Alexander Vórtice
Respeta mi mente
Por circunstancias de la vida, conocí en su día muy de cerca a personas que sufrían -algunas de ellas aún sufren- de depresión, ansiedad y otros tipos de trastornos mentales. A muchas de esas personas lo que más le dolía no era tanto su enfermedad como el rechazo social diario, incluso por parte de sus familiares más cercanos (necios o malnacidos, sin más).
Existe un raro silencio ante las dolencias de carácter mental, inclusive vergüenza propia y ajena, pese a que los datos se nos muestren con suma contundencia: más de medio millón de personas padecen desórdenes mentales y neurológicos en nuestro país, es decir, nada menos que un 19,5% de la población.
Otro punto a destacar es que tras un año de pandemia a causa del Coronavirus los malestares de carácter mental se han incrementado de manera muy notable, sobre todo en personas con algún tipo de incapacidad, en especial, personas con discapacidad psicosocial. Ha habido un aumento claro e inequívoco de ataques de ansiedad, depresión severa y tristeza, algo que hace que España, junto con Portugal, sean actualmente los países de la Unión Europea que más ansiolíticos, sedantes e hipnóticos consumen.
Hace años, la Organización Mundial de la Salud, alertaba de que la próxima pandemia -al menos en los países Occidentales- pudiera ser la de los problemas de salud mental, y la situación que estamos sobrellevando a causa del Covid-19 fortifica esta hipótesis. Por lo cual, es hora de que se comiencen a tomar medidas mucho más eficaces ante lo que aún está por venir.
La empatía y una clara comprensión con las personas que aguantan este tipo de trastornos es fundamental. El afecto y el abrazo a la persona que se ve derrotada y hundida no sólo fortalece a dicha persona, sino que también nos hace más humanos a nosotros mismos. Porque no sólo estamos hablando del padecimiento constante e infernal que supone sobrellevar un malestar mental, también estamos hablando de individuos que carecen de empleo por culpa de su dolencia, que son señalados, burlados y arrinconados a causa de la ignorancia o la malicia de algunos de sus semejantes.
Por lo cual, y para finalizar, todo mi apoyo y mucho ánimo a todas y cada una de esas personas que están pasando por las circunstancias descritas anteriormente. Y, ante todo, mucho respeto.