tiempo ha. El sur de Europa es una sociedad que no está para trabajos ni sacrificios: llevan años ininterrumpidos en que el mínimo común denominador es el subsidio, la subvención, las ayudas… las acciones del poder político que empobrecen un país. Ningún aspecto del denominado estado del bienestar aparece con su coste, cuidándose los gobernantes muy mucho de mantener en la infancia económica a todos sus votantes. No hay gobierno que se plante, que sea capaz de decirle a los ciudadanos que todo el dinero que entra en sus arcas es transitorio, que hay que devolverlo, que cabe incluso la posibilidad que los verdaderos financiadores de toda la estructura -el norte de Europa: alemanes, escandinavos, holandeses- se cansen, dejen de prestar de un día para otro y suenen tambores. Pero en ningún caso y bajo ninguna circunstancia la sociedad europea del sur, la española en primer lugar, quiere un país próspero: quiere un país gratis y ésta es la única música que pretenden escuchar.
Esa gran inflación generada por la avalancha de liquidez en los mercados tiene como contrapartida el aumento de los tipos de interés por parte de los mismos que lanzaron el dinero desde los helicópteros. Porque la inflación es un problema gravísimo que corroe todas las estructuras de la economía, más en una sociedad como la española en la que las intervenciones administrativas de los gobiernos provocan que las cañerías acarreen suficiente colesterol que impide el traslado transparente de costes y ajustes en el menor tiempo posible. La última vez que España mantuvo una inflación superior al 5% tardó casi 25 años en corregirla. Desde 1970 en que el IPC superó ese porcentaje no fue hasta 1993 que se consiguió estabilizar: con la crisis del petróleo de 1973 la inflación rondaba el 25%.
Todas las sociedades fallidas tienen una inflación bestial: un ejemplo es la Venezuela de Podemos (y de los que no son de Podemos, también). Los delincuentes que tomaron el poder ya solamente le dan a la máquina de imprimir dinero y van sustituyendo los billetes añadiéndoles seis ceros al dígito inicial. Esta modalidad de socialismo es la pobreza absoluta, la miseria invade a los pobres y hay 6 ó 7 millones de venezolanos que han escapado de su país, mejor dicho, de sus gobernantes ladrones envueltos en banderas. El juez Baltasar va a iniciar los trámites para enjuiciar a esta banda infame mientras Avalos hace de porteador de maletas en aeropuertos.
Para apagar el incendio de la inflación nuestro gobierno utiliza la gasolina del gasto público, los impuestos … ¡y los controles de precios! No hay sector de población que píe que no tenga su partida presupuestaria. Teniendo a Perón como ministro de Economía la política es el reparto y el subsidio. Hay que precisar que la ministra Montero era consejera en el glorioso gobierno de los 40 años de socialismo andaluz y sus resultados quedaron a la vista con esa Andalucía pujante, competitiva, capaz de ir quemando etapas acercándose al nivel de vida europeo. Lástima que de sus propias narices le robasen más de 800 millones de su Presupuesto. No se enteró, dixit, pero la bisectriz que traza con su mentón hacia la vertical es signo de que no lo siente ni padece.
Los controles de precios son medidas de sociedades subdesarrolladas, incompetentes, socialistas, intentando bajar de manera artificial el nivel general de precios a través del control de los que se supone tienen mayor incidencia en la cesta del IPC. Si quieres bajar los precios de una vez ¿por qué no bajas todos como te dé la gana por decreto? Y ya puestos ¿por qué tener una presión fiscal un 56% superior a la media europea? Mejor será subirla hasta el 100%. Doblamos, que es mejor. En este punto se desenvuelve la cuarta economía de Europa. Los precios son los mecanismos más importantes que tiene la economía para su funcionamiento: una sociedad abierta es aquella que se ha dotado de suficientes niveles de competencia y en ningún momento se le ocurre distorsionar el funcionamiento del mercado. Los precios son los factores económicos que funcionan como señales para toda la estructura interna de una empresa. A partir de su distorsión el mercado actúa. Cuando un precio es intervenido por el poder político inmediatamente las empresas dejan de ofertar dicho producto: quienes mandan en los precios son los costes de las empresas. Para reducir precios hay que reducir costes, de forma rápida, sin intervenciones que demoren la gestión empresarial. El mundo de Perón contra la libertad de empresa.
Toda la recaudación tributaria extra que provoca la inflación -aún no hemos recuperado el PIB del año anterior a la pandemia- se va por las cañerías con el desatado Perón. Crece el gasto, crece el déficit, crece la Deuda. Crece la intervención general en la economía. En contrapartida las estadísticas de empleo comienzan a ser cuestionadas porque hay medio millón de fijos discontinuos que estando en el limbo figuran en el listín del cielo de los ocupados. La financiación de la Deuda por parte de nuestro Tesoro Público enfrenta subastas interesantes con tipos de interés ya instalados en el 3% -intereses de la Deuda presupuestados en 31.000 millones de €-; y en este año se va a encontrar con una buena cantidad. Es sabido que la Deuda no se paga, el Gobierno lo que hace -si puede- es renovarla con vencimientos más amplios y tipos de interés más favorables. Pero no hay un céntimo que cancele el principal de la Deuda. Las oscilaciones que se publican son el porcentaje de la Deuda sobre el PIB y reflejan la variación en el tamaño del PIB, no en el monto de la Deuda. Estamos en un billón y medio de euros. Este ejercicio nos encontramos con más de 250.000 millones al que hay que buscarle un comprador, ahora que el BCE comienza a dejar de comprarnos los papelitos. Como dice Domingo Soriano, ¿prestaría usted un cuarto de billón al Tesoro español? Está medido que por cada 100 puntos básicos en la subida de tipos de interés aplicamos 7.000 millones de euros en la cuenta de intereses a pagar. BCE parece que va a ir subiendo hasta un 4%/4,5% los tipos de interés a lo largo de los meses venideros, porcentajes que suponen 500/1000 puntos básicos de incremento de intereses desde el 3/3,5% actual.
Apartáidevos de diante.