
Tribuna Viva
Pontevedra hace aguas
Una vieja pintada sindical a las afueras del pueblo, tan borrada como su tejido industrial y gran parte de su clase obera, proclamaba desde hace años "PONTEVEDRA INDUSTRIAL Y NO SEÑORITA". Y es que en estos tiempos de profetas patrocinados, apocalipsis climáticos y oportunos encarecimientos de hasta la más básica de nuestras necesidades vitales para salvar al planeta (o a quien lo gobierna), es un hecho que Pontevedra se vende mediáticamente como una ciudad bonita, sostenible y fiel cumplidora de la Agenda2030. Pero como toda palabrería propagandística y toda belleza tan falsa y superficial como la susodicha agenda, suele esconder detrás un buen montón de mierda y restricciones para la mayoría, que acaban saliendo como las fecales a la ría.
La clase trabajadora de Pontevedra asiste en los últimos días a una farsa interesada que es fiel reflejo del esperpento político global. Mientras la ciudad acogía el "World Triathlon Cup Pontevedra Xacobeo 21-22", con sus fuentes y su riego de jardines a pleno rendimiento a cualquier hora para recibir a los ansiados turistas, y su población estacional llenaba las incontables piscinas para disfrutar ecológicamente de la prealerta por sequía con un irrisorio llamamiento a "no derrochar", la fábrica de ENCE paraba de emergencia su producción en cumplimiento de la AAI ante el requerimiento de la Xunta debido a la bajada de caudal del río Lerez y comenzaba a tramitar un ERTE por fuerza mayor para cientos de trabajadores, con el consecuente arrastre a decenas de empresas auxiliares e indirectas dependientes en la comarca.
De la misma forma que los trabajadores, sus delegados, comités y sindicatos comenzaban una vorágine tan frenética como desagradable para defender sus intereses ante la realidad de un ERTE y procurar minimizar el impacto para todos los compañeros e instalaciones, los acomodados gobernantes del BNG de Pontevedra hacían lo propio y aprovechaban esta oportuna incidencia para predicar por el cierre inmediato de la fábrica sin importar las consecuencias socioeconómicas del mismo, pero con la vista bien puesta en jugar su último sucio recurso de cara a la sentencia que pudiera confirmar por justicia la permanencia de ENCE en Lourizán.
Resulta cuanto menos curiosa esta preocupación/celebración por parte del Concello de Pontevedra por fluctuaciones irregulares y bajada en el caudal del río, de las que dicen desconocer la procedencia señalando a ENCE, desde su comunicación a Aguas de Galicia que obligó a parar una actividad productiva estratégica mientras se mantienen exageradamente servicios improductivos despilfarrantes para complacer al dios del turismo y el trabajo precario o al sueño húmedo de nuestros gobernantes por desmantelar una industria vital. Y es que es evidente que a los concelleiros del BNG les interesa el discurso de la crisis climática para justificar lo suyo pero no la declaración de sequía, porque eso podría implicar restricciones al consumo pero también podría permitir arrancar la factoría, al disminuir los niveles que se marcan para el caudal ecológico en los periodos de normalidad.
Cabe recordar que esa captación de agua abastece no sólo al Concello de Pontevedra y sus 7 depósitos más otro en proyecto con una capacidad total de 44.500m³, el equivalente a 15 piscinas olímpicas como la que cerró en el "poblado de celulosas", sino también a los de Marín (que alertó de un consumo de agua "como nunca habían visto antes" en los últimos días), Bueu, Poio y Sanxenxo, con una supuesta eficiencia variable hasta casos como el de Sanxenxo con un 63% frente al 80% exigida entre fugas (con un volumen medio del 39,75%), enganches fraudulentos y fuentes públicas. Las mismas poblaciones que multiplican exponencialmente su población en verano y también las mismas señaladas anteriormente por las Cofradías de Pescadores por sus sistemas de depuración de aguas residuales deficientes o directamente inexistentes y los consecuentes vertidos a la ría.
La gestión de aguas, privatizada como todo servicio de Pontevedra, está concedida a la empresa Viaqua durante 20 años por 129,14 millones de euros. El que no tiene concesión y se encuentra en una situación irregular manifiesta es el embalse del Pontillón que condiciona el caudal del susodicho río, circunstancia también notificada por Augas de Galicia el pasado mes de marzo y que el Concello calificó de "trámite administrativo que no tiene importancia", prueba de ello es que el Concello de Pontevedra también ha presentado proyectos a los fondos europeos Next Generation para mejora de la gestión del abastecimiento de agua, pero cualquier comparación con el baremo sobre la concesión de ENCE es odiosa. Embalse que, por cierto, no era pertinente abrir durante estos días hasta alcanzar un caudal crítico supuestamente para no perjudicar a actividades de ocio mientras cientos de vecinos pasaban a cobrar del SEPE, tanta era su preocupación por la bajada de caudal ecológico como por los trabajadores, nula.
Estamos padeciendo otro escenario de crisis (de la económica, que es más popularmente perceptible) y brutal inflación en las necesidades básicas de la mayoría como son los alimentos, el combustible y la energía mientras nos echamos las manos a la cabeza con cada central dinamitada, cada fábrica descaradamente deslocalizada o cada explotación agropecuaria cerrada y nos predican por todos los medios que debemos rebajar más nuestro ya miserable nivel de vida. Toda industria, que es un medio continuamente controlado y con unos parámetros de funcionamiento estrictamente establecidos, es siempre mejorable en eficiencia y atenuación de su impacto, pero ya hemos tenido suficientes muestras en los últimos años de que esa siempre ha sido siempre una prioridad a evitar por parte de las instituciones de Pontevedra en la búsqueda de su ansiado cierre especulativo de la fábrica y de justificar su enajenado discurso antiobrero. Y es que al igual que con la campaña para cerrar ENCE, e independientemente de las circunstancias climáticas, lo que impera mediáticamente en este caso no es ni el interés ecológico ni el bienestar de la mayoría, sino los intereses y privilegios de una minoría ahora al amparo del clima.
Omar Vázquez.
Secretario de Acción Sindical CCOO Pontevedra