Milagros Domínguez García
¿Quieres casarte conmigo?
Siempre pensé que en España existía poca cultura al respecto del divorcio al ver como acababan personas conocidas por mí cuando decidían separarse, como auténticos rosarios de la aurora.
Ahora mismo, y tras leer una publicación en redes sociales donde una persona relataba lo que pensaba de su recién estrenada ex pareja, me dio por pensar que quizá lo que sucede es que de lo que existe poca cultura es del matrimonio.
Se sigue transmitiendo generación tras generación como un acto divino, indisoluble y que parece ser que da un estatus superior. Es más, a veces parece una carrera en la que llevar más años casado que los demás nos da puntos como si se tratase de una tarjeta de la gasolinera, que más tarde canjeas por algo que seguramente ni falta te hace, y en este relato de "para toda la vida" nadie dice que esto tenga que ser así siempre o literalmente tal cual, y es que hay matices.
No, no digo que no haya matrimonios estupendos que duran toda la vida enamorados, que los habrá, digo que si no dura toda la vida no pasa nada. Hasta la vida es algo efímero, cuanto más una relación que tiene que atravesar mil circunstancias, y que si bien el amor todo lo puede, no todo lo tiene que soportar. No es una guerra, no es una historia de buenos y malos, es amor, y a veces dejamos de amar. Si bien es duro que te digan: "no te quiero'" eso no convierte al otro en tu enemigo ni a uno mismo en un/a despechado/a que busca despellejar al contrario buscando ser la víctima de una partida de dos.
No te quieren, supéralo. No hay nada que demostrar. Puede, además, suceder que esa convivencia haya dado como resultado hijos que ahora necesitan seguir siendo atendidos por sus progenitores, en el caso de ser menores, y cuando esto sucede, no se puede olvidar por ninguna de las partes que hace algún tiempo tenerlos te pareció buena idea y que esa persona con la que ibas a unir tu material genético era maravillosa. Pues eso, es la misma persona, con la única diferencia de que ya no quiere compartir su vida contigo o tú con ella. Posiblemente también existan propiedades o deudas, que viene a ser lo mismo para el caso, y son cuestiones a resolver sin tener que matarse por un metro o un kilo de algo que no significa más que unas monedas.
Alguien dijo que las bodas son caras. Eso fue porque aún no se había divorciado pero es que la disolución del matrimonio es una cláusula más del contrato y no queda otra que hacerse cargo de las consecuencias, de las decisiones tomadas.
Cuando estamos enamorados contigo, pan y cebolla, y no nos informamos debidamente, cuando se acaba el amor queremos quedarnos con el pan y que la cebolla se la coma el otro. Y empiezan la batalla de quien se entregó más, quien se sacrificó más, quien quiso más… y de ahí a las descalificaciones hay un paso tan corto que corremos el riesgo de pisarnos el cordón y caer en un abismo de insultos que la mismísima RAE tendría problemas para definir. ¿Y para qué? ¿De qué sirve? ¿Dónde nos enseñaron a vengarnos de quién no nos quiere? ¿Quién nos dijo que había que ir a por él o ella y castigarle? ¿Con qué cara miraremos a nuestros hijos cuando pasen los años y no haya nada que sostenga ese rencor basado en el despecho al más puro estilo novela de media tarde?
¿Por qué lo normal es que las familias tomen parte de esa guerra y se unan al despropósito de desprestigiar a la otra parte, buscando hacer víctima a uno y verdugo al otro? ¿Es que acaso no recuerdan que no perdían un/a hijo/a, que ganaban a un/a hijo/a? ¿No es esa persona la misma de la que hablaban maravillas en las reuniones de amigos en esas conversaciones en las que, de forma solapada, intentaban también llenar la tarjeta de puntos al mejor yerno o nuera?
En definitiva, y en mi opinión, a esta España nuestra aún le queda crecer y madurar mucho en esta y seguramente en otras cuestiones porque, desde que fue aprobado el divorcio en el año 1981, aún se sigue escuchando eso de "ahora se aguanta poco" como si aguantar mucho nos garantizase un lugar privilegiado en el paraíso.
Yo soy de las que creo que, por si las dudas, mejor disfrutar de los privilegios en esta vida y también de los derechos, pero sobre todo, no olvidar que existen obligaciones también relativas al divorcio basadas en el respeto mutuo y en la comprensión de que no se puede obligar a nadie a amarnos.