José Antonio López Rodríguez
Angelitos Negros
Hay en Pontevedra una iglesia que tiene pintado en su altar un ángel negro. Recuerdo la ilusión con la que el párroco anunciaba el proyecto de incluir la pintura de aquel ángel.
Era admirador de Antonio Machín y de su magistral interpretación musical del poema de Andrés Eloy Blanco: "Siempre que pintas iglesias / pintas angelitos bellos / pero nunca te acordaste / de pintar un ángel negro…". "Píntame angelitos negros / que también se van al cielo / los negritos que son buenos".
Cuentan las crónicas que en el año 1945 Machín actuaba en el mítico café Urquín de Pontevedra, que tenía salón de baile. Vino sin grupo propio y en el local tocaba la Orquesta Sur del pontevedrés Juan Moldes Pazos. Quedó en la memoria de los pontevedreses el paso por aquí del intérprete del manisero, mira que eres linda, tengo una debilidad, camarera de mi amor… Pero aún faltaba un tiempo para que interpretara 'Dos gardenias' o 'Angelitos negros'.
El ángel de San José de Campolongo me trae el recuerdo de mi padre, que conoció en Sevilla a Machín. En aquella Sevilla de posguerra en la que a pesar de las calamidades pasadas y la guerra mundial, la vida y el amor se abrían paso.
Allí debutó Machín en la Navidad de 1941 en la inauguración de la "boite Hernal" y en el año que permaneció en Sevilla, conquistó a los sevillanos y también se enamoró.
De padre gallego, era uno de los 14 hijos de José Lugo y la cubana Leocadia Machín.
Machín no sólo conquistó la ciudad de Sevilla sino que además se enamoró de una sevillana con la que se casaría al poco tiempo. Ciudad abigarrada y siempre barroca, en aquella época todo lo gitano estaba de moda en Sevilla, incluido el cante y el baile.
En la poesía, Lorca y su 'Romancero Gitano': "Verde que te quiero verde / Verde viento. Verdes ramas / El barco sobre la mar / y el caballo en la montaña"; o Machado y su 'Saeta': "Oh, la saeta, el cantar / al Cristo de los gitanos / siempre con sangre en las manos / siempre por desenclavar…".
En el flamenco, aún coleaba la que se llamó edad de oro, con los cafés cantantes y sus figuras gitanas.
En lo religioso la famosísima Hermandad de los gitanos, cofradía a la que estuvieron vinculados Curro Romero y la Duquesa de Alba. Incluso el lenguaje romaní tuvo amplia aceptación hasta el punto de que Sevilla era conocida como Serva la Barí (Sevilla la grande).
Pero del otro lado del Atlántico llegaban el tango argentino y el bolero cubano con su atractivo irresistible…
En Pontevedra, donde perdura el recuerdo del tiempo en que Machín actuó en el Urquín, hay pintado un ángel negro en una iglesia para recordar que se puede rezar cantando.
Y en Sevilla, donde Machín quiso ser enterrado, tengo entendido que todos los años se interpreta angelitos negros. Lo hacen en su tumba, frente a la Capilla de los Negritos de cuya Cofradía fue hermano; en su mausoleo, que está velado por un ángel pétreo y donde nunca faltan las gardenias.