Bernardo Sartier
Los partidos de aquí y sus candidatos (I)
Tino es laborante y tiene bagaje, ya lo dije, pero ocurre que la democracia orgánica solo le deja ganar apretado. Mientras, Louro ha mudado la piel de apariencia diletante que le acompaña: está más en la obra que nadie. Lo vi en la Travesía de San Pedro Alcantara, subsistiendo entre unos adoquines que son como el símbolo mismo de su (hoy) incierta pisada política. Louro se vino hacia mí, yo me fui hacia él -no nos conocíamos- y tras estrecharnos las manos me reprochó con la mirada lo que me negó con su efusividad, o sea la incomodidad que le había causado un comentario mío en PontevedraViva.
Ahora el Psoe quiere otra marca para las municipales y propala la especie de que Louro está más quemado que la pipa del indio. Una pena cuando comenzaba a revertir esa imagen burocrática, en parte injusta, que no le abandona. Louro a pie de tajo es un buen candidato, porque lo que quiere la Boa Vila es que la gente que la gobierna se parta la cara por cómo se coloca una loseta. En cambio, Pontevedra pasa factura si ve que la elección de candidato se convierte en un cambio de cromos, porque no se puede a estas alturas andar a la procura de líder como andaba Marco en la novela de Edmondo D´Amicis en busca de su madre.
Si cierran a Louro la puerta de Michelena 30 sentirán el zarpazo de la conciencia, porque fue él quien recuperó a algunos, del baúl de los recuerdos, para el Concello. Desde que se fue Tere Casal el Psoe quedó huérfano de un candidato con tirón. Teresa lo tenía: eso de ser la primera mujer alcaldesa ponía un montón, pero la descabalgó el aparato porque, uno: Tere se casaba lo justito con todo el mundo y, dos, no era en origen militante, lo que molestaba a quienes se consideraban elite en el partido. Comenzaron a tratarla como a una advenediza sin pedigrí, como a un puño sin rosa, comenzaron a tratarla como se trata a una hermana adoptada que arrostra sobre sí los caprichos adolescentes de las hijas matrimoniales. Teresa le puso las pilas a Sinaí y demostró carácter y capacidad de gestión. Cuando todavía subsistía "Localia" Pontevedra (qué mala muerte) cada plano de Tere haciendo una declaración concitaba el interés de la vecindad porque alguien le hablaba de lo suyo. Pachi la calificó en el Palace de candidata, pero llegó el aparato y mandó a parar.
El socialismo en Pontevedra siempre levitó sobre una pátina de humanismo y de reformismo "gineriano" y culto. Era, el socialismo, como ese profe republicano laminado en el franquismo que pese a todo no perdía ni su compostura ni su dignidad e iba trajeado a la Herrería los domingos, con un capullo de rosa roja en el ojal solo para joder al facherío. Quiero decir que había un rédito moral y como de fusilamiento fresco, un reproche a Paquita Franco que vendía bien.
En ese rebufo rentista vivió el Psoe una temporada larga. Pero estábamos en que pararon a Tere y Tere se refirió a esas maniobras en las que se conspiraba contra ella como "reuniones de machitos". No le faltaba razón. ¿Y Arias, el que quedó de segundo? A Arias no lo conoce ni dios, o sea Suso Filgueira, al que conoce todo el mundo de aquí y que es a su vez conocidísimo, tanto que estando una vez en compañía del Papa en el balcón del Vaticano alguien preguntó quién era aquel señor de blanco y con bonete que estaba al lado de Suso. Alguno hay ya que dice que solo queda Nogueira, al que a diferencia de Arias sí conocemos. Y ese que piensa en el doctor dice que él -Nogueira, o sea-, ante el comentario se atusó el foulard, silbó a su Golden Retriever a su vera y se mesó la barba mientras reflexionó: "podría ser yo, sí, pero es que para qué meterme en esos charcos".