Carlos Regojo Solla
Organizar la paz
Los hechos, con respecto a los cambios sociales y económicos ocurridos una vez iniciada la Transición Política en España, comenzaron a ser visibles desde un principio. Hasta no hace mucho nuestros compatriotas emigrados en la Europa comunitaria, aprovechando las facilidades de un transporte aéreo más barato o la posesión de un automóvil propio, aumentaron las visitas a su patria haciéndolas cada vez más asiduas. Cuando observaban la modernidad que surgía en nuestro país, paralela a los acuerdos comunitarios a los que España se iba añadiendo amparada en una democracia obligada y necesaria, decían no reconocer, por lo cambiada que estaba, la tierra que poco antes habían dejado llevando tan solo con ellos una maleta de cartón sujeta con una cuerda.
Aeropuertos, autopistas, nuevas carreteras e incluso las mejoras hechas en los pueblos del rural, con las ingentes remesas dinero que ellos mismos enviaban, daban un aire más europeo y moderno a aquella España otrora llena de baches y pobreza.
La incipiente democracia obligó a abolir cantidad de leyes para hacer firme aquel dicho de Adolfo Suárez de "elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es simplemente normal", frase aplicable no solo al reconocimiento de otras ideologías políticas en el destierro, sino al resto de asuntos que había que poner al día.
Los decretos de ley fueron surgiendo unos tras otros en el transcurso del tiempo, cambiando aquella España variada, conocida como de toros y flamenco, por un país autonómico, con unos "lands" dignos del reconocimiento de matices propios, y cuatro lenguas cooficiales reconocidas además del castellano.
El decreto que liquidó el servicio militar obligatorio a principios de milenio, representó un alivio para los jóvenes, hijos de su tiempo, conocedores de otro tipo de sociedad quienes se veían libres de una obligación que consideraban absurda, aunque no de una prestación social sustitutoria dedicada en su inicio a los objetores de conciencia.
Aquellos que no habíamos llegado a tiempo a la desaparición de la "mili" tuvimos que pasar la experiencia con mayor o menor agrado en un mundo nuevo del que se decía convertía en hombres a los que pasamos por él. Luego, las experiencias finales, cuando regresabas a casa eran las que cada uno traía, pero eso sí algo había en común y era que con frecuencia la inmensa mayoría siempre tenía alguna referencia a un amigo, un lugar, un oficial, un arresto una anécdota, ... , algo que traía el recuerdo de aquel periodo y que indicaba que la cosa no había ido tan mal. La mili ayudó a erradicar el analfabetismo y al contacto entre individuos de las antiguas regiones .
En la actualidad, con un estudio pormenorizado de su utilidad, algunos países de nuestro entorno valoran la posibilidad de un compromiso parecido, un nuevo y moderno servicio militar obligatorio, voluntario o ambas modalidades dotado de derechos y medios suficientes como para ofrecer a la juventud titulaciones y accesos a empleos posteriores, porque el Ejército titula con capacidad a personal que luego el estado civil solicita con preferencia (recuérdese, por ejemplo a los pilotos, muchos de los cuales se preparaban en el ejército y luego de formados se pasaban al pilotaje en las grandes compañías aéreas civiles)
La milicia está hecha contra la guerra y el militar es un humanista y no un autómata adoctrinado para el combate. Contemplados como tales, milicia y militar, en un mundo que no solo no ha logrado una paz global y permanente, sino que contempla un aumento de desacuerdos basados en el número y capacidad de destrucción de su armamento, la disuasión de un ejército fuerte es necesaria.
Mis recuerdos personales de servicio al ejército son plenamente satisfactorios. Ahora mismo me pregunto cómo y de qué tendría cubierto ese hueco si no hubiera hecho el servicio militar.
La Hermandad de Veteranos de los Grupos de Regulares de Melilla en la que participo, recoge fotografías comentadas de mi paso por el ejército y de la satisfacción que obtuve durante mi estancia en Melilla en aquella época, cuando Armstrong dejaba su huella en la Luna.